martes, 22 de mayo de 2018

El Messi de la corrupción




Eduardo es capaz de esconder la bola (corrupción) en un palmo de terreno. Se escapó con un regate del Caso Naseiro, se escabulló del desfalco de Terra Mítica, le dio una propina de seis millones de euros de los valencianos a Julio Iglesias sin que nadie se coscara,  dejó la presidencia de la Generalitat a José Luis Olivas, que posteriormente fue imputado por la quiebra del Banco de Valencia que precisó de una inyección de dinero público de 998 millones sin que le salpicase una bota, le grabaron tramando la elección de un Fiscal General con Ignacio González sin rozarle una espinillera  y presumía siempre de un expediente judicial inmaculado.

-          Muchacho, tu llegarás lejos.
-          Hasta forrarme.
-          Conserva el tesoro de tu piel al infrarrojo.
-          Ahora me he hecho amigo del Falangito.
-          Sois muy españoles y mucho españoles.
-          No me lo mientes, es un  gafe. Me dio su confianza y así me veo.

Eduardo era un ejemplo para las Nuevas Generaciones. Podían aspirar a todo, mientras se jodían los parados y los jubilados. Sólo tenían que regatear y no dejarse coger como los otros 900 cargos. La libertad comenzaba a comer zanahoria. Hizo el gran regate de decir que dejaba la política.
Pero no era verdad. Cobraban un millón al año –de euros, no de  pesetas- como consejero adjunto al secretario general de Telefónica más una propinilla de 99.000/año de Logista, las dos privatizadas por su amigo José Mari que le prestó el montar en la jaca.

-          Oye, macho, conozco a una comisioncita imponente.
-          ¿De Colombia o de las Islas Cayman?
-          Habrá que darle su parte al “jefe”.
-          Pero hay que andar con mucho cuidado, las paredes oyen.
-          Quien oye es la UCO.
-          ¡Esto es un Erial!
-          ¡Lagarto, lagarto!

Se hizo un “pollo” con Elizondo y se repartieron los sueldos y las dietas del Senado y el Parlamento. Iban a lo que iban. A forrarse dando regates.  Pero Eduardo era un clásico, con su color moreno entre Caribe y Cabina, le llegaron a llamar “El Negro”. Pero Mariano esperaba mucho de él. Que en su día le abriera la puerta que gira, o giratoria.

Era mitad Messi, mitad pepinillo en vinagre y se abrazaba a Rita, mientras la multitud pagada gritaba: ¡Presidente, presidente!  Valencia era como un equipo de Regional Preferente, se dejaba golear, digo robar.

-          ¡Enhorabuena Eduardo, hemos inaugurado un ciclo de veinte años!
-          Vamos a dejar la Comunidad Valenciana que no la va a conocer ni la madre que la parió.
-          ¿Quieres un traje gratis?
-          No. Yo no quiero esas pequeñeces. Yo voy del medio kilo para arriba
-          Tienes clase, canalla.
-          Soy el Messi de las comisiones. Digo corrupciones.

Eduardo va a dormir esta noche en Fontcalient. Pero sus regates, sus goles al erario público, quedaran siempre en la memoria de los “buenos aficionados”. Su foto parece un anuncio del ron jamaicano.


lunes, 21 de mayo de 2018

50 Aniversario de una revolución que de no cambiar nada cambió todo







Cuando la asamblea nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en asambleas nacionales, por eso las paredes tienen orejas, vuestras orejas tienen paredes.

La barricada cierra la calle pero abre el camino y es necesario explorar sistemáticamente el azar porque la acción no debe ser una reacción sino una creación.

Es necesario llevar en sí mismo un caos para poner en el mundo una estrella danzante y tomemos en serio la revolución, pero no nos tomemos en serio a nosotros mismos.

No es el hombre, es el mundo el que se ha vuelto anormal, el patriotismo es un egoísmo en masa y el acto instituye la conciencia. Por eso la burguesía no tiene más placer que el de degradarlos todos.
La imaginación no es un don, sino el objeto de conquista por excelencia y pensar juntos, no. Empujar juntos, sí, y nuestra esperanza sólo puede venir de los sin esperanza.

Graciosos señores de la política: ocultáis detrás de vuestras miradas vidriosas un mundo en vías de destrucción. Gritad, gritad; nunca se sabrá lo suficiente que habéis sido castrados y prohibido prohibir. La libertad comienza por una prohibición y hay que cambiar la vida y transformar la sociedad.

La novedad es revolucionaria, la verdad también y queremos las estructuras al servicio del hombre y no al hombre al servicio de las estructuras. Queremos tener el placer de vivir y nunca más el mal de vivir. La playa está debajo de los adoquines.

Un policía duerme en cada uno de nosotros, es necesario matarlo.

martes, 1 de mayo de 2018

No había pan para tanto chorizo





Una España de fraude y mentira, de explotación alentada, de explotados por el “emprendimiento”, injusta, sucia, inmoral con el que trabaja y tolerante con el que roba, defrauda y corrompe.
Todos camareros/as trabajando 10 horas al día de martes a domingo con un contrato en que se le asignan 4 horas diarias  de martes a viernes y que, además, cotiza a la Seguridad Social sólo por dos horas al día.
Un país en eterna transición a Franco, los Reyes Católicos y la Iglesia Imperial de la Inmatriculación por treinta euros. Una España plagada de prostíbulos de mujeres rumanas, búlgaras o costamarfilenses.   De marroquíes o guineanos asfixiados con los fertilizantes en el cultivo bajo plástico en Almería o Moguer.
No había pan para tanto chorizo pero han dejado crecer los guetos de la droga y  el delito en barriadas marginales como en la de las Tres Mil viviendas en Sevilla o la Cañada Real en Madrid. Una España donde se indemniza a Florentino cada dos por tres y por todo. Donde los contratos de obra pública se revalorizan un 300 % de lo presupuestado inicialmente. Donde hay 900 cargos de un partido imputados por corrupción, Con burbujas inmobiliarias, turísticas, financieras, del prostíbulo, del pan, de los vertederos ilegales de basura.
No había pan para tanto chorizo pero hay una España de contratos de mierda, de derechos de mierda, de pensiones de jubilación o viudedad de mierda. De políticos de mierda. De gobernantes de mierda. Una España con salarios de 600 euros de promedio al mes. Con pobres organizados rebuscando en la basura, comiendo en la basura, ignorando a los gobernantes basura.
No había pan para tanto chorizo pero siguen ahí, robándonos el pan y el chorizo. Metiendo en la cárcel a twiteros, titiriteros, raperos, ladrones de gallinas y nacionalistas de su tierra. Exculpando a manadas con un Poder Judicial impregnado de franquismo hasta la médula. Con presidentas de comunidad que roban cremas en los supermercados, que inventan másteres de Harvard obtenidos en un fin de semana en Aravaca.
No había pan para tanto chorizo pero han dinamitado la Sanidad y la Educación Pública. Han desprestigiado hasta la demolición la Universidad. Multiplican los presupuestos para armas, tanques y aviones que no saben usar. Se huelen las comisiones. Y los negocios. Crecen los volquetes de putas y las orgías de comisarios europeos con tres a la vez en la cama.
No había pan para tanto chorizo en la España de la sentencia de Pamplona, es la España desoladora de Rato, Aguirre, Granados, González, Barberá, Matas, Fabra o Cifuentes. Todos chorizos sin pan.
No había pan para tanto chorizo pero es la España de Zoido calentito en su casa o en la “levantá” dedicada mientras ciudadanos sin advertir se congelan en las autopistas de la inutilidad ministerial. Es la España del “a por ellos”, de los piolines y de la porra cuando la dignidad vota.
No había pan para tanto chorizo pero es la España de Llarena y Lamela que contemplan como cuatro ministros cantan “Soy el novio de la muerte” y el fantasma creciente del fascismo institucional nos encarcela y aterroriza.
Pero… en una pequeña aldea de la Galia, apareció la rabia de las mujeres. La ira de los pensionistas, la denuncia de la brecha salarial y los chorizos que nos robaban se tuvieron que disfrazar de “líderes transversales” y donde no había dinero para las pensiones surgieron los chanchullos presupuestarios y el populismo de ministros contra la violencia de género.
No había pan para tanto chorizo, pero entre las ruinas de su inmunda política de asociaciones de malhechores no han conseguido derruirnos la dignidad.
Antes muertos que chorizos. Al infierno.