domingo, 1 de junio de 2014

Las dos orillas



La “izquierda” de este país (o desgracia) son unos frikis con coleta. La “derecha” son unos patriotas borrachos con una cinta en forma de bandera en la muñeca.

Los de izquierdas son unos radicales ateos que queman contenedores  mientras los de derechas apoyan y sostienen un rescate multimillonario a la banca y los banqueros.

Los de izquierdas son unos antisistema peligrosos y los de derechas privatizan la sanidad y la enseñanza antes de que estornude un cardenal.

Los de izquierdas son unos proetarras que cantan la Internacional y los de derechas impiden recuperar la memoria histórica y mantienen en infectas cunetas los cadáveres de 300.000 represaliados por un régimen asesino.

Los de izquierdas no creen en Dios y los de derechas creen hasta en Rouco y le dan la medalla del Mérito Policial a la Virgen del Amor (Hermoso).

Los de izquierdas hacen escraches y violentan los domicilios de una casta y los de derechas, mayormente si son jueces del Constitucional,  se emborrachan en la feria de Córdoba y aparecen con su motocicleta en Madrid, sin casco, saltándose los semáforos en rojo y triplicando la tasa de alcohol.

Los de izquierdas no pagan sus hipotecas, los desahucian y meten follón cuando los dejan en la calle y los de derechas evaden sus impuestos, siempre hay un ministro que les concede una amnistía fiscal y las condenas a los que los someten les hacen cosquillas en las plantas de los pies.

Los de izquierdas son recortados en sus salarios y pensiones, los despiden casi gratis total y los de derechas se autoconceden indemnizaciones y jubilaciones millonarias, aunque hayan quebrado a Dios y su santa madre de su santa caja o puto banco.

Los de izquierdas son condenados a tres años de cárcel por robar unas lechugas y a los de derechas les prescriben los delitos, los gurteles y, robando millones, no se les considera que hayan cometido “delito fiscal”.

Los de izquierdas son asaltados en sus sedes hasta cuatro veces en dos meses, le rompen un dedo a martillazos a un candidato sin que los agresores sean llevados a prisión, el fiscal se rasca la barriga y ninguna caverna se escandaliza;  a los de derechas le tosen a un ministro o le cantan algún pareado a un portavoz mentiroso y forman la escandalera en veinte medios escritos, cincuenta tertulias y editoriales de “orden”.

Este país (o desgracia) es así. Un bodrio mental, político, judicial, gubernamental, bancario, empresarial y mediático.


Es, exactamente, una ofensiva bacteriológica, o mierda,  a punto de secarse. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario