martes, 24 de marzo de 2015

Análisis de la elecciones andaluzas (2)



Las encuestas públicas, las encuestas internas, la dirección del PSOE, la dirección del PP… todo el mundo sabía que el PP se hundía en Andalucía. La única que no pareció saberlo fue la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría que teledirigió un candidato, casi desconocido, con un “centrismo” trasnochado y provocando horteramente a la no menos hortera socialista.

Si alguien tenía dudas, que viera los mítines y actos electorales, desvaídos, sin asistentes y con brindis al sol de los “espadas”. Un ejemplo: de los quince días de campaña ha habido algunos en que el PP de Córdoba  ha tenido un solo acto,  y en un pueblo de la Sierra de menos de 1.000 habitantes.

No les podía pasar sino lo que les ha pasado, que han perdido medio millón de votantes y 17 escaños.

El comportamiento de las direcciones del partido, autonómicas y nacionales, deplorable. Dejaron al candidato sólo en Málaga, después de un falso arropamiento inicial y buscaron al primero que pasaba por allí (el portavoz de campaña, Pablo Casado) para que diera la cara que escondía toda la dirección nacional, con Rajoy viendo el Barça-Madrid pegado al televisor.

Entre la abstención del votante de derechas, cansado hasta estéticamente de su partido y la irrupción más o menos artificial de “Ciudadanos” se han llevado a las urnas o a su casa el medio millón de votos perdidos.

A Ciudadanos lo retrata su candidato a presidente. Juan Marín ha militado, hasta el momento, en el PP, en el PA, en el PSOE, en un partido local de Sanlúcar y en la “marca blanca del PP o el Podemos de Derechas”. Es puro markenting electoral, el partido y travestismo, el candidato.  Se decía, en la mitología, que Saturno devoraba a sus propios hijos, en este caso y de aquí a noviembre, el hijo puede devorar al Saturno de la Caja B.

Podemos ha obtenido un resultado importante, pasar de 0 a 15 diputados, no puede ser otra cosa, pero está lejos de lo que se esperaba y de lo que vaticinaban la encuestas. No se entiende a Podemos si no gana, si no depura y desinfecta este escenario político de la adulterada Transición de las Castas.

Teresa Rodríguez, que inicialmente parecía una buena candidata, no ha dado la talla, con argumentos de poco calado, infantiles y en ocasiones pueriles, hasta se asustó de ir al “debate al 7” y en términos coloquiales “la cagó”.

No porque sea mi amigo no voy a dejar de decirlo. Podemos ha desperdiciado al que podría haber sido su mejor candidato. El abogado e incansable activista de los derechos humanos, Manolo Delgado. Presente en toda causa social, en los movimientos anti desahucios, en el conocimiento de las leyes contra la hipoteca, hasta personado en la causa contra la Infanta, Manolo era el candidato ideal. No lo ha sido ni por la provincia.

En otro momento intentaré analizar lo ocurrido a la formación política de mi desgracia.

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