sábado, 2 de marzo de 2013

Y el país se llenó


 

Y el país se llenó de ERES. Y de despedidos. Y de parados. Y de desahuciados. Y de burbujas. Y de banqueros rescatados. Y de ladrones. Y de sobres. Y de chorizos. Y de corruptos. Y de contratos en diferido. Y de contratos simulados.  Y de recortes. Y de copagos. Y de sueldos en negro. Y de impuestos. Y de IVAs.

Y de ministros cantinfleros. Y de confetis. Y de suicidios. Y de fiestas de cumpleaños de hijos de ministra. Y de vírgenes del Rocío. Y de evasores de impuestos. Y de amnistías fiscales. Y de indultos a los amigos. Y de fabricantes de bombas de racimo. Y de wertzotas. Y de comeyogures caducados. Y de ex tesoreros multimillonarios.

 Y de delitos medioambientales legalizados.  Y de marchas y mareas negras, azules, blancas y amarillas. Y de manifestaciones. Y de protestas. Y de encierros. Y de ministras y ministros sin dimitir. Y de justicia para ricos. Y de tasazos. Y de concejales de urbanismo corruptos. Y de funcionarios congelados.

Y de gurteles. Y operaciones malayas. Y de cuentas en Suiza. Y de escuchas. Y de ayudas a la “Fiesta nacional”.  Y de decretos, decretillos y decretazos. Y de represión policial. Y de policial represión. Y de pelotas de goma. Y de fascistas con gomina. Y de fascistas con pistolas. Y de fascistas en los ministerios. Y de agujeros en la banca. Y de escombros en las cajas de ahorro. Y de bolsos  de Louis Vuitton de “regalo”.

Y de curas sin pagar impuestos. Y de meapilas. Y de roucos. Y de ladrones.  Y de educaciones “concertadas”. Y de privatizaciones. Y de transferencias de lo público a lo privado. Y de hospitales y escuelas cerrados. Y de personas dependientes sin atención. Y de ambulancias y medicinas de pago. Y de programas televisivos al gusto del que manda. Y de silencios. Y de Iglesias mudas ante la injusticia.

Y de “amiguitos del alma”.  Y de “no me consta”. Y de finiquitos simulados. Y de “ese señor hace años que terminó su relación con el partido”. Y de jaguars.  Y de “nadie ha demostrado, ni demostrará”. Y de mentiras. Y de basura. Y de tertulianos a sueldo. Y de menesterosos en los comedores de caridad.  Y de franquistas sólo autoritarios. Y del nostálgicos del yugo y las flechas. Y de liquidadores de derechos sociales. Y de mercaderes de los mercados y mercachifles.

Y todavía había optimistas que a este pestilente vertedero lo llamaban “país”.  Y otros, más optimistas aún, que a este cortijo de señoritos con sobre y cuentas en Suiza le llamaban “España”. 

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