lunes, 18 de mayo de 2015

La caspa de la casta





En el pueblo de Arcos de la Frontera el juez investiga una denuncia por la cual los concejales del PP de esa localidad han estado cargando al municipio sus gastos particulares en gasolina. Punto y coma. 

En un pueblo alicantino, la alcaldesa, del mismo partido y cueva, derivaba hacia su cuenta corriente el pago de cuotas de los militantes, a los que exigía estar al corriente de las mismas para las elecciones internas.

Es recio este país, no cabe duda, aguanta todo lo que le echen. Son sólo dos ejemplos, pero reveladores de una transversalidad.  Lo mismo un vicepresidente de gobierno se enriquece durante su mandato y crea 70 cuentas en otros tantos paraísos fiscales, se paga “masajes” en puti-clubs al mediodía con cargo a la tarjeta de un banco quebrado, que los concejales de un pueblo gaditano cargan el llenado del depósito de su coche con cargo a las parcas cuentas de su municipio, azotado por el paro.

Rajoy sale a la calle en Palma de Mallorca y la gente lo abuchea y lo mismo le pasa luego en Oviedo, en donde los manifestantes le coreaban "Mariano, Mariano, no metas más la mano". Y es que es eso: están metiendo la mano hasta el saqueo, Cospedal dixit.

Alberto Garzón lo ha dicho en Gijón contundentemente: partido de ladrones. No responden nada porque no tienen nada que responder. No se puede responder a las evidencias y a los diagnósticos.

Tras los rastros de las cuentas suizas, de los delitos fiscales o de los concejales de urbanismo “espabilados” suelen estar siempre los mismos. Hablan de “partido de la libertad” o “de los trabajadores” y cuando lo oiga, échese mano a la cartera. Si no se la han robado ya, están a punto de hacerlo.

Y dentro de unos años, aunque –teóricamente- sea de otro partido, dicen que de la “oposición”,  lo podrá usted ver, orondo y cerdícola, en la cubierta de un yate, encendiendo un puro junto a una rubia jamona.  

Algo hay que hacer para animar la escena, pero lee uno las encuestas electorales, y sólo ve más de lo mismo.  Ve a los de las puertas giratorias, a los que han perdonado 3.000 millones a las empresas eléctricas, a los que han rescatado bancos bajo la solemne promesa de que no costarían un duro a los españoles, diciendo que no van a poder devolver 64.000 millones, y en el colmo de las desfachatez, pidiéndole el voto el nombre de la “democracia” y la “transparencia”.


En otro momento hubiera pensado seriamente en el suicidio, ahora, casi me conformaría con menos, que el PP vuelva a gobernar en Madrid, Valencia y Baleares, que la “marquesa” vuelva a ser alcaldesa, pero me conformaría, digo, con que a fin de año, no me mandaran una carta para decirme que han hecho un “gran esfuerzo”, para subirme un 1 por ciento mi pensión. 

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