jueves, 18 de octubre de 2012

Lo que pasa en la calle


 

"Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa»". Una vez escrito, Juan de Mairena le pide: "Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético". Y Pérez, después de meditar, redacta: «Lo que pasa en la calle».

A.Machado.

 

Pues si, en esta calle o país pasan, a diario, muchas cosas. Sangrantes, injustas, enervantes, flagrantes, irritantes.  Y la mayoría de los llamados a contarlas y denunciarlas no lo hacen.

El país, el estado o peña caminan, a pasos agigantados, hacían  el objetivo establecido por el “Club de Bilderberg”  de que el 1 % de su población controle el 99 % de su riqueza.  Todo lo que se legisla, gobierna  o parlamenta conduce a ese deleznable grosor.

Los medios de comunicación son propiedad de ese 1 %, en forma de banqueros corruptos, corruptos políticos, o ambas cosas, y aunque hay una especie de juramento hipocrático de los periodistas o profesionales de “decir y escribir  la verdad”, el poder financiero-mediático tiene comprada su voluntad y sus capacidades.  Los periodistas, como institución, están al servicio de los poderosos.

Las informaciones, los programas, los contenidos, se dirigen al ocultamiento, a la distracción, a la huera banalidad, al aborregamiento masivo.

Hay cinco millones de parados, trece  millones de pobres, un 25 % de la población infantil por debajo del umbral de pobreza, han arrasado los derechos laborales, aumentado los impuestos en un 37 % global, desahuciado a centenares de miles de hogares, casi extinguido la enseñanza y la sanidad pública, se han efectuado recortes por valor de 97.000 millones de euros, se ha tapado un agujero de 52.500 millones en la banca a la que se ha avalado, además, con otros 72.000 millones,  a los ricos (el 1 % ese) se les indulta, amnistía, mima y protege y una mayoría de medios informativos viven en la cortina de humo de si los catalanes quieren ser independientes o si Belén Esteban se ha operado las tetas.

No son anécdota, son categoría. Nos quieren  incultos y entontecidos.

Mis respetos para los Escolar, Téllez, Millás, García Montero, Rosa, Rico, Artal, Maraña, Cruz, Grandes,… más escritores que periodistas… pero en la globalidad, la profesión periodística se ha vendido, como mercenarios de su pluma y de su compromiso social. Se ha transformado en un detritus de la plutocracia, en rehenes de su infame plato de lentejas.  

Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba:” Las dinámicas de la coyuntura económica y los mercados nos han  obligado a revisar nuestras coordenadas económicas y adecuar nuestro legislación y estructuras al momento colectivo” y escríbalo en lenguaje poético. Y Pérez, después de meditar, redacta: « Nos están robando”.

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