domingo, 10 de junio de 2012

A modo de explicación a mis lectores y amigos




Ayer retiré mis dos últimos post publicados. El último, titulado el “El juez langosta”, no merece mayor comentario. Un amigo, experto en fotografía digital, me aseguró que la foto que ilustraba el artículo no era real sino un montaje, algo que debí suponer y no pecar de absoluta inexperiencia. Con todo lo que da de sí el personaje retratado en el artículo no era cuestión de construir un comentario sobre una falsedad. Ya tenemos bastantes.

El otro artículo retirado, “El fascismo que pagamos todos”, si que merece una amplia valoración.  Desde un primer momento empecé a recibir correos y comentarios improcedentes, ofensivos, insultantes o amenazantes. Hasta seis comunicantes se declaraba “autores” de la foto –lo que excluye en cada uno, la verdad en los otros cinco- y me pedían que les pidiera perdón, proclamara que la foto de la policía deteniendo a una anciana o que retirara el artículo, amenazándome con todas las penas de la legislación  vigente, además de las del infierno.

Yo, de nuevo en mi ingenuidad, tomé la foto, la primera que incluía en uno de mis artículos, de una publicación en Facebook que hablaba sobre la violencia policial en las últimas manifestaciones.  En las redes sociales, se republican o twitean al día millones de fotos, comentarios, artículos, porque esta en la esencia de su sistema. Una inmensa mayoría no reclama autorías ni derechos de autor, ni propiedad intelectual sobre los mismos.

Pero la foto que tomé yo, cuidando mucho e incluyendo esa idea en el texto que elaboré, de decir que la foto fuese mía. Hablo del “azar del fotógrafo oportuno…”. Pero nada, una jauría de “autores” y sus alentados amigos se lanza sobre mí, mi correo, mis cuentas de Facebook y Twitter y los inundan a insultos, descalificaciones, amenazas. Mi cuenta de Twitter queda bloqueada.

Como ante la evidente incongruencia de sus “autorías” contrapuestas y sus comentarios insultantes, y como administrador de mi propia página no publico sus comentarios, suben un grado, al “ladrón” (habitual y de inicio) y añaden el de “fascista” y “antidemócrata”.

¿Ladrón yo? Vivo con una mísera pensión, en una vivienda de alquiler, conllevando con la mayor dignidad que puedo mis muchas intervenciones quirúrgicas, divorciado, solo. En mi vida he robado nada a nadie. Cuando fui concejal, por un extraño atavismo, y en una época que aún no había teléfonos móviles, salía a la cabina de la esquina a hacer mis llamadas de carácter particular.

¿Fascistas yo? Desde los 13 años milito en organizaciones clandestinas que combaten y han combatido el fascismo. He sido sindicalista durante treinta años, me he dejado la voz, las tripas, el duodeno y el hígado ante  megáfonos, asambleas o mesas de negociación colectiva.

Si no publicar comentarios ofensivos, insultantes, amenazantes, contradictorios entre si, en una página que he construido yo, golpe a golpe y verso a verso, durante 19 meses y 220 post es ser antidemócrata, lo soy. Si no presto la difusión que yo me ha ganado, mis amigos  a través de ella, a una histeria reaccionaria y enfermiza, es ser antidemócrata, lo soy.

En el día de ayer, se produjo una escalada. Periodistas varios, casi todos del mismo signo, claman contra mí en algunos medios, alentados por el “autor” que más énfasis ponía en reclamar para si la foto publicada.

Consulto, gratuitamente, con un amigo abogado. Me dice que el tema es pura filfa, pero que quizás por prudencia y para mi tranquilidad, valore el retirar el artículo.

Lo pienso. No tengo ni edad, ni economía, ni salud, ni psicología para emprender un camino de querellas, contraquerellas, juicios y estar al albur de que un juez de esos que tanto “nos quieren” a gente como a mi, me complique mi plácida pero pobre vida.

Retiro mis dos artículos, que no se si por el hecho de llevar foto incluida,  eran los dos más leídos de los últimos tiempos.

Es curioso que esta virulenta escalada de llamarme a mi ladrón, fascista y antidemócrata se produzca el mismo día que se produce el mayor saqueo y latrocinio que conocen los cielos patrios. 100.000 millones de euros, perpetrados, por unos demócratas de pata negra, cuyo presidente no siquiera se digna en comparecer, y que el acusado y el objeto de las iras de unos señores que se llaman a sí mismo, “profesionales” sea yo, que he “robado” una foto de una red donde hay 370 millones de ellas.

Siempre he sido una persona demasiado espontánea y, al mismo tiempo, reflexiva.  ¿No será toda esta reacción un problema de conciencia, o un simple problema de envidia? Han tenido una foto reveladora de una situación tan cerca, entregados, como están de pies y manos, a un capitalismo avasallador, que los silencia y corrompe, que cuando han visto un comentario, sentido pero mal pergeñado, se rebelan, pero no contra sus amos. Se rebelan, contra el que hace el comentario. El signo de su impotencia. El estigma  de su incompetencia.

El brazo del fascismo es muy alargado. Amén.

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