sábado, 16 de marzo de 2013

Vendidos


Entre 2007 y 2013 se han producido en España 400.000 desahucios. Cuatrocientas mil familias ha perdido una de sus garantías  constitucionales: el derecho a una vivienda digna. Cuatrocientos mil dramas humanos, familiares y personales. Cuatrocientas mil ahítas víctimas de la estulticia humana.

Y todo ello al amparo de una ley decimonónica, que ha legalizado y protegido la usura, el desmadre de la rapacidad de la banca y el abuso sin límites  los banqueros.

Ha tenido que ser un Tribunal extranjero el que sobreponiéndose a unas mayorías parlamentarias, a unos gobiernos, elegidos entre ardores de defensa de los intereses populares, haya sentenciado lo evidente, lo sangrante, lo doloso, contra las personas y su condición.

Auténtica vergüenza comprobar como los partidos mayoritarios y gobernantes en este país y ésta mal llamada democracia no hayan movido un dedo para variar un ápice una injustica tan intangible.

Literalmente “vendidos” y entregados a la cúpula bancaria y los perdones de sus fraudulentos créditos electorales, los partidos y sus políticos corruptos, física y políticamente, han permitido, tolerado y alentado un expolio monumental a cuatrocientas mil familias.

Unos banqueros que han sacado de sus hogares a miles de personas por el impago de una cuota hipotecaria, cuando ellos han producido un agujero de 380.000 millones por su impúdica avaricia y afán de lucro, y que ahora, a mayor bochorno, pagamos entre todos entre hambre y recortes.

Ello debería bastar para que fueran declarados ilegítimos y eliminados de nuestro degradado y vergonzante espacio político.

Ha tenido que ser una persona inmigrante y un juez de provincias los que inicien una actuación contra una legislación que, día a día llevaba al expolio, a la desesperación y el suicidio a miles de personas.

No es casualidad que una parte de este pueblo aborregado recibiera al mayor bochorno personal y humano que hemos tenido como realeza al grito de: ¡Vivan la caenas!  Y las caenas han estado vivas casi un siglo, con una ley hipotecaria al servicio del capitalismo más ultramontano e insolidario que se da en el planeta.

La Jerarquía Eclesiástica Española, la Iglesia Española, que con tanta facilidad ve la paja en el ojo de un matrimonio gay o una asignatura escolar ha permanecido muda, ciega y sorda ante esta enorme viga  en forma de ataque a los derechos fundamentales de la ciudadanía, como beneficiaria de otros aspectos de la misma Ley Hipotecaria, que la han convertido en la mayor propietaria de bienes inmuebles de este país por arte de bibibirloque.

Nuestro país, sus leyes, sus gobernantes, sus políticos, dan asco y vergüenza. Se puede, durante un siglo, echar a las gentes de sus hogares, tranquile e impunemente, que tiene que venir un tribunal extranjero a decirle los repugnantes que son.

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