jueves, 11 de octubre de 2012

Presupuestos generales en el país de nunca jamás


Hay una cosa que se llaman “Presupuestos Generales del Estado” que sólo los ilusos dicen que sirven para administrar más o menos correctamente los bienes públicos. 

Hay un país, que bien podría ser el de “nunca jamás”, que ha presentado recientemente un proyecto  para que en próximas fechas se debatan y se aprueben en el lugar donde reside la soberanía popular (¡ay que me da la risa!) estas cuentas del Gran Capitán.

En “picos, palas y azadones, cien mil millones”, quiero decir que los pobres serán en el año próximo más pobres, -que ya es difícil-, que los ricos serán más ricos, y que los que vienen saqueando la economía y la sociedad de ese país al que le falta poco para ser borrado del mapa,  seguirán  haciéndolo.

La cuadratura del círculo, porque estas cuentas al por mayor se aprobarán con, teóricamente, el respaldo de los representantes del pueblo de ese desgraciado país o “Postigo de San Rafael”, lugar en el que según decía el saber popular se cagaban y meaban todos los borrachos del lugar.

1.740.000 ciudadanos de esa entelequia de país que  rima con caña no tendrán ningún tipo de ingresos durante todo ese santo año. Amén. 2.267.000 niños estarán por debajo del umbral mínimo de pobreza. Amén.  Los cinco millones de desempleados verán reducidas o extinguidas sus asignaciones a pesar de crecer en número y en cabreamiento. Amén.

A los jubilados y pensionistas se les prevé un incremento de un uno por ciento, por los que si descontamos el aumento del denominador común de este quebrado, y los incrementos del IRPF, el repago de los medicamentos y otras zarandajas que se caerán de un guindo, se puede concluir que, como tantos otros  colectivos  culpables, seguirán pagando la crisis. Amén

¿Y las personas dependientes? ¡Qué se jodan! ¡O que se mueran!  ¿Y las becas, las asignaciones para libros escolares, todo lo que es educación y cultura de un pueblo de analfabetos, más políticos que mentales? ¡Al canasto! Que el agujero de la Bankia de nuestros huesos es muy profundo. Amén.

Entre tantos “améns”, santificadores, he entrevisto unas fotos de dos damas de la rancia  estirpe,  ataviadas de peineta y mantilla, para ganar la no menos santa indulgencia ante un pontífice que en sus tiempos dicen fue muy amigo de los niños.  No creo que se vistieran de esta guisa para arrepentirse de sus pecados, porque lo que se dice seguir, siguen en los mismos y, a lo peor, los PGE del año próximo, de este país de escombrera son, aún, peores.

 Y las tijeras más grandes.

 

PD. ¡Y si un día las tijeras, acostumbradas a tanto cortar, se equivocaran, y le cortaran los cataplines a algún ministro, banquero o gallego con barbas!

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