APARENTAR
Aquella “ciencia” es un reducto de especialistas. Hay gente que aparenta tener menos edad que
la que tiene y vive en la ilusión. La ilusión de tener “40” cuando en realidad
tiene 68. Y todo lo hace, lo alimenta y
lo pule como si tuviera “40”.
Se queda despierta hasta la madrugada, flirteando,
coqueteando o ligando, vía chat, con
teóricos miembros del club de los 40, que, quien sabe la edad que tendrán y su
condición humana, social o sexual.
Lo que sí tienen es una sensación rijosa hacia ella,
implorando una cita, y a la que tratan como una diosa, lo que hace elevar al
infinito la vanidad del “hada”, que ya de por sí es bastante alta.
Durante unas horas de madrugada, vive y se comporta con una
identidad adquirida, pré a porter. Parece que esa es “su” felicidad, por la que
clama angustiosamente. Pero llega, la
mañana, el espejo y las arrugas en la cara le ponen la realidad enfrente.
Se levanta deseándole “buenos días” y “felicidad” -algunas veces también “republica”- a todo
bicho viviente, y nunca mejor empleada la palabra “bicho”. Se pone una minifalda a cuadros y una
camiseta estrecha de buscona de discoteka y desarrolla, entre lo grotesco y lo
febril, el papel “demodé” de jovencita sin novio. Y sube su foto –o reclamo- a Facebook para
alimentar a la fauna que la loa y medio acosa cada noche.
También desarrolla el “papel” de izquierdista, progre y
republicana, pero sus opiniones reales sobre los “okupas” y el sentido en
general sobre la propiedad privada, delatan su real condición pequeño-burguesa,
que no tiene más ideología que la vanidad y las maletas llenas de vestidos.
Aun siendo todo lo que dice que es, en realidad, es una rancia anticomunista, de las que
propiciaba el discurso de Franco. Odia al PCE y a sus antiguos miembros y el
calificativo más amable que tiene con los viejos luchadores, es el de
“zorrocotros”, en la creencia de que por qué fue a dos manifestaciones del 15-M
es “renovadora” y “pura” y del discurso, cambiante, de la “nueva izquierda”.
Se cree una “intelectual” porque maneja tres citas –mal
construidas y recordadas- de Antonio Machado y de “El Principito” –en su
vertiente reaccionaria- obtenidas en Wikipedia.
Recién llegada a la poesía de Neruda y Cernuda a los que mal distingue,
se comporta en las redes como “experta” en su poesía.
Son historias nuevas de gente vieja que si alguna técnica
manejan diestramente es la de “aparentar”.
Toda su construcción
ideológico-vital es esa: aparentar ser joven, aparentar ser de izquierdas,
aparentar ser amable y educada –hay que verla enfurecida y soltando insultos- .
En ellas nada es lo que parece, todo es “aparente”. Dicen ser amantes de la naturaleza y andarse
todos los días 10 kms entre playa y montaña y es tan mentira como sus 40 años.
Van a esos paseos tan idealizados una vez cada dos meses.
Tienen una idea de pareja individualizada: Hombre entre 40 y
50 años, musculoso, tipo armario, no muy listo y no muy ideologizado, bien “dotado”
y tienen horror a lo viejo y a los “viejos”, que le recuerdan a su esclavitud con el ácido
hialurónico.
Su real identidad, aparte de una proximidad a la ninfomanía,
es de quita y pon.
Toda su “ciencia” es haber llegado tarde al general amorío
que propician las redes sociales y a sus embozados “salidos”. Y no hay más cera que la que arde.