lunes, 18 de marzo de 2013

El Consejo de Ministros y el Rosario de la Aurora


 

El país era un guiñapo. Empobrecido, expoliado, ultrajado, carecía de salud, física, moral y política. Vivía bajo el mayor escándalo de corrupción que habían conocido los tiempos. 300 políticos implicados en casos de corrupción institucional seguían aferrados a sus escaños, pagas y coches oficiales. El soborno y la financiación ilegal bañaban al partido del Gobierno.

Era viernes. Se reunían el Consejo de Ministros. ¡Y parió la burra! El fosforo mental de aquellos lumbreras encontró la solución. ¡Delenda est Cartago! ¡Delenda son los mayores de 55 años!

Presididos por el mayor mentiroso de la historia, el tiempo y el espacio, aquel que en una de su medio millón de mentiras había dicho que su “línea roja” eran la salud y las pensiones, aquel Consejo de inútiles al cuadrado, había encontrado la solución: dificultar, aún más, el acceso a la prestación por desempleo a los mayores de 55 años, bloquearle el acceso a las prejubilaciones a los mayores de 55 años, aumentarles la edad máxima de jubilación a los mayores de 55 años, inventarse un coeficiente reductor por el que  perdían hasta un 23 % de su posible pensión los mayores de 55 años.

Este era todo su saber y ciencia. Habían pisado todos los callos posibles: funcionarios, médicos, docentes, jueces, bomberos, mineros, sindicalistas, estudiantes, enfermos dependientes, pensionistas, jóvenes, mujeres… y ahora le pisaban el callo correspondiente a los mayores de 55 años.

A los únicos a los que no habían pisado ningún callo eran a los curas y los banqueros. En realidad, el Gobierno era un “mandaó” de estos mismos. Los que estaban detrás de la cortina eran estos: los curas y los banqueros, y el Partido y el Gobierno del “gran mentiroso” eran la Pila Bautismal de esta molécula de meapilas y defraudadores. Esta “democracia de la mantequilla”, que cuanto más se toca, más se derrite.

La ciudadanía contaba los viernes que le quedaban a esta Biblia en verso. ¿Quedaría algo en píe? ¿Habrían algún “corralito” argentino-chipriota que arramblara con lo que  había debajo de los colchones? O, ¿tendríamos la inmensa suerte de que la Ministra Portavoz, esa pepona de la envergadura de un borborigmo, anunciara la “muerte el loro” de aquella cosa precaria, untosa e inmasticable a la que llamaban “Gobierno”?

En cualquier caso, una cera seguía ardiendo, en caso de  no encontrar nada a mano,  volverían a robarle algo a los mayores de 55 años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario