viernes, 15 de noviembre de 2013

La sentencia del Prestige, la Justicia, el PP y otras basuras


El problema consiste en saber si se convirtieron en basura o en dilucidar si ya la eran. Per se. El límite de hediondez que puede soportar el ser humano está a punto de superarse.

Ya puede haber el resultado de 80 muertos en un accidente de ferrocarril en Santiago, el de 43 muertos en el metro de Valencia, el de 5 niñas muertas en el Madrid Arena, el de una mole de lodo tóxico invadiendo Doñana o de una masa informe de chapapote contaminando las costas gallegas y causando daños por valor de 4.300 millones de euros que si hay algún político del PP por medio el resultado es el mismo: sin culpables.

La Justicia actúa como coartada del poder, como tapón subcotizado de su impunidad, como relleno de su impudicia. La basura, la mierda empieza a llenarnos a todos.

El país está sumergido en la basura: políticos, realeza, jueces, fiscales, medios informativos y ciudades. Resulta increíble que haya una condena de 9 años de cárcel para alguien que lanza una tarta de nata sobre la presidenta de Navarra y en todos estos casos no haya culpables ni condenas, ni rostros legibles.

Ya está todo inventado y reinventado. Se trata de la cosificación de cualquier principio democrático, de cualquier valor del espíritu, gradualmente, todo va convirtiéndose en podredumbre.

El caso Naseiro se anuló por escuchas ilegales, el monumental fraude del caso Bárcenas y de la trama Gürtel llevan el mismo  camino, los fiscales del Estado actúan más como defensores de los malhechores que como garantes del bien público  y la Justicia ya no es bien sino un mercado.

Este país es de opereta. La basura, sin recoger y sin procesar, la incompetencia, la insensatez y los chorizos nos gobiernan, se parapetan y se protegen con leyes desiguales y menesterosas con su miseria moral y política.

El chapapote ha llegado a lo más alto. Sodoma y Gomorra están al caer.

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