sábado, 9 de julio de 2016

Me gusta







Hace unos días, probablemente desde  el  desencanto,  publiqué  un post con un inventario de las cosas que “no me gustaban”.  Prontuario regido por una condición política y por el duro contraste que nos da la realidad de cada día.

Muchos amigos me han mostrado su adhesión al mismo y manifiestan que se identifican con mis “no me gusta”, pero también muchos se preguntan y me preguntan, escépticos, si a mí “me gusta algo”. Alguno me ha recomendado que me vaya a Laponia,  otros  al desierto de Gobi o  y otras que me muera, directamente,  si es que no me gusta su franquista mundo.

Como sería faltar a “mí” realidad, puesto que por delante y por detrás de la lucha política soy un vitalista, alguien que sobrevive precisamente por el gusto por la vida y por las pequeñas o grandes cosas, me permito pasar a hacer la relación en positivo. Las (muchas) cosas que me gustan.



Me gusta la literatura, la poesía, la música, el cine, el teatro, las mujeres y el sexo.

Me gusta el sol, las azoteas, el verano, el campo, el mar, dormir la siesta bajo una parra,  los pinos, los huertos, el cine de verano y el aceite de oliva.

Me gustan las playas tranquilas, sentarme en una tumbona a esperar a que el sol se ponga sobre el horizonte y en algunos casos (en Denia o en Mallorca) aplaudir por ello.

Me gustan las frutas, los melones, las sandias, los albaricoques, las cerezas, las peras, los melocotones, las ciruelas, los higos, las brevas, los caquis, las castañas asadas, los tomates con sal, el gazpacho y hasta dos cucharaditas de salmorejo.

Me gusta tomarme un medio de Moriles en una taberna vieja de Córdoba, me gusta Andalucía, Rafael Alberti, el Puerto de Santamaría; Moguer, Platero y Juan Ramón;  García Lorca, Cernuda, Machado, Góngora, el carnaval de Cádiz, Sevilla, Granada, la Alpujarra, el Cabo de Gata,  Isla Cristina, Mijas, Frigiliana…

Me gusta el sindicalismo y –a contracorriente- los sindicalistas, los hombres y mujeres “imprescindibles” de la lucha al estilo Beltort Brecht,  los hombres como mi paisano Virgilio Peña, fallecido a los 102 años, tras luchar noventa contra el fascismo.

Me gustan el Che Guevara, Durriti, Salvador Allende, Pepe Mujica y Julio Anguita. Me gustan las mujeres como Dolores Ibárruri, Federica Montseny, Clara Campoamor, Zenobia Camprubí o María Zambrano.

Me gusta Andalucía y el andalucismo. “El Ideal andaluz” y Blas Infante. Díaz del Moral y mis amigos Pepe Aumente y Antonio Manuel Rodríguez. El 4 de diciembre, el 28 de febrero, la nación y la identidad andaluza. “El Manifiesto de Córdoba” y el “Estatuto de Antequera”.

Me gusta el flamenco, algunos “flamencos”,  el cante por seguiriyas, soleás, malagueñas o peteneras;  Camarón, Enrique Morente, El Pele y Miguel Poveda.  Las guitarras de Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Vicente Amigo, Tomatito y Paco Peña. El baile de Joaquín Cortés, Sara Baras y Olga Pericet.

Me gusta  “un perol cordobés ” rodeado de amigos en el otoño , me gusta el “Irish Cofee” en una terraza junto al mar, me gusta la taberna de La Fuenseca, la plaza, la fuente y sentarme en el pilón a charlar con mis vecinos.

Me gustan playas como  Es Trench,  Dènia o Genoveses.  Me gustan o me gustaban el pub Bocacchio de Barcelona, “La Carbonería “ de Sevilla, “El Portón” y “El Mirador” de Córdoba, los de la calle Betis en Triana, los de Gràcia en Barcelona y el Maxi de Fuengirola

Me gustan mis maestros, compañeros y amigos  en la vida, literatura, sindicalismo y política: Rafael Balsera, Manuel Rubia, Julio Anguita y  Pepe Aumente

Me gusta Albert Camús y su obra,  Dostoyevski, García Márquez  y Proust.  Me gusta una lista interminable de poetas: Neruda, Benedetti, Celaya, Cernuda, Blas de Otero, León Felipe, Ángel González, Goytisolo, Gil de Biedma, Margarit, Brossa, Martí y Pol, Valery, Baudelaire, Maiakovski, Nicolás Guillén,  César Vallejo, Pedro Garfías, Juan Rejano, José Hierro y Miguel Hernández. Y mis amigos Ana Pérez Cañamares, Juana Castro, Francisco Carrasco y Antonio Frías.

