miércoles, 22 de febrero de 2012

¡Ahora a tomar cervezas!




Los “enemigos” estaban concentrándose a extramuros de la democracia del bolso regalado. Armados, subversivamente, con unas poderosas armas de destrucción masiva: libros. De todos los tamaños y colores. De Hessel, Sampedro, Bakunin, Saramago, Steiner, Galeano…amenazaban con llenar de ideas la cabeza de niños y adolecentes, ateridos de frio en aulas sin calefacción, última prioridad en el desangrado presupuesto de la Autonomía degollada de los “no culpables”.

Un rotativo de la gran caverna, una Sinrazón para débiles mentales y nostálgicos del brazo en alto, –que leen tres y su portera- resumía en titulares una jornada de reivindicaciones del pueblo expoliado de derechos por el gran atraco del Mercado y sus lacayos con gomina: ¡Ahora a tomar cerveza!

A aquel escape de aceite de la gloria en las urnas del partido de los obispos y los panzudos patrones, a aquella decapitación de la seguridad vital de los que viven de sus manos, aquel heraldillo de la canalla, aquel soplacirios de la entrepierna fascista, le encontraba la pega de que después de la ira y la pancarta se irían a tomar cerveza.

Podrían, -podríamos- habernos ido a despanzurrar rottweiler de la chusma cafre de este país de lameculos y teclistas a sueldo del banquero, pero, privilegio de nuestra cultura, después del puñetazo en la mesa, nos fuimos a tomar vino y cerveza.  Mientras los telediarios, voces de sus amos de siglos, ocultaban como gorilas acorazados, gañanes de uniforme al servicio de la pajarería ambiente, inmortalizaban los hígados, fémures y costillas de los niños del frío, de los adolescentes del recorte, víctimas en las aulas y en la calle,  de los “amiguitos del alma” y sus bajezas lobunas.

 Corrieron el vino y la cerveza generosa, entre sindicalistas, feministas, ecologistas, libertarios, cuestionadores de la propiedad privada y descendientes de enterrados en cunetas, sin nombre y sin aparente honra, mientras los herederos mentales y políticos de asesinos y genocidas, celebraban búlgaros congresos, con gaviotas basureras y legionarios de la pedofilia como invitados de su ilustre ruindad.

Los bares y tabernas se llenaron de “enemigos”, supervivientes del gran expolio decretado, ensangrentado de tinta de boletín oficial. Las noticias eran confusas: La Espe, la Cospe, el Rosell, el doberman de Mariano… estaban de los nervios. ¡Se han levantado, joder! ¡Y nos han llenado la calle de ira,  indignación y luna negra!

¡Y ahora se irán a tomar cervezas!

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