jueves, 6 de septiembre de 2012

El viento que se llevó a las Cajas de Ahorro


 

En la mayor impunidad, en la más completa indiferencia gubernamental, en la más absoluta y generalizada corrupción,  un viento de falsa crisis ha acabado (casi) con las cajas de ahorro.

Nuestro sistema bancario se articulaba en un determinado modelo en el que las cajas de ahorro representaban y capitalizaban el ahorro popular frente a la banca inversora y en muchas ocasiones especulativa.

La llamada crisis-estafa del capitalismo mundial se ha llevado por delante la mayoría de las cajas de ahorro con la desmesura de Bankia a la cabeza.

Esta aproximación del ahorro a los ciudadanos obvió sus orígenes y significado y se convirtió  en una fuente de financiación para especuladores locales, el culto a la personalidad, al amiguismo o el enchufe descarado de inútiles y paniaguados.

En Córdoba, pongamos por el caso, era el refugio de la Iglesia reaccionaria y milagrera, el cortijo del Cura Langostino y su infinita egolatría, pero en Málaga, Unicaja repetía el esquema con Medel y el medelismo, y el Monte de Sevilla y Huelva, y la Caja de Castilla La Mancha, y la CAM…

Algunos partidos políticos, -unos muchísimo más que otros-  han metido “el cazo” a conciencia. Han utilizado las cajas para no pagar sus muchas deudas de funcionamiento y campañas electoreras, para situar privilegiadamente a sus ineptos favoritos y, ahora, toda la ciudadanía, empobrecida y víctimas de las políticas neoliberales, paga el generalizado desmadre.

Este es el país de las paradojas. Donde “robar” dos garrafas de aceites y tres paquetes de arroz en un supermercado puede ser un terrible delito y no merecer ni comentario la desaparición de medio centenar de cajas y sus  decenas de miles de millones de euros. La desvergüenza absoluta instalada en el poder y en las mentes.

La diferencia está en quien es el autor material de los robos. El oficio de mercaderes y sus acólitos ven delito, detención y cárcel en una cosa y olvidan, permiten, amnistían e indultan en otras.

En este altar de la mentira, un viento arrasador se ha llevado a las Cajas de Ahorro y nos ha dejado, entre los vivos, a sus sacrílegos sacerdotes.

 Y lo malo es que no sabemos qué hacer con ellos. Rato, y es sólo un ejemplo, puede pasar de estar penando a pan y agua toda su vida a hacerlo santo.  San Rodrigo del PP.

No hay comentarios:

Publicar un comentario