miércoles, 30 de marzo de 2016

Rascarse es muy bueno para la piel

Por un motivo particular –cansancio- anoche dejé de entrar en las redes sociales a una hora relativamente temprana. 

Esta mañana, al levantarme, toda una nueva generación de trollers e “indignados del imperio” me había llenado el correo de anónimos e insultos variopintos, algunos hasta divertidos.

Otros, más osados, asomaban su frustración chulesca en posts de mi propia página. 

Desde el pasado sábado he contestado una veintena de estas “producciones”. He reiterado argumentos, posiciones y planteamientos ideológicos. Sin ningún resultado. Sólo el chauvinismo supuestamente herido y el viva esto y el viva lo otro. 

Un guerrillero de Pancho Villa, cansando de galopar y repetir que ¡Viva Méjico!, dijo: ¡Que viva, pero que viva más cerca! Pues eso, que viva lo que ustedes quieran pero que viva sin tantos anónimos y sin tanta chulería. 

Resulta muy obvio que no puedo pasarme la vida contestando y repitiendo argumentos. Pero insisto en algunos de ellos: mis abuelos paternos murieron prácticamente en la inanición por el vacío que le hicieron las autoridades –civiles y religiosas- del momento porque eran familiares de “rojos”, un hermano de tres de años murió en un bombardeo cuando escapaba de ese pueblo en un convoy civil ante la inminente llegado del terror fusilador en forma de coronel Cascajo. 

Que a la visión cortoplacista, triunfal e imperial, de estómagos agradecidos al poder, abstracto, del de cada momento, no le gusta que me a mi subleve ver un símbolo de aquella tiranía paseado en un cojín, pues que se queden con sus gustos estéticos y con su simbología, que yo me quedaré con la mía.

Durante dos décadas mis opiniones escritas, al margen de capacidades profesionales, fueron silenciadas y bloqueadas por las mafias de la comunicación, que como las meigas, haberlas haylas en mi ciudad.

Con la irrupción de las redes sociales, al menos, puedo expresarlas. Pero, aparte tranquilidad ideológica, no gano nada. Suficiente para que el nivel que mi hígado soporte a insultadores, macarras y fachas descarados sea el mínimo.

Una herramienta, que está al alcance de todos, me permite, cada mañana, eliminar a los perfiles falsos, a los que insultan anónimamente y a quien, simplemente por olfato, me parece que no tengo porque aguantar. Lo hago y lo seguiré haciendo. 

Y si les pica que se rasquen.

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