domingo, 1 de julio de 2012

Una llamada a la huelga general indefinida




Me avisa una persona amiga.  Veo una entrevista de la Televisión Catalana a la monja benedictina, Teresa Forcades. No doy crédito a lo que veo y oigo.  La monja ya era conocida por la denuncia que hizo de la estafa de las multinacionales farmacéuticas con el bluf de la falsa pandemia de gripe.  Con rigor, sistemática y método analiza la crisis económica. La crisis no es espontánea, es inducida, obedece a un plan pre elaborado, estamos siendo víctimas de un brutal ataque de una minoría, los pueblos y los ciudadanos somos rehenes de una auténtica dictadura financiera.  Tenemos  y estamos legitimados para defendernos del mayor ataque que sufre la democracia y las libertades públicas en toda su historia.

La monja concluye su análisis: anima a una huelga general indefinida para eliminar  los gobiernos títeres del capitalismo financiero y carentes de legitimidad.

Antes de que pueda decir que estoy de total acuerdo, un velo de silencio cae sobre la entrevista que casi desaparece de los archivos.  La prensa mediática (la voz de su amo) la ignora. Nadie, salvo las redes sociales, se hace eco. Parece que la monja, que ha producido la indignación de la jerarquía eclesiástica,  ha desaparecido.

La perpleja constatación de esta realidad, que una persona libre, que difícilmente puede ser acusada de marxista haga un análisis así nos lleva al estupor.  Es evidente que nuestros gobiernos no están legitimidados,  que ese eufemismo del poder económico que son “los mercados” cambie y derroque gabinetes, dicte norma que suponen la pobreza y la miseria de personas y pueblos, que gobiernos como el de nuestro país sean la concreción de una mentira permanente y persistente, nos tiene que llevar a la conciencia pura: vivimos una situación excepcional. La más dura y funesta de las dictaduras rige con crueldad y despotismo al planeta.

No es una monja analfabeta, dientona y milagrera. Es doctora en biología, medicina y teología. Vive y analiza la sociedad y su tiempo. Hay que levantarse, hay que combatir el oprobio que nos ha caído encima, hay que derrocar este estigma.

 Hoy, primero de julio, ha subido un cuatro por ciento la luz, que había subido un siete por ciento en abril, ha subido el gas, la autoridad eclesiástica ha pedido el desalojo de los que se han quedado sin casa y protestaban encerrados en una catedral,  empieza el repago de los medicamentos, aunque eso si, hay miles de energúmenos dispuestos a gritar hasta la extenuación que son españoles.

 A salvo ya, mentalmente, de ese oscuro deterioro del respeto a unas formas democráticas inexistentes, con huelga  indefinida o sin ella, hay que acabar con esta situación. Y con los que la han producido, mantienen y sostienen.

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