martes, 12 de mayo de 2015

Estampa del alcalde de Córdoba brindando el toro de la “normalidad”




La desfachatez se junta con la prepotencia, lo cutre se une a lo siniestro, el soborno se intercambia con los sobres, el robo copula en el seno de este partido de los banqueros rescatados y hasta los suyos lo ven como un “hombre sin palabra”. En medio de todo ello brota, con jeta propia, José Antonio Nieto.

Es posible que se le olviden las promesas electorales, pero ayer emuló a su jefe, el gallego que trota, para situarse en exclusividad en lo “normal” y llamar por omisión, “anormal”,  “paranormal” o “subnormal” a la mayoría de la población de Córdoba que no lo va a votar. Ni a él ni a su partido.

Según las encuestas, en el mejor de los casos, a su candidatura la votaría un 30 por ciento del electorado, que también difícilmente superara el 60 por ciento del censo total. Quiere decir que a Nieto y sus apaches, disfrazados de demócratas, lo votarían, directamente, el 18 por ciento de los que viven cerca de la Mezquita, antes Mezquita.

Y este niñato de la Campiña terrateniente, bruñido por gominas y visones de cónyuge de general, se apropia, en exclusiva, de la “normalidad”.

 Su figura está en la órbita clásica del médico que no ha pasado una consulta en su vida,  la del abogado que jamás ha defendió un pleito. Es, Soberano, pura casta. Y pertenece a esa herrumbrosa solera de los aparatos de los partidos. “Hombre de partido”, dicen. Que es concepto que se aproxima bastante a la inutilidad marchante.  Con eterno sueldo pringoso derivado de las eternas “donaciones” de empresarios, a la espera de privatizaciones y contratos de servicios y obra civil, tiene una verborrea, pura creación de don Manuel y el José Mari.

No se trata, pues, de una cuestión política  o procedimental.  Es algo que se hereda por el culo.  Su estética calca presidentes de diputación recontando billetes y desfiles fashion week de asociaciones Provida.

Como modelo exclusivo, con rostro de efigie,   no denota un mínimo pliegue, no concede mirada alguna alrededor. Va al Ayuntamiento esquivando desahuciados, consumidores de agua potable cortada, como un capataz-paso-palio recién peinado.

Pero, ¿qué siente este modelo de galán trasnochado, cantante de tangos de la derecha? Sus actuaciones parecen el fruto de una reflexión ególatra calculada al mayor interés. En su conjunto evoca al Aznar amigo de Gadafi y al retoño en femenino de Carlos Fabra. 

¿El Bien o el Mal? Digamos que el dinero, la nómina y la posibilidad real de adjudicarse en subasta privilegiada una vivienda fruto de un desahucio. ¡Que se jodan, dijo la niña! Y corrobora Nieto. ¡Que se jodan los del Rey Heredia, que no son “normales” y que no me van a votar nunca.

Nieto, su gomina y su rostro de señorito, recién bajado del caballo, viven –y comen- de su “anormalidad”. Sobrevenida.



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