jueves, 20 de octubre de 2011

El despido libre que viene


La patronal española, CEOE,  plantea que la indemnización por despido improcedente pase de 45 a 20 días, y que el justificado quede en 12 días. Además, solicita que el Fondo de Garantía Salarial se haga cargo del coste de 8 días en el primero de los supuestos y que la cuantía total no rebase, en ningún caso, el importe de una anualidad. A más de proponer el copago en la sanidad, enseñanza y justicia, la reducción del número de representantes sindicales y del eximente de la obligatoriedad de las empresas de acogerse a la negociación colectiva.

Todavía, pero nunca es tarde, la CEOE no ha solicitado que se fusile al amanecer a los obreros que les sobren a los pobres “empresaurios”. La propuesta queda ahí, por si hay algún partido o peña política que la incorpore a su programa electoral no desvelado. ¿Cuál puede ser?

La cuita de esta obsesión de la inútil e incapaz patronal española parece ser la “creación de empleo”. Algo que ha sido el argumento, coartada o pretexto de las tres reformas del mercado laboral que hemos padecido en los últimos dos años, con el pírrico resultado que todos conocemos. Es decir, 40 tipos de contratación distinta, que todos sumados y reunidos no han sido capaces de crear un solo empleo. Y millones, de todo lo contrario.

Y es que aquí, llamamos empresario a “cualquiera”.  Un cazador de subvenciones, ayudas oficiales, recompensas, rebuscador de euros fáciles en BOEs, de derechas, con gomina, que explota miserablemente a tres jóvenes y dos mujeres y vende tres alcachofas, “ya” es un empresario. Una especie protegida.

Ese es el “tejido empresarial” hispano. Hacerse millonarios, subidos a tres burbujas ladrilleras y despedir hasta a su santa madre en cuanto la ocasión exige imaginación y dotes de lo que ufanamente dicen que son. Y si ellos no lo piden, está el gobernador del Banco de España o la ministra del ramo, para hacerlo. Y que los especuladores catastróficos de las Cajas de Ahorro Unidas, aparte de arruinar hasta el fondo de sus agujeros negros a sus entidades, se fijen indemnizaciones, pluses o jubilaciones de bochorno en total impunidad y ausencia de vigilancia.

Este es el país que tenemos, herederos del Lazarillo, el patio de Monipodio, Fernando VII, La Chata, los “manolos”, Franco y las majas, venidos a ministros, presidentes de gobierno o de patronales, con una caterva mediática por delante. A lo que se ve, hemos iniciado con paso firme el camino hacia otro tipo de sociedad –ya conocido-: el esclavismo.

No soy creyente, pero si lo fuera diría que “la Magdalena”, -que ejerció el oficio más antiguo del mundo- nos coja confesados.


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