martes, 11 de diciembre de 2012

Bravos, mansos y sobreros


 

El “desministro” Wert se ha definido a sí mismo como “un toro bravo que se crece en el castigo”. Resulta evidente que este morlaco, además de poca originalidad – Miguel Hernández usó mucho más certeramente esta expresión en el verso 9, soneto 23,  del “Rayo que no cesa”- no es muy bravo que digamos. Es más bien un “manso” de mucho cuidado e inclusive  un “cabestro” o “marrajo” de considerables dimensiones.

Por su andar por la plaza, huido, rebuscón, refugiado en tablas y manseando ante los del castoreño, está dando muestras de poca clase, encaste y bravura.  Ha ido mal al caballo, echando la cara arriba, flojeando de los cuartos traseros y perdiendo las manos en cada embroque, por lo que ha sido condenado a banderillas negras.

Se ha refugiado en las tablas del acuerdo secreto con la “Conferencia” y corneado a traición a la comunidad educativa, tirando peligrosos derrotes a profesores, alumnos y padres. Se ha arrancado de sopetón contra la cuadrilla catalana y ha abierto la boca por falta de aire y bravura.

Le ha pegado un cornalón mortal a la Educación para la Ciudadanía y se ha rendido de patas y manos ante las exigencias del verduguillo de los obispos, sembrando el terror en el ruedo y las cuadrillas con su cornamenta bizca y desigual, de corniveleto de la derecha clasista.

De poca nobleza y falto de casta, su embestida descompuesta y al arreón, ha propiciado el descrédito de todo el lote de los de su camada y mala sangre, y la bronca del respetable al mayoral de su ganadería, que ha tenido que salir del ruedo protegido por los guardias.

El hierro del PP ha quedado en entredicho, por la desastrosa lidia de otros erales o sobreros como “Gallardón”, “Báñez” o “Islero de Rajoy”, de divisa azul y gaviota, novillos embolaos de la crisis y el trinque, reservones y malintencionados y camino de quedar únicamente para lidias grotescas o menores como las del “Bombero” o “Enanito” toreros.

Lo dijo el genio de Orihuela: “Nunca medraron los bueyes en los páramos de España”.

Nada de bravo, un buey.  O cabestro.

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