viernes, 13 de julio de 2012

El papelito del Borbón en el Consejo de Ministros de los recortes


La cabra tira al monte.  Y borbón rima con un derivado de esta (la cabra). Aprovechando que no tenía que cazar elefantes o emborrachar  osos el inquilino de la Zarzuela se ha ido a unir su suerte política con el mequetrefe gallego que se cree que nos gobierna.

Cuando media España perece de la otra media.  Cuando el partido de la gomina hace pagar a los funcionarios, los parados (¡que se jodan!) y los pobres de esta desgraciada de estado o comunidad de atracados, los excesos de la cultura del pelotazo, el estallido de la madre de todas las burbujas y el agujero negro de todos los bancos  y cajas gobernadas a mayor gloria del yate en el puerto deportivo y la mansión de lujo, el nieto de Alfonso XIII se va a presidir el Consejo de Ministros (o de los bandoleros que sean) que levanta acta funeraria del “estado de bienestar”.

Los ingenuos, los tiralevitas y los vívanlascaenas de siempre hablaban del “papel arbitral de la Corona”, se comían atravesados los renglones de la Constitución que así lo establecía y aplaudían al Monarca, a su yerno y a la Corina de turno, cuando entre brumas de wiski o coñac decía, allá por la Navidad, eso de que “la Justicia debe ser igual para todos”, con música de gaita y fanfarria celestial.

Ahora ha dicho, con el cinismo y el fariseísmo que le es propio: “que la recuperación afecte a todos”. Como si hubiera a haber recuperación, y como si sonando la flauta la hubiera, fuera a afectar a los que ahora pagan la crisis-estafa y no, en exclusiva, a la cuenta de resultados del BBVA o Santander de guardia o a los patriotas del “zoy ejpañol, ejapañol” que engordan los activos de las oficinas bancarias de Zúrich.

Yo le diría, que en vez de ligar su suerte a un equipo gobernante de atracadores por real decreto, se fuera a hacer puñetas. Como su abuelo, cuando unas elecciones municipales se las  pusieron tiesas.

Si yo fuera un periodista a sueldo de algún medio de la caverna y tuviera que ponerme entre solemne y serio, diría que el monarca se ha equivocado, que se ha puesto del lado equivocado en el momento equivocado, y que su gesto, arbitrario, injusto y desleal con millones de compatriotas, le puede (y le debe) costar caro.

Cuando los títeres gobernantes, en un momento que ellos definen como “excepcionalmente grave” dejan incólumes las asignaciones a la Casa Real, a la Iglesia mas insolidaria del planeta y vuelven a unos postulados inequívocos de “lucha de clases”, de legislar y favorecer a los ricos y poderosos, el monarca se ha vuelto a equivocar. Y ya no le bastará con pedir un ensayado e insincero perdón.

Cuando caiga el monigote gallego, que caerá más temprano que tarde, que aproveche y se vaya.

En mi tierra cuando se quiere mandar a alguien muy lejos se le dice: “vete a freír espárragos”. Pues allí.

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