Me gusta el teatro, desde el  griego clásico de “Medea” y “Edipo, Rey”  hasta el contemporáneo  de Brecht,  Becket, Ionesco o  Pirandelo  pasando por el de Shakespeare, Lope, Moliere, Dürrenmatt, Lorca, Sastre, Gala, Marlowe y Miller.

El cine “clásico”,  desde “Ciudadano Kane” o  “Noveccento” hasta “El Padrino”. Me gusta el cine de autor, tipo Fellini, Pasolini, Renoir o Visconti, pasando por  Tarantino, Taviani, Scorssese, Kurosawa,  Coen… el de autores raros como Wenders, Herzog o Fassbinder  o  el de autores super-raros como  como Petrovic o Kusturica, Fatih Akim o Kiorostami …

Me gusta el futbol, el baloncesto y el ciclismo. Soy el socio 48 del Córdoba CF, apasionado del Barça y llevo sesenta años siguiendo el Tour de Francia en las siestas de todos los veranos.

Me gustan algunas óperas como “Rigoletto”, “La Traviata” y“Madame Butteflay”. Me gusta algo la música de Bach, Mozart, Vivaldi y Albinoni. Algo más la de Beethoven, Stravinsky, Debussy, Falla o Rodrigo. La “Quinta” de Mahler, los Beatles, Los Rollings  y Omar Faruk.  Y casi todos los cantautores como  Silvio Rodríguez,  Pablo Milanés, Aute,  Serrat,  Sabina, Ruibal, Lluis Llach, Raimón, Amancio Prada, Clara Montes, Bumbury  y Silvia Pérez Cruz.

Me gustan las piscinas de aguas transparentes, mi gato Veletta, tomar el sol sobre la hierba, las Sierras de Cazorla -Segura y el pueblo de Segura de la Sierra, comer en “La Fuente” de  Zagrilla Alta y cuando la ocasión lo requiere y la economía lo permite en  “El Caballo Rojo” de Córdoba, pasearme por Priego o por Montoro y tomarme un espeto de sardinas, al mediodía,  en cualquier chiringuito de Los Boliches.

Me gusta el periodismo crítico, el literario, los blogs de Ignacio Escolar, Isaac Rosa, David Torres, David Bollero, Aníbal Malvar, Javier Gallego Crudo y Juan Diego Botto. La maestría suprema de Manuel Vicent, Vicente Verdú  y Maruja Torres.

Me gusta el desprendimiento y la infinita solidaridad humana de mi hermana María del Mar.

Me gusta la bondad y la capacidad de ilusión sin límites  de una “romanticona del Norte”.

Me gustan mis hijos, y, desde hace dos días mi nieto, Nahil.

¡Me gustas tú!

miércoles, 6 de julio de 2016

No me gusta





No me gusta la cabra de la legión. No me gusta la Legión ni los legionarios. No me gusta el bombo de Manolo.  No me gusta Belén Esteban. No me gusta “Sálvame”. No me gusta el toro de Osborne. Ni Bertín. No me gusta la televisión basura. Ni la basura de la televisión.

No me gusta Eduardo Inda. Ni Marhuenda. Ni el “El Mundo” ni sus lectores. Ni “La Razón” ni sus lectores y redactores. No me gusta “ABC” ni sus lectores, ni redactores, ni editores. No me gusta “Tele5”. Ni “Antena 3”. Ni “La 1 y la 2 del PP”. No me gusta la basura partidista televisada de los bancos.

No me gusta Bárcenas. No me gusta Rato. No me gusta Rita. No me gusta Camps. No me gusta Granados. No me gusta Esperanza, la marquesa. No me gusta  Pujol. No me gusta Chaves. No me gusta Griñán. No me gusta el 3%, ni la Gürtel, la Púnica, los ERES, ni la madre que los parió.

