viernes, 21 de octubre de 2011

Apología colectiva del asesinato


Andan las llamadas “cancillerías occidentales” muy ufanas y alegres por la caída y muerte de dirigente libio, Muhammar el Gaddafi.  

Y uno, educado en un más que probable inútil respeto a valores como el derecho de gentes, las garantías jurídicas y procesales y los derechos humanos no sale de su asombro.

En menos de un año hemos asistido a la caza sistemática y posterior muerte y dispersión de sus restos de Osama Bin Laden, y si nos remontamos algún tiempo atrás podemos incluir  en esa negra estela a la muerte por juicio sumarísimo y ahorcamiento de Saddam Hussein.

Parece que el hecho de ser presuntos terroristas, dictadores o reconocidos sátrapas justifica que se les mate como ratas y que hasta el Vaticano redacte una nota congratulándose de los eventos.

¿En qué quedamos? ¿No está la filosofía del occidente cristiano basada en los derechos  humanos, la garantía universal de juicios, defensas y condenas justas?  Como si en el mundo no hubiera más dictadores, terroristas y criminales de guerra que los tres islamistas asesinados a toda velocidad y con todas las bendiciones y alabanzas de una sociedad tan hipócrita como decrépita.

¿Qué mensaje transmitimos a nuestros estudiantes de derecho ¿Dónde el habeas corpus?  ¿Dónde el derecho a defensa?

Parece que vivimos abocados a la ley de la jungla. Invadieron Irak, con el único móvil de su petróleo, en una guerra injusta, mentirosa y sangrienta (1.300.000 víctimas). Con una hipocresía sin límites, la ONU y la OTAN propician nuevas guerras y bombardeos en Libia para “proteger a la población civil” y a la semana las bombas caen en edificios civiles, mercados y escuelas. Quieren proteger a un pueblo de un dictador y Amnistía Internacional denuncia que los rebeldes están torturando masivamente a detenidos, cuando no matando directamente a “presuntos mercenarios del dictador” sólo por el color de su piel subsahariana.

A Gaddafi lo detienen vivo y en algo que resulta un bochorno para el género humano, es rematado con un tiro en la sien por un joven de 18 años que es aclamado como un héroe por la llamada comunidad internacional. Pura apología colectiva del magnicidio y del asesinato. Y no les da la más mínima vergüenza. Eso sí, a cobrar el botín en forma de contratos por el petróleo con la máxima rapidez.

¿No hubiera resultado más eficaz, legal y humano detener al dictador, hacerlo comparecer y declarar ante el Tribunal Penal Internacional? ¿O es que la declaración que hubiera hecho allí no le habría gustado nada a dirigentes como Sarkozy, Berlusconi, Aznar, Zapatero o el propio Rey de las Españas?

Por cierto, ¿a alguien de ustedes le regaló Gaddafi un corcel de raza árabe llamado “Rayo”? Es que no lo encuentra nadie y se teme que también lo hayan matado para que tampoco hable.

jueves, 20 de octubre de 2011

El despido libre que viene


La patronal española, CEOE,  plantea que la indemnización por despido improcedente pase de 45 a 20 días, y que el justificado quede en 12 días. Además, solicita que el Fondo de Garantía Salarial se haga cargo del coste de 8 días en el primero de los supuestos y que la cuantía total no rebase, en ningún caso, el importe de una anualidad. A más de proponer el copago en la sanidad, enseñanza y justicia, la reducción del número de representantes sindicales y del eximente de la obligatoriedad de las empresas de acogerse a la negociación colectiva.

Todavía, pero nunca es tarde, la CEOE no ha solicitado que se fusile al amanecer a los obreros que les sobren a los pobres “empresaurios”. La propuesta queda ahí, por si hay algún partido o peña política que la incorpore a su programa electoral no desvelado. ¿Cuál puede ser?

La cuita de esta obsesión de la inútil e incapaz patronal española parece ser la “creación de empleo”. Algo que ha sido el argumento, coartada o pretexto de las tres reformas del mercado laboral que hemos padecido en los últimos dos años, con el pírrico resultado que todos conocemos. Es decir, 40 tipos de contratación distinta, que todos sumados y reunidos no han sido capaces de crear un solo empleo. Y millones, de todo lo contrario.

Y es que aquí, llamamos empresario a “cualquiera”.  Un cazador de subvenciones, ayudas oficiales, recompensas, rebuscador de euros fáciles en BOEs, de derechas, con gomina, que explota miserablemente a tres jóvenes y dos mujeres y vende tres alcachofas, “ya” es un empresario. Una especie protegida.

