lunes, 21 de diciembre de 2015

Un decálogo de valoraciones del resultado electoral





UNA.-  No ha hecho falta que “me caiga del caballo” anoche, ya lo pensaba con anterioridad,  la democracia imperante en nuestro país es de baja calidad. Es un fruto de la “ejemplar” transición del fascismo a las “formas democráticas” –tan solo- y de una Constitución hecha a medida para dos partidos, tan corruptos como obedientes a los poderes fácticos.

DOS.- Centenares de casos descubiertos y procesados, financiaciones ilícitas, cajas “B”, apoyos explícitos a delincuentes, la corrupción como norma y medida, aparte de producir un gobierno y una legislación injusta, desleal y cruel contra todas las capas populares de la nación, no han bastado para que la base de un electorado fanatizado y conservador hasta la médula, –el franquismo sociológico- dé la mayoría de votos a un partido tan indecente como sus cargos y presidente.

TRES.- Una ley electoral, injusta y obsoleta, pensada en su momento, no como se dice,  para “garantizar la estabilidad parlamentaria”, sino para el impedir el acceso como referente natural de la oposición, -histórica, sostenida, verificable y heroica al franquismo-, al Partido Comunista, sigue en vigor, para bochorno de los que se autoproclaman “demócratas” y permiten casos de que como más de novecientos mil votos solo obtienen dos escaños y tres millones y medio de ellos, cuarenta.

CUATRO.- El Partido Socialista (PSOE) como exponente de un voto con carácter “hooliganizado” se sostiene en un nuevo panorama político, como se sostiene un bipartidismo alimentado por los poderes ocultos (Banca, Ibex-35 y empresas energéticas) a pesar de su corrupta y eterna gestión en Andalucía y en cuantas ocasiones y lugares ha tenido cuotas de poder. Noventa escaños es demasiado premio, para una gestión real tan alejada de sus proclamas de “izquierdas”. -Sólo los quince días anteriores a una convocatoria electoral-.

CINCO.- No he sido uno de sus votantes, pero entiendo que Podemos es el triunfador nato de las elecciones. Les ha faltado un punto para rematar la faena. Superar en votos y en escaños al PSOE. El famoso “sorpasso”  nos hubiera dado emoción y vida a todos los que tenemos la sangre roja y el corazón a la izquierda.  Inexplicable que sus líderes acepten una coalición exitosa en Catalunya, Valencia, Galicia y País Vasco y no adopten la misma forma en todo el territorio. Se han tirado novecientos mil votos a la basura de la norma D’Hont.

SEIS.- El presidente de un banco contemplaba un programa de televisión. Se levantó irritado de su asiento y dijo: “Hay que crear un Podemos de derechas”. Y se pusieron a hacerlo. Invirtieron dinero, elementos mediáticos a sueldo, imágenes, camisas blancas y el invento casi no les han funcionado. Quien nació como una opción derechosa –casi facha- al nacionalismo catalán tiene poco recorrido más. Como haya nueva convocatoria de elecciones en marzo se desinflan al completo.

SIETE.- En un muy evidente proceso de banalización de la política y de la acción de gobierno, venimos asistiendo a un proceso de instrumentalización mediática. Los grupos empresariales, Atresmedia en particular, se propusieron hace años trasladar la técnica de sus programas basura, de tanto éxito marujil, a los platós de debate político. En estas elecciones han pretendido que votáramos y debatiéramos los que ellos habían cocinado previamente. Venían dándonos encuestas y dirigiendo la última intención de voto a algo burdo y grosero. Y no sólo en las formas.   La jugada no les ha salido redonda, pero casi. Soy pesimista al respecto. Al final lo conseguirán. (Querían eliminar a IU-UP del espectro político y casi lo han logrado).

OCHO.- Que los partidos bifrontales de nuestra democracia de pacotilla se pusieran de acuerdo para establecer la fórmula del “voto rogado” no fue por casualidad. Entre reformas laborales y paro sin solucionar sabían que iban a generar un exilio de dos millones de electores. Este exilio, por su propia manifestación inconformista, no les era muy afín. Sólo el 9 por ciento de estos exiliados forzosos ha podido votar. Es un hecho de una extraordinaria magnitud que un millón ochocientos mil españoles no hayan podido votar. En cualquier país con una democracia real este impedimento sería invalidante del resultado de las elecciones. Aquí, ni se comentará. Tienen bien pagados a los “comentaristas”.

NUEVE.- Sólo han pasado unas horas y ya se aprecia una corriente, alimentada ex profeso: “El resultado electoral hace al país ingobernable”. Parece ser que nuestros demócratas íberos solo saben gobernar si tienen mayorías absolutas, es decir, el absolutismo que hemos padecido en los últimos cuatro años, que nos ha llevado a hitos como la Ley Mordaza o la Ley Wert. Le van a poner altavoces a esta opinión para provocar una nueva convocatoria y el que ciudadano, ahíto,  asqueado o fanatizado vote, en nuevas mayorías, a los poderes (o partidos) de siempre.

DIEZ.- No es por dorarle la píldora al personal, pero aprecio una importante diferencia entre la ciudadanía y sus políticos y partidos.  Estos, los políticos, en general, dan grima oírlos, decir los mismos lugares comunes, frases hechas y comportarse servilmente a conceptos e ideas de cliché. La ciudadanía de nuestro país, aun fanatizada, aún manipulada, está a años luz de los que se llaman sus representantes.


Posdata. Mi estado de ánimo va de la irritación al cabreo, pasando por la tentación de ocupar mi tiempo y mi energía en otras cosas. Confieso que en la noche de ayer, en algún momento, pensar en abandonar. Dedicarme al cine, la literatura, a degustar el vino de las tabernas de mi ciudad o a coger espárragos en primavera en los campos en flor de mi tierra. Pero no, a mí no van a desanimar. Conmigo no podrán. 

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