No me gusta Aznar ni su Botella. No me gusta Felipe, ni sus yates, ni sus puros, ni las cuentas de su parienta en Panamá. No me gusta el Borbón. No me gustan los Borbones. No me gustan los borrachos. No me gustan los corruptos. No me gustan las monarquías, ni matar elefantes, ni tener cuentas en Suiza, Andorra, Panamá y cualquier paraíso fiscal.

No me gusta Franco. No me gustan los franquistas de antes. No me gustan los franquistas de ahora. No me gusta el Valle de los Caídos. No me gustan los 170.000 mártires del fascismo enterrados en cunetas. No me gusta Fraga, ni sus tirantes ni el partido que fundó. No me gustan los que “condenan” enérgicamente el “terrorismo” y no condenan ni al franquismo ni a su genocidio.

No me gustan las políticas neoliberales. No me gustan los que recortan “gasto” social y derechos de todos y cobran para sí comisiones y sobresueldos. No me gustan los que hacen soportar al erario público los agujeros millonarios de los bancos y de los banqueros. No me gustan los que desahucian. No me gustan los banqueros. Ni los ladrones a punta de BOE.

No me gustan los ministros manipuladores, prevaricadores y hacedores de pucherazos. No me gustan los ministros que roban. No me gustan los ministros que mienten. No me gustan los ministros que mienten y roban y usan puertas giratorias.

No me gusta el folclorismo. No me gusta el papanatismo. No me gusta la Guardia Civil, ni los pasodobles, ni Manolo Escobar, ni su “Viva España” para molestar a catalanes y vascos ni los que lo cantan. Ni los curas, frailes,  monaguillos ni la Iglesia institución. Ni los Obispos ultramontanos y su complicidad con el franquismo y cualquier forma de poder.  Ni la pederastia ni los que la ocultan, toleran o disculpan. Ni la violencia de género ni los que no hacen nada por impedirla. Ni la “capa” del cardenal –aunque ya esté “capado”- . No me gusta el maltrato animal. No me gusta el “Toro de la Vega” ni la “cabra arrojada desde el campanario”, ni los “bous al carrer”, ni las peleas de gallos.

No me gusta la Andalucía de 37 años de falso “progreso” del PSOE. No me gustan las “andalucistas por oportunismo”. No me gustan las demagogas. No me gusta Susana. No me gusta vivir en la región con más paro y más pobres de Europa. No me gusta el “centralismo sevillano”. No me gustan los estómagos agradecidos. No me gusta el servilismo político en los medios de comunicación.  No me gusta “Canal Sur”.


No me gustan los que meten la mano en la hucha de las pensiones. No me gustan los que mantienen al 50 % de los parados sin prestación alguna. No me gustan los contratos basura. No me gusta los casi dos millones de jóvenes exiliados a la fuerza. No me gustan los corruptos. No me gustan los ladrones. No me gusta el PP. No me gusta Rajoy. 

sábado, 2 de julio de 2016

Esperpaña


Esperpaña

 
 
 
 
 
 
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esperpaña

Érase un país sumido en la mayor de las miserias: económica, política, intelectual,  física y personal. 

Durante mucho tiempo había estado gobernado por un asesino general de metro y medio, vomitado por la peste de los tiempos, que llenó los  cementerios, cunetas y paredones de muertos del pueblo vivo, mientras una ola de sotanas, crucifijos, rosarios e inciensos doblegaban culturas y conciencias.
Su alargada sombra se prolongó en el tiempo y en las mentes. Setenta años después aún olía. A cutrez, mezquindad y latrocinio.

A la muerte del dictador se confabularon sus sucesores para pergeñar la más importante de las mentiras que jalonaron todo el tiempo posterior. Le llamaron “transición”.

Una testa coronada, nombrada por el dedo sangriento del asesino, mujeriego, borracho y corrupto, se puso de acuerdo con las llamadas “fuerzas políticas” y revistieron la impunidad de una guerra civil y un genocidio como el acceso a una falsa felicidad que llamaron “democracia”.

En realidad era sólo una apariencia y el soporte perfecto para crear una infraestructura desde la que robar a manos llenas: al Estado, al Pueblo, a la Hacienda Pública, a las Autonomías, a los Ayuntamientos, a la Ciudadanía, a las Obras Públicas y al Sunsum Corda.

El “coronas” robó más que nadie y diseminó su fortuna en las Suizas, Panamás e Islas Vírgenes oportunas para, aparte de matar elefantes y osos borrachos, practicar el que sería “deporte nacional”: eludir o evadir impuestos.

Todos los demás del Poder le imitaron. Crearon y financiaron partidos ilegalmente, se lucraron con comisiones y subvenciones, con contratos de obras que crecían exponencialmente, con concesiones administrativas y sobres rellenos del sudor hurtado a los humildes,  mientras los pagafantas recortaban hospitales, escuelas, universidades, derechos, pensiones, medicamentos, becas…

Cada cuatro años hacían un paripé, tan corrupto y tan trucado como ellos mismos, y le llamaban “elecciones”.

Vacua operación donde tomaban el tiempo y el pelo a los ingenuos a los que previamente aterrorizaban con infinitos males y tragedia que acaecerían al país o pesebre si ellos no gobernaban,  desde sus cuevas de Alí Babá, Bancos rescatados en loor de millones y empresarios de la pocilga,

Y el Pueblo, que algún momento de su historia había gritado: ¡Vivan las caenas! Votaba ocasión tras ocasión, a las “caenas”, los carceleros y a escoria con corbata.

Era un “pueblo” especial.  Entontecido por la religión, la basura de la basura de televisión basura se disfrazaba de esperpento para animar, por ejemplo, a su selección de peloteros del balón de una forma significativa: de toreros con montera y patillas, de obispos pre preconciliares, con tricornios de guardia civil, de bandoleros…

Aunque fueran a distancia daban auténtica vergüenza, ajena y propia, si “aquello” era el exponente exportable de la “marca”.

Ya lo dijo un dramaturgo de época:

“Nuestra tragedia no es una tragedia”. La tragedia es un género demasiado noble  para el país de  la época . “Esperpaña es una deformación grotesca de la civilización europea”. Por  ello el sentido trágico de la vida sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada.”

Y así, vivían, deformados y esperpénticamente trasnochados, miserables y corruptos.

“Y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde.”

lunes, 27 de junio de 2016

Informacion a mis amigos de las redes sociales y a los lectores de mi blog







Tengo  68 años. Mis padres eran republicanos vencidos y en mi infancia comí cáscaras de patata, cardos guisados y vinagreras. Con pantalón corto me afilie a las Juventudes de un partido obrero. 

Repartí octavillas, hice pintadas, me llené las manos y los brazos de tinta de la vietnamina, asistí a miles de reuniones. Todo ello en la clandestinidad y jugándome treinta años de estancia en el “Hotel Sol”.  Me hice sindicalista. Recorrí los polígonos industriales con un megáfono al hombro convocando asambleas y huelgas. Negocié convenios colectivos. Salimos a la legalidad. Fui concejal de mi ciudad. Me tuve que enfrentar –antes que nadie- a los “herminios y rosas” de mi propio partido. 

Me estigmatizaron, me bloquearon, personal y profesionalmente. Aunque tenía trabajo, hice oposiciones a una empresa municipal. Las gané. Revisaron mi expediente con lupa y, ¡qué casualidad!, un médico contratado encontró que tenía un problema en la región lumbosacra de mi columna vertebral que podría, sólo podría, ser invalidante para el trabajo que iba a hacer. Que no lo fue en la empresa en la que ya trabajaba por treinta años más. Luego el tiempo habló por cada uno. 

Escribo todo esto porque quiero informaros que me corto la coleta. Estoy casi calvo, pero me la corto.

He vivido decenas de noches electorales amargas. Casi todas. Sólo las de las elecciones municipales de 1979 y 1983 las pude vivir con alegría. La de anoche fue el remate. 

Ser víctima, una vez más, del miedo irracional, de la descalificación sistémica, del insulto en mítines y medios informativos condujo a lo que condujo, a que estemos “parlamentariamente” igual pero con… un millón de votos menos. 

Si hubiéramos tenido sólo ese millón de votos en nuestro recuento, tendríamos veinte diputados más y el sorpasso sería un hecho. 

En los últimos tiempos hemos sido víctimas de dos espