miércoles, 13 de marzo de 2013

Cristobalito Montoro o el espíritu de la trampa


Ahí, donde lo ven, este señorito con cara de escoba, es, oficialmente, el ministro de las trampas, perdón, de Hacienda, de este tramposo gobierno.

La criatura asomó la cabeza a este tramposo mundo en Cambil, un pueblo de Jaén, y ya estuvo a punto, al nacer, de aumentarle el IVA a la partera.  Pero se guardó las ganas para más tarde.

 

-          A ver, ¿dígame usted, la lista de los 35 mayores defraudadores de este defraudo país?

-          Esta chupaó. Las 35 empresas del IBEX 35.

-          ¿Y usted como lo sabe?

-          Es que uno, entre ministro y ministro, tiene sus “asesorías”.

Dicen las malas lenguas que cuando Cristóbal dejó de ser ministro de Hacienda con Aznar, se inventó un bufete de “asesoría económica y fiscal” a las más importantes empresas de este país o peña flamenca que rindió pingües beneficios. A ambos. Al cara escoba y a las empresas “asesoradas”.  31 de las 35 de las lista pasaron a tributar en las islas Caimán o similar, mientras a Cristobalito se le iba poniendo la cara de tahúr del Mississippi que tiene ahora.

Luego la melopea fiscal le llevó a decir aquello de “dejad que tiren España, que nosotros la levantaremos” lo que le sirvió para que le concedieran la Gran Cruz de la Orden de Carlos III (el Rey, no el coñag) y flotando en esta cuita, esperó que la marea electorera llevara a Mariano (El Sobres) a la alpargata política de la Moncloa, donde nos apesta a todos.             

-          Oiga pollo, tiene usted tres pisos en Madrid y cobra los 1.823, 86 euros que se dan a los diputados en concepto de manutención y alojamiento.

-          Yes, es para mantener “la armonía fiscal” y otros imperios de las sardinas arenques.

-          ¿Y en Suiza, qué?

-          Yo solo “asesoro”.

En una membrana del subconsciente, Cristobalito se inventó una “amnistía”. Fiscal, por supuesto. Y allá que fueron a caer todos los chorizos y ex tesoreros de partidos andantes, bendecidos por el BOE del cara escoba. Que, sacándole brillo a la lengua de Cervantes dijo que sólo se trataba de “una regularización de activos”  que, de negros pasarían a grises y tiro porque me toca.

Y, erizado de messianismo, creyéndose un crack de las finanzas hacendísticas, el cara escoba ha salido a la palestra a decir que ha ganado la batalla contra el déficit, qué él, Superman de Jaén, le ha salido un 6,7 % cuando al melenas de Zapatero le salió un 7. Y es que claro, previamente había hecho un montoncito con los intereses de la deuda de los préstamos a la banca y escondido el más de 3 % correspondiente.

Y es que hay más, este mercader de la Castellana, había retenido el pago de las devoluciones del IRPF hasta después de publicar, con engaño y alevosía, las cifras del mágico déficit, un 1,7 % de nada, lo que hubiera llevado las cifras reales de esta bagatela al 11 %. Y todo eso después de llenar de recortes, hambre y piojos a una mayoría de españoles.

                -Vamos a ver, Cristobalito, ¿a donde nos quieres llevar?

                -Al bolsillo interior de la derecha de una economía liberal y de supermercado.

                - ¿De los que venden yogurt y barras de pan?

                -No, al supermercados de los supermangantes, modelo Luis El Cabrón.

                Ah, no había caído.  

Con espíritu de inquisidor general, torquemadilla de unos secretos fiscales que él, si los sabe, debe callar más que nadie, el Gazmoño anda amagando contra todo bicho, fiscal o viviente, que no sea de su cuerda de morcillas y chorizos y hoy apunta a los actores, mañana a los periodistas, pasado a los diputados de la oposición, a todos, menos a los de su cofradía genovesa del trinca el sobre y corre.

A Cristobalito yo le estoy llamando “cara de escoba”, pero el maestro Antonio Gala lo definió mucho mejor. Dijo: “por encima de razones objetivas, que las hay (espíritu tramposo, ladinez, sectarismo…) hay razones estéticas. Este individuo, con voz entre flauta sin afinar y portera chismosa, es impresentable, como ministro y como persona.”

Pues eso. Amén.

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