miércoles, 28 de mayo de 2014

Diez reflexiones sobre las elecciones europeas





Expertos analistas, politólogos, profesionales de la tertulia y el cheque, ex presidentes desde la giratoria puerta, empleados en cargos públicos por designación digital de sus respectivos “aparatos”, todo el mundo hace su análisis de los resultados de la jornada electoral del pasado domingo.
Sin ninguna pretensión de originalidad, varado en años y rojerío, creando humo dentro de lo que parece evidente, confundiendo orgullo con memoria, en función de mi espacio antes que de mi objetivad, allá van, a modo de decálogo, mis diez reflexiones sobre el perfume reciente de las urnas.


UNA.  La llamada “campaña electoral” ha sido la plasmación de la vergüenza. Los dos grandes partidos de este miserable país han pactado con descaro y alevosía excluir la corrupción de su aderezo de trucado debate. “Yo te cambio un Gurtel por un ERE y tiramos porqué nos toca”.
DOS. Las televisiones públicas se han dedicado al servilismo y la delincuencia de promocionar candidatos y candidaturas, jugando a aprendices de brujo con réditos –pendientes aún de cobro- a los “beneficiados”. El vómito de la verdad y el bicarbonato han subido de precio.
TRES. Las verdaderas encuestas de intención de voto no han salido a luz pública. Han salido las falsas. Cuando un señor de pelo cano, seboso de carnes e ideas, alentó la “gran coalición” conocía ya las “verdaderas”: La debacle del bipartidismo que ha llenado de corrupción y enchufes este país.  Trabajaba ya para seguir ordeñando – a dúo- la gran teta de la que están colgados desde que nos vendieron la burra muerta de la “transición”.
CUATRO. Las encuestas “chachi” radiografiaban un resultado electoral no solo con el bipartidismo mandado a “por tabaco” por el electorado, sino con otro partido (Izquierda Unida) comiéndole los calcañales a los dos hundidos y compadres. Hicieron lo imposible, hasta inventarse, apoyar en la sombra y en los medios a una nueva formación que fraccionara a quien le amenazaba el “quiosco”.
CINCO. La idea de Europa le importa un pimiento a una mayoría de españoles (55 por ciento). El concepto europeo/euro/troika es un fraude intelectual y político. Los ciudadanos venimos padeciendo en piel y sangre sus dictados como para que ahora, muertos de hambre y miseria, demos nuestros votos a una idea que nos explota y esclaviza.
SEIS. La eclosión de la ultraderecha y el eurocepticismo no ha tenido demasiado eco en nuestro país por dos motivos: Los euroescépticos no fueron a votar y la ultraderecha ya está en el mismo pack del Partido Popular de Rajoy, Aznar y Marhuenda.
SIETE. Mis respetos y alabanzas por y para el partido  verdadero triunfador de las elecciones del pasado domingo (Podemos) con el que coincido en dialéctica, programa y “aire”, pero desde la independencia de opinión y criterio que me da el no militar en ninguna formación política desde hace treinta años, creo que la “izquierda” estaba ya suficientemente dividida para entrar al trapo interesado de quien conscientemente quería, quiere y querrá su división y derrota.
OCHO. El gran reto de la izquierda, de la autodefensa popular ante la agresión del capitalismo neoliberal es articularse sobre programas y no sobre imágenes, sobre compromisos y no sobre brillanteces esporádicas, sobre la movilización popular y no sobre los aparatos.  Ojala Podemos, Izquierda Unida, Equo, Compromis y todas las fuerzas nacionalistas de izquierda sean capaces de articular un soporte que sirva de algo a los millones de expoliados, recortados, estafados, desahuciados de este país de ladrones.
NUEVE. La descalificación concurrente, envidiosa y cerril de la fuerza ganadora, retrata a quienes la hacen y a su fracaso. (Arriola, Floriano, Rosa Díez…). Hacer una calificación de “radical”, “populista” o “friki” a quien ha ganado, desde la esencia del populismo, radicalismo expoliador o frikismo mental pone al descubierto la calidad de su sentido democrático y los pone, una vez más en evidencia: todo es perfecto cuando ellos ganan o progresan y todo es antisistema, proetarra y nazi cuando los resultados mueven sus asientos y el suspenso de sus mentes alimentadas en la mentira.
DIEZ. Quiero creer que un viento fresco, limpio y renovado, puede mandar a callar a las chicharras ventajistas y corruptas que llevan décadas gobernando y robando, robando y gobernando, y vendiéndonos como “democracia” lo que no son más que intereses mezquinos, personales y al servicio de una casta.

En la calma de una tarde de mayo, cuando late una claridad tras los sobres abiertos, vuelve a latir una esperanza,  la creencia de que aún se puede compartir un sueño. 

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