sábado, 5 de marzo de 2016

La política como laxante









Ceno tarde. Con una extraña abstinencia respecto al debate de investidura busco entre los distintos canales alguno que se ocupe del tema. Encuentro a uno indeseable.  El “Canal 24 horas de TVE” con una tertulia de no menos indeseables, empezando por el presentador, Sergio Martín. Les rezuma el sectarismo, el odio avanzado a todo lo que sea “izquierda”.

Entrevista a Rafael Simancas, miembro de la Ejecutiva del PSOE. Este les gana en odio y primitivismo.  Le piden una opinión de la fallida investidura y larga un mitín cerril contra Podemos y Pablo Iglesias. Ni un átomo de análisis, autocrítica o reflexión.  Repite como un papagayo y en reiteradas ocasiones que “Pablo Iglesias ha traicionado a sus votantes y a las fuerzas del cambio”. 
Esta es toda su dialéctica que suena a eslogan de próxima campaña electoral.

Me pica la curiosidad. Cojo la calculadora.  Resto a los 219 votos negativos obtenidos por el candidato los 69 de Podemos y Compromís. Me salen 150.  Algo falla. Aunque Podemos se hubiera abstenido, la candidatura, con 131 apoyos, habría sido derrotada.

La pataleta de malos perdedores es evidente.  Creo que Pablo Iglesias no ha estado bien en los dos debates de la investidura y no por su referencia a la cal viva, que es tan cierta como impune, pero la incapacidad intelectual y política de sus acusadores es manifiesta. Se creen que todos somos retrasados, incultos o que no tenemos memoria.

Consecuencia: vivimos abocados a la mentira, el engaño electoral y electorero y a políticos como Simancas, toda la vida en el aparato y en el cargo y ahora se presentan como el “cambio”.

Un punto a la calidad en el debate, puesta entre el corsé del tiempo por Gabriel Rufián y Alberto Garzón. Estaría bueno que cuarenta años de lucha contra el franquismo, en la calle, en las fábricas, en los barrios y en las cárceles fueran a ser glosadas, interesadamente, por un señorito vendedor de “preferentes”. En el “centro” (falangista) del “cambio”.


Podrán ilegalizar todo lo que quieran del presente y del futuro. El pasado no lo pueden abolir. Hay una cosa que se llama bicarbonato. 

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