martes, 25 de junio de 2013

Marhuenda, la basura y los pavos


El periodista Alfonso Rojo ha dejado, por escrito, una visión de lo que piensa la “derechona” del estado actual del país. Ha dicho que “no se pide permiso a los pavos para celebrar la navidad”. Muy revelador.

Otro presunto periodista, Francisco Marhuenda, ha calificado como “basura comunista” a un cierto sector de la opinión pública, expresando con aterradora precisión el antifaz democrático de los de su clase y condición.

Es decir, que la derechona patria está crecida y casi al mismo nivel que en la horrorosa Guerra Civil, y han recuperado al completo su espíritu cainita, abandonando, sin complejos, cualquier atisbo de falsa reconciliación y mascarada democrática.

No hay que pedir permiso a “los pavos” para celebrar la navidad de la corrupción y el recorte sin entrañas, dejar a 340.000 alumnos de las clases populares sin becas, triturar a jueces que investiguen desmanes y poner al ministerio fiscal a defender a los delincuentes del soborno y la financiación ilegal.

Este país es una “unidad de destino en el mangoneo universal” y el cinismo aparece en grado de convulsión. Los voceros de la banca y los empresarios sobornadores aparecen con descaro y virulencia, nos llaman “pavos” y “basura” y se vuelven a su cubo del sobre y el paraíso fiscal.

Pueden ocurrir varias cosas. Una, que prosigan con su “navidad”, atacándonos cada día el pescuezo en forma de reformas, privatizaciones e impuestos, jactándose de su condición de clase dominante y bendecida por sus sobornadas urnas, y otra, que los “pavos” se rebelen y manden a todos los marhuendas y esas  odiosas entidades del crimen y la paranoia organizadas al exilio forzoso de sus privilegios.

Este país es, desde tiempo inmemorial, una puta mierda. Hemos soportado “reconquistas”, falsas unidades, austrias y borbones, cánovas y sagastas, caudillos y corinnas y ahora tenemos una generación de aznares y rajoys, de basuras, marhuendas y pavos , viles y patéticos, que desde las tertulias y la cartera llena, se empeñan en amargarnos los días y las horas.

Tengo una ilusión, y una esperanza, cualquier día de estos, a los pavos se le inflaran los genitales hasta el límite de lo insoportable y mandaran a estos salvapatrias a una baratija de navidad. Y sin pedir permiso. También.

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