Ese es el “tejido empresarial” hispano. Hacerse millonarios, subidos a tres burbujas ladrilleras y despedir hasta a su santa madre en cuanto la ocasión exige imaginación y dotes de lo que ufanamente dicen que son. Y si ellos no lo piden, está el gobernador del Banco de España o la ministra del ramo, para hacerlo. Y que los especuladores catastróficos de las Cajas de Ahorro Unidas, aparte de arruinar hasta el fondo de sus agujeros negros a sus entidades, se fijen indemnizaciones, pluses o jubilaciones de bochorno en total impunidad y ausencia de vigilancia.

Este es el país que tenemos, herederos del Lazarillo, el patio de Monipodio, Fernando VII, La Chata, los “manolos”, Franco y las majas, venidos a ministros, presidentes de gobierno o de patronales, con una caterva mediática por delante. A lo que se ve, hemos iniciado con paso firme el camino hacia otro tipo de sociedad –ya conocido-: el esclavismo.

No soy creyente, pero si lo fuera diría que “la Magdalena”, -que ejerció el oficio más antiguo del mundo- nos coja confesados.


lunes, 17 de octubre de 2011

Nuestra ilusión no cabe en sus urnas


No, no cabe, en sus urnas mediatizadas y hechas a su medida. No cabe en “su” democracia sin demócratas. No cabe en sus parlamentos de palabras vacías, trufados de corruptos y delincuentes. No cabe en sus cámaras autonómicas, llenas de lo anterior pero más mediocres y deleznables aún. No cabe en sus municipios, puntos de reunión de atracadores del suelo público y evasores  organizados del bien común.

Nuestra ilusión vuela junto a una democracia real, directa y participativa, no encajonada en leyes electorales manifiestamente injustas, dirigidas al beneficio de “vendedores de motos” con razón en Ferraz,  Génova o en un despacho oval.

Nuestra ilusión no entiende de tijeras y recortes, quiere más escuelas y menos policías, menos tanques y más sanidad, más pan y menos chorizos.

La calle es nuestra universidad y nuestro escaño. Se vota todo todos los días. No queremos a esos políticos que son “demócratas” una vez cada cuatro años, no nos interesan ni sus políticas ni sus partidos.

Somos multitud: parados, obreros, estudiantes, licenciados, funcionarios, sanitarios, pensionistas, jubilados, albañiles, abogados… todos, todos, indignados con el sistema y con sus beneficiarios: el capitalismo, la banca, los mercaderes y los mercados.

No nos van a callar, ni a domesticar, ni siquiera a desacreditar. Tenemos ilusión en el género humano y en la energía de los que nos rebelamos ante la injusticia.  No nos gusta esta sociedad y este sistema, no nos gustan sus intérpretes y sus beneficiarios, no nos gustan sus leyes y sus trampas.

No nos gustan sus medios “desinformativos”.  No nos gustan sus cavernas mediáticas que ilustran una manifestación de millones de personas en 982 ciudades en todo el mundo con la foto de una hoguera en la única ciudad en que hubo ese conflicto.

No nos interesan sus guerras,  ni sus alianzas, ni sus tratados, ni sus lógicas capitalistas, ni sus iglesias, ni sus dogmas, ni sus pederastas, ni sus papas, ni sus ministros.

No nos representan, pero si votamos no lo haremos al bipartidismo decrépito que nos quieren imponer, ni al monopartido de dos caras que nos ha gobernado y nos quiere gobernar.

La imaginación y la rabia, al poder.

viernes, 14 de octubre de 2011

Noticias del 21 de Noviembre

La derecha española alcanza el poder en las elecciones generales.  El Partido Popular, liderado por Mariano Rajoy, logra la mayoría absoluta y el Partido Socialista se derrumba. 
Rajoy ha afirmado ante los periodistas que “promete hacer lo que haga”, como ya afirmó en la convención programática de su partido.  Y que si alguna persona o votante interesado “quiere  saber las medidas que adoptará su gobierno, que las verifique en las comunidades autónomas donde ya gobierna”.
Preguntado por unos posibles recortes sociales ha dicho que  “su política será neoliberal pura”, es decir que, ante la recesión y la crisis económica mundial, aplicará las medidas que sean necesarias en Sanidad, Educación, Pensiones y Retribuciones de los empleados públicos.
Que “habrá que apretarse el cinturón” y que “hay que favorecer la competitividad de los bancos y las empresas como única forma de favorecer la creación de empleo, aunque luego no lo creen”.
También se mostró partidario de “profundizar” en la Reforma Laboral y que si el despido libre no es suficiente, se “hará lo que haga falta”, no descartando ninguna otra medida, guardando un prudente silencio cuando algún periodista le sugirió la posibilidad de uso de pelotones de fusilamiento o cámaras de gas.
Rajoy aseguró que tanto los españoles como los aficionados del Madrid, “pueden dormir tranquilos”, ya que todas las medidas que adopte en el desempeño de su función serán “explicadas convenientemente”, pero que no debe caber la menor duda de que se “aplicaran”.
El líder popular ha asegurado “declarar públicamente su empeño  en propiciar un diálogo de franca distensión que les permita hallar un marco previo  que garantice unas premisas mínimas  que faciliten crear los resortes  que impulsen un punto de partida sólido y capaz  de este a oeste y de sur a norte”.
 Y que Gallardón, ex alcalde de Madrid con seis mil seiscientos millones de €  de déficit, será ministro de Economía, que su “amiguito” Camps lo será de Justicia, así como “El Bigotes” puede serlo de Administraciones Públicas.
Con todo, en estos momentos se puede afirmar que: En el día de hoy, 21 de noviembre de 2011, cautiva y desarmada la falsa izquierda que ha gobernado, la derecha neoliberal, pura y simple, ha alcanzado sus últimos objetivos. El estado de Bienestar ha terminado. Han empezado los recortes. Primer año triunfal. 

sábado, 8 de octubre de 2011

Un cuento real

Érase un país al que le regalaron un rey. Se lo regalaron porqué nadie lo había pedido y sólo el sátrapa que gobernó cuarenta años lo impuso. El sátrapa era un señor bajito, con bigote, sanguinario, que todas las Nochebuenas largaba un discurso con voz de pito. Cuando estiró la pata llamarón al “principito” y, hala, a reinar –que no gobernar-.

Una vez hubo “ruido de sables” y el rey tuvo un oscuro papel. Pudo estar más cerca de los “sables” de lo que se ha contado, pero debió de ver mal las cosas, y se puso “todos juntos, y él primero, en la senda democrática”.

El rey estaba casado, cómo no, con una princesa. De otro país, que no hablaba la lengua nativa ni “pa Dios”. Y fueron felices, comieron perdices –de beber mejor ni hablarlo- y tuvieron tres hijos. O principitos. Dos princesas y un príncipe, alto, alto…

Las princesas se hicieron mujeres y se casaron. El marido de la primera empezó a meterse cosas por la nariz y, claro, le dio un telele, o patatús. Y después, el divorcio, previa negociación de una cantidad, para que el de telele se estuviera calladito. Dicen las malas lenguas de la Corte que 3 millones de ala. Y ya no apareció más en las fotos de familia que se mandaban como postal navideña.

La segunda princesa también se casó. Con un chicarrón del Norte, que jugaba a algo con las manos y un balón. Pero como con esta actividad ganaba poco como para pagarse palacios de 200 millones, le buscaron un empleo mejor. Algo que tenía que ver con la imagen de niño guaperas y los cinco anillos. Y empezó a ofrecer su imagen. Y a cobrar por ello. A un reyezuelo de unas islas le cobró 1,2 millones por un proyecto que nunca se hizo. A un “amiguito de alma” del otro lado del mar isleño, otros 1,2 millones y más tarde otros 3. Entonces la justicia real entró en acción y antes de que el escándalo fuese mayor, mandaron al chicarrón a un país muy lejano, con altos rascacielos –eso sí, cobrando por “su trabajo”, medio millón del ala al año-. El rey se enfureció tanto que no lo quería ver ni en pintura, ni a la hora de una grave intervención quirúrgica. Divorcio al canto, a pesar de los cuatro infantes que tenía la parejita.

Y el principito, alto, alto  -nadie le conoce ninguna cualidad más- también se casó. Con una anoréxica… divorciada.

Hete aquí, que el rey de este país católico, papal y horteramente defensor de la familia cristiana tradicional, tiene a dos hijas divorciadas y un hijo casado con otra del mismo gremio.

Del resto de los detalles de esta familia mejor no hablar.

Y colorín, colorado, este cuento… no se ha acabado. Porque siguen viviendo de esto, del cuento.