miércoles, 27 de noviembre de 2013

El desdén


 
Una vieja ciudad de un viejo país.  A través de una pantalla parlante una presentadora desgranada la corrupta actualidad. Presidentes que mienten a conciencia, desde el fondo mismo de la mentira, raptores de la democracia en forma de leyes de “seguridad ciudadana” y caciques de diputación condenados a pírricas condenas.

-           Camarero, póngame un medio de “amargoso”

 
Un “medio” es medio cuarto de litro y “amargoso” un vino varietal de Montilla-Moriles. El país se cae a pedazos de podredumbre y desempleo.  Los ministros del ramo arriman millones y más millones a los bancos, mientras recortan a pensionistas, dependientes, educaciones y sanidades. Y el oleaje seguía.

Entre toneles y anaqueles, en aquella taberna de barrio de la vieja ciudad, el mundo desfilaba entre tinieblas y ladrones de Boletín Oficial. Los despojos de un mal llamado “estado de bienestar” caían  en forma de pensiones congeladas, milagrosamente salvadas del total naufragio de los derechos sociales.

Acodado sobre el mostrador, el hombre veía desfilar la tragedia: una muchedumbre de parados, inmigrantes con las carnes abiertas por las cuchillas de la frontera, alevines de fascista insultando a la memoria. La histórica y la asesinada en viles cunetas. Aún le resbala la luz del mediodía por la solera vínica, cuando el camarero le espetó:

             ¿Cómo está el vino?

Ametrallado por la triste realidad el hombre, seco de palabra y de gestos, apenas contestó.  Quieren hacer una nueva ley de “servicios mínimos” en los casos de huelga. Criminalizar la huelga, pensó. Ante el múltiple entierro de las libertades, huelga, manifestación, expresión…  el hombre se fijó en unos boquerones en vinagre que asomaban por el portillo de la cocina.

A la voz del ángel, huyeron los pueblos, dijo el profeta. Y decidió como en un acto de suprema rebeldía:

             Camarero, póngame otro medio.

 

 

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