lunes, 9 de enero de 2012

El general estado de la corrupción y del Partido Popular (en particular)


Hoy ha comenzado en Palma la vista oral del llamado caso “Palma Arena” en el que el principal imputado es el ex presidente de la Comunidad de Baleares y ex ministro de Aznar, Jaume Matas.

Una pieza separada de un total de 26 (“Andratx”, PTM, Can Domenge, OMS, etc.) en los que hay imputados una treintena de altos cargos y políticos, en su mayoría del Partido Popular de las islas, acusados de tráfico de influencias, malversación de fondos públicos, cobros de comisiones ilegales, prevaricación, revelación de secretos oficiales o, simplemente, robo. Toda una lindeza.

Y no son un hecho aislado, son los herederos y sucesores de los casos Naseiro, Gürtel, Trajes, Bigotes, Caja B, Galeote…  con los que nos hemos desayunado en los últimos y demasiados años.

No hay que darle muchas vueltas. El nuestro es un  país de pícaros, trileros y mangantes. Están en la historia, la literatura y los genes.  Pero, en su evolución, y aliados con la política, esta variedad de chorizos y embutidos se ha vuelto casi inmune. Roban a mansalva, se refugian en la presunción de inocencia (o en Washington), no devuelven casi nunca lo robado y cuentan con el apoyo explícito de sus líderes cuando les hace falta.

Tampoco es casualidad que la mayoría de casos descubiertos, pendientes de juicio o sentencia correspondan a miembros del Partido Popular. También parece que va con su “naturaleza”. Matas, que contó en su día con el apoyo de Rajoy, quien lo puso como “ejemplo” de lo que quería hacer en España, es una mezcla de vanidades, dispendios y locuras. Joyas, vestidos, cuadros, palacetes, pago de informes y proyectos inexistentes forman parte de su estilo de vida y de política.

Francisco Camps, Álvaro Pérez, Alejandro Agab, Fabra,  Francisco Correa, Gerardo Galeote, Luis Bárcenas entre miles de otros forman parten de esta “galaxia” del embutido picante y trincón. La actual ministra, Ana Matos, estuvo casada con uno de ellos.

Da grima pensar que este partido, trufado de amigos de lo público y ajeno gobierne hoy con mayoría absoluta en la nación, 13 de las 17 autonomías y mas de 4.000 municipios. Las posibilidades, estadísticas, de que repitan la jugada son altísimas.

Como son “presuntamente” inocentes, sus delitos habrán prescrito, no habrá pruebas suficientes de sus depósitos en Ginebra, les habrá “tocado la lotería”, serán príncipes consortes o amiguitos del alma del juez o del fiscal. No devolverán lo detraído del erario público –que anda tan sobrado-, se olvidaran sus casos, volverán a ser candidatos. Los votaremos. Y ellos, u otros muy parecidos, volverán a robar.

El espectáculo, terrorífico, de la estupidez y la miseria humana, amenaza con aniquilar cualquier noción de decencia y confianza. Tenemos las horas contadas.

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