martes, 29 de enero de 2013

Es imposible que les de vergüenza el desempleo juvenil


En medio de una absoluta desinformación se ha celebrado en Madrid el plenario de la Confederación Europea de Sindicatos (CES) a la que sorpresivamente han asistido el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn, el Presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, y la ministra de Empleo -¡¡¡!!!- español, Fátima Báñez.

Rehn dijo, para congraciarse con los anfitriones sindicales, que el dato relativo al desempleo de los jóvenes en España (58 %) ”es inaceptable” y Schulz no se anduvo por las ramas y dijo del mismo que “es una vergüenza”.

Quien lo dijo no es un izquierdista pancartero en una manifestación, es un ultraliberal que hace de Presidente del Parlamento Europeo.  Pero no. Es imposible que los responsables de este dato y de esta realidad sientan vergüenza. Para sentirla hay que tenerla.  Y nadie del Gobierno y del equipo de un desaparecido Rajoy, la tiene.

Y menos que nadie, Fátima Báñez, una desgraciada, incompetente e impresentable ministra de no sabemos que, miembro de una empresa familiar onubense que lleva un año sin pagarle a sus trabajadores.

Schulz puso el ejemplo de una entrevista que había tenido con tres jóvenes entre 18 y 30 años, con títulos académicos superiores y que “todos estaban en el paro”.

Pero no es una vergüenza.  Es bastante más. Es un auténtico genocidio de toda una generación. Llega a límites de verdadera ignominia que más de uno de cada dos jóvenes se levente cada mañana sin tener donde emplear sus ocios, sus capacidades y su tiempo. Sin ingresar al mes cantidad alguna para satisfacer sus necesidades vitales, viviendo a costa de su familia, si es que esta puede y sin ninguna perspectiva o esperanza a corto y medio plazo.

Pueden que llevaran razón. Este el “fin de la Historia”. Esta es la raya en el agua que ha hecho el capitalismo en nuestras vidas y que, obviamente, requiere una respuesta espectacular. No nos vale que ultraliberales, ejerciendo buenas relaciones con sindicalistas, digan que es inadmisible o una vergüenza. Intelectual, estética y políticamente hay que mandarlos al fondo de sus camadas. No existe el fin de la Historia. Al menos, de esta historia.

No hay que insistir, esta es la clase de acontecimientos que acaban conduciendo a una sociedad a la revolución.

Y hay demasiadas cabezas que llevan demasiado tiempo donde no deben.  ¿Sobre sus cuellos?

 

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