jueves, 30 de septiembre de 2021

APARENTAR

 

APARENTAR

Aquella “ciencia” es un reducto de especialistas.  Hay gente que aparenta tener menos edad que la que tiene y vive en la ilusión. La ilusión de tener “40” cuando en realidad tiene 68.  Y todo lo hace, lo alimenta y lo pule como si tuviera “40”.

Se queda despierta hasta la madrugada, flirteando, coqueteando o ligando, vía chat,  con teóricos miembros del club de los 40, que, quien sabe la edad que tendrán y su condición humana, social o sexual.

Lo que sí tienen es una sensación rijosa hacia ella, implorando una cita, y a la que tratan como una diosa, lo que hace elevar al infinito la vanidad del “hada”, que ya de por sí es bastante alta.

Durante unas horas de madrugada, vive y se comporta con una identidad adquirida, pré a porter. Parece que esa es “su” felicidad, por la que clama angustiosamente.  Pero llega, la mañana, el espejo y las arrugas en la cara le ponen la realidad enfrente.

Se levanta deseándole “buenos días” y “felicidad”  -algunas veces también “republica”- a todo bicho viviente, y nunca mejor empleada la palabra “bicho”.  Se pone una minifalda a cuadros y una camiseta estrecha de buscona de discoteka y desarrolla, entre lo grotesco y lo febril, el papel “demodé” de jovencita sin novio.  Y sube su foto –o reclamo- a Facebook para alimentar a la fauna que la loa y medio acosa cada noche.

También desarrolla el “papel” de izquierdista, progre y republicana, pero sus opiniones reales sobre los “okupas” y el sentido en general sobre la propiedad privada, delatan su real condición pequeño-burguesa, que no tiene más ideología que la vanidad y las maletas llenas de vestidos.

Aun siendo todo lo que dice que es, en realidad,  es una rancia anticomunista, de las que propiciaba el discurso de Franco. Odia al PCE y a sus antiguos miembros y el calificativo más amable que tiene con los viejos luchadores, es el de “zorrocotros”, en la creencia de que por qué fue a dos manifestaciones del 15-M es “renovadora” y “pura” y del discurso, cambiante,  de la “nueva izquierda”.

Se cree una “intelectual” porque maneja tres citas –mal construidas y recordadas- de Antonio Machado y de “El Principito” –en su vertiente reaccionaria- obtenidas en Wikipedia.  Recién llegada a la poesía de Neruda y Cernuda a los que mal distingue, se comporta en las redes como “experta” en su poesía.

Son historias nuevas de gente vieja que si alguna técnica manejan diestramente es la de “aparentar”.   Toda su construcción ideológico-vital es esa: aparentar ser joven, aparentar ser de izquierdas, aparentar ser amable y educada –hay que verla enfurecida y soltando insultos- . En ellas nada es lo que parece, todo es “aparente”.  Dicen ser amantes de la naturaleza y andarse todos los días 10 kms entre playa y montaña y es tan mentira como sus 40 años. Van a esos paseos tan idealizados una vez cada dos meses.

Tienen una idea de pareja individualizada: Hombre entre 40 y 50 años, musculoso, tipo armario, no muy listo y no muy ideologizado, bien “dotado” y tienen horror a lo viejo y a los “viejos”,  que le recuerdan a su esclavitud con el ácido hialurónico.

Su real identidad, aparte de una proximidad a la ninfomanía,  es de quita y pon.

Toda su “ciencia” es haber llegado tarde al general amorío que propician las redes sociales y a sus embozados “salidos”.  Y no hay más cera que la que arde.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Aplaudidores

 

APLAUDIDORES

 

Las redes sociales han sacado a relucir una especie que nunca ha estado en peligro de extinción. Se trata de los aplaudidores incondicionales” de un líder, culoalto o lideresa de tres al cuarto.

Se apostan tras un eructo, cagada o post en la redes insociales de la lideresa de pacotilla y alaban su acierto, su exactitud y su procedencia filosófica como forma diaria de dar camama a la impostora, a la que lo que realmente desean en llevársela al catre. El sentido libidinoso agosta las escasas neuronas de unos u otros que se deshacen en elogios salidos de las entrañas animales de este chirrido de la condición humana.

En el teatro se llamaba la “clake” pero aquellos tenían la ventaja de que veían la obra de gañote y además cobraban. En las redes insociales no sólo no cobran sino que pueden formar parte de operaciones de más alcance que colaboran a difundir “fakes” u operaciones de prestigio/desprestigio de la libido descontrolada de alguien.

No hay simetría en este mercado diario de ególatras de poca monta cuyo decálogo es ligar, fornicar, pelotear o deshonrar.  Los súbditos de este reino se comportan con el mismo patrón. Le dan coba (alagos) a cincuenta… y a lo que caiga.

Siguen devorándose o comiendo hierba. O mierda.  

sábado, 25 de septiembre de 2021

TOXICOS

 

TÓXICOS

 

Hace mil años –yo tenía 14- empecé a trabajar en una empresa multinacional. En un taller de máquinas herramientas. Había una sección que se dedicada a dar tratamientos térmicos a los abundantes aceros que había por allí.  Se empleaban unos hornos que alcanzaban altísimas temperaturas y unas sales especiales, casi todas con base en cianuro.  Todas, altamente tóxicas.

Ahora la palabra se ha puesto de moda para referirse a las personas. Nuestra sociedad civil –no digamos la clase gobernante- está infectada con ese adorno esotérico del veneno.

Cualquiera de las personas, incluso familiares, puede resultar “tóxica”. El veneno ha sido un río oscuro que ha atravesado los siglos adaptándose a la maldad y a la imaginación humana. El cianuro era el monarca rápido de los tóxicos. Ahora hay algunas que son aún más rápidas. Yo conozco a alguien de lo más normal, que, por ejemplo, te aparece inocentemente en una red social, que la tocas, y te quedas “tóxico” para toda la vida.

No hay, pues, despojo de amiga, de emérito, de prócer, de socialdemócrata, de amante o de “artista” de Tele5 que no sea realmente “tóxico”.

En la Florencia clásica el veneno acompañaba a todo, en realidad como ahora. Te echas una amiga por Facebook y resulta lo más venenoso que te puedas echar a la cara. Te hackea, por ejemplo, hasta la última aplicación que tengas en tu ordenador, te abre tu teléfono por donde nadie espera y te saca el último “hola” que le hayas dicho a una amiga, para utilizarlo ella en tu contra, naturalmente.

Su “amistad” contiene más ponzoña que el que late en la bolsa que las cobras llevan debajo de la lengua.

El final de este festín es para entrar en la melancolía. Puede ser como el “gordo” de Navidad, en sentido contrario, que en el bombo de la suerte te toque una tóxica de estas.

Te arruina no solo la vida sino también la muerte.