domingo, 27 de julio de 2014

Honorables embutidos



Han tenido que pasar 34 años para que el “honorable” Jordi Pujol reconozca que lleva todo ese tiempo defraudando a la hacienda pública. Que según decía el dicho publicitario: “somos todos”. Es decir,  que el ex presidente de la Generalitat ha estado todo ese tiempo, incluido el que tuvo la condición de “honorable”, ocultando algo a la hacienda y al patrimonio de todos.

Cuando todos los ciudadanos de Catalunya era fritos en el aceite de la imposición fiscal, su presidente, honorable y tal, se iba de rositas a Andorra con la herencia de su padre y abuelos, que ya eran expertos en el tema para no contribuir con un céntimo a las necesidades de los ciudadanos en educación, hospitales o carreteras.

No es un hecho aislado, es la punta del iceberg. Felipe González, además de presumir de pana y socialismo, se deja fotografiar- ahora-  en un yate anclado en aguas caribeñas, en compañía de una lustrosa rubia mientras fuma un puro y revisa su saldo de la empresa gasística que hizo rodar su giratoria puerta cuando los electores lo mandaron “a por tabaco”.

José María Aznar cobra 200.000 euros anuales como asesor de Endesa, una empresa que él había privatizado previamente o que puede que haya cobrado pingües beneficios como comisionista del negocio de armas, según indica algún correo intervenido a su dilecto amigo Blesa.

Abundantes indicios e informaciones hablan del señor que nos ha gobernado tan campechanamente y coronadamente en los últimos ocho lustros puede ser poseedor de una de las mayores fortunas del planeta después de que accediera a su real sillón más tieso que las estacas.

¡Este es el paño! ¡Esta es la materia prima de este país donde la mierda –perdón, la justicia- es igual para todos!

Hay miles de enchufados, cientos y cientos de concejales de urbanismo o hacienda implicados en recalificaciones ilegales, presidentes de comunidades autónomas que se bañan en bañeras con grifos de oro o abuelos que enseñan a sus nietos “su aeropuerto” minutos antes de que por enésima vez les “toque” la lotería.

Atravesar cada día esta caspa, esta basura hedionda, sin que se te rompa el hígado, es casi una heroicidad. Alguien, muy acertadamente dice que todos estos son “una casta”. Y que hay que acabar con ella, antes de fenecer asfixiados por la peste que emanan.

Y todos se distinguen, además, por su “patriotismo”. Y por su vista de lince. El gallego tarado que nos gobierna dijo que gente como Fabra o Matas eran “ciudadanos y políticos ejemplares” y que quería un gobierno “como el de Camps” para su España y que “nadie podría demostrar nunca que Bárcenas y Galeote no eran inocentes”. ¡Qué Santa Lucía le conserve la vista!


Y a aquel señor que envolvía cualquier ataque a su gestión en la senyera que le mantenga a buen recaudo sus cuentas en Andorra. Honorable chorizo. Y tal. 

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