jueves, 7 de mayo de 2015

El enemigo interno




Si uno no supiera que “ese” partido es corrupto de nacimiento. Si uno no supiera que en realidad es una asociación de malhechores,  que bajo la cobertura de un partido político, estafan, roban y esquilman a los ciudadanos. Si uno no supiera que detrás de esta mafia organizada, están los soportes de todo un sistema de extracción y acumulación de la riqueza a costa de las capas populares.

Si uno no supiera todo eso, al hilo de los acontecimientos de esto días podría preguntarse: ¿quién es el enemigo interior de este gobierno y de este partido que mueve los hilos del desastre electoral que les viene encima?

No se sabe, pero solo en los últimos días hemos asistido atónitos a la detención, mano en nuca, de Rato, a la petición de Aguirre de echar a los indigentes de las calles de Madrid, al proyecto de Catalá de implantar contra la prensa la censura y sanciones para impedir que se publiquen filtraciones de sumarios secretos, a una señora que se le va la olla al subconsciente y habla de: “hemos trabajado mucho para saquear a este país”, al escándalo valenciano del cuentabilletes de  Rus y sus “dos millones de pelas” y ahora a la huelga del fútbol.

Creo que, ni a propósito, pueden ser más torpes. Si en realidad en nuestro país hubiera una democracia avanzada -que no la hay porque lo que tenemos un “resfriado mal curado del largo franquismo” que padecimos-, esta partía de maleantes se quedaría para hacer calceta en las próximas elecciones de lo que fueran.

¿Cómo si no podría obtener algún voto unos ladrones contumaces desde hace cuarenta años, unos “hacedores” de la política al dictado de banqueros y lobbys extranjeros, unos lacayos de la curia más arcaica y reaccionaria y unos mendaces que cuenta billetes de sus atracos en coches con grabadora?

Es que ni siquiera hace falta tener memoria histórica para que a una mediana sensibilidad se le salten las hieles oyendo a una de sus candidatas referirse a los siete abogados asesinados en 1977 en la calle de Atocha, como “esos abogados comunistas”, con un desdén y una crueldad impropia, ya no de una persona que aspira a ser regidora de la capital del Estado, sino del más vil de los terroristas a los que con tanta frivolidad como desconocimiento condena.

Uno llega a creer que los políticos y malhechores que nos gobiernan son en realidad un clan motorizado de vecinos de dos manzanas de la calle Serrano, y que su visión del mundo, del país y de la economía la limitan sus lustrosos sobresueldos y su suprema debilidad mental.


Cada uno en este mundo defiende sus “joyas”. Que pueden ser diamantes o pulgas. Estos son los de las pulgas. 

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