lunes, 11 de junio de 2012

Rajoy vive ya en el corazón de las tinieblas




Los griegos antiguos, que en nada se parecen a los de ahora, buscaban una presencia de la divinidad para cada cosa.  Para los excesos, se inventaron las “furias erinias”, unas deidades infernales que volvían a la tierra para castigar a los que rebasaban los límites.  De cualquier cosa, de la cordura, de la sensatez, de decir mentiras…

Rajoy, ese desgraciado presidente de esta desgraciada España, está siendo acosado sin cesar por las furias, que, finalmente, los arrastraran a los infiernos.

No se puede mentir más. No se pueden rebasar más los límites del fraude y el engaño. No se puede adulterar más el lenguaje y la verdad. El día 28 de mayo, abrumado ya por las oleadas de mentiras sin cuento que lleva en su mandato, dijo, poniendo énfasis en cada sílaba” No-ha-brá res-ca-te de la Ban-ca”. Antes, en campaña electoral, había dicho: “Ni un duro de dinero público para la Banca”.

Su capacidad de mentir se ha elevado exponencialmente. Ha rebasado todos los límites. Recuerdo, en este sentido, la mala adaptación que la de la novela de Joseph Conrad, “El corazón de las tinieblas” hizo la película “Apocalipsis now”.  Marlow cree encontrar en el coronel Kurtz el límite del horror. O mejor dicho, la búsqueda consciente de ese límite, que hace el personaje interpretado magistralmente por Marlon Brando.

Rajoy habita ya, por derecho propio, en el corazón de las tinieblas. ¿Puede haber algo más infame u horrendo que hacer pagar a unos ciudadanos ya empobrecidos, ultrajados y mentidos hasta la extenuación, los excesos de tres lustros de desafueros de la política especulativa de la Banca y los banqueros?

100.000 millones de euros, su pago, más intereses, es condenar no sólo a esta generación a vivir con la soga al cuello, es extrapolar e hipotecar con esta realidad a cinco generaciones de españoles.

Rajoy, el gobierno desgarrado y canalla del Partido Popular, prueban, en cada medida de su neurosis, con encontrar el límite de la humillación nefanda de la ciudadanía. Aquí lo resistimos casi todo, pero ellos no. Las furias los arrastraran a unos infiernos de gramática de las palabras y bicarbonato de las mentiras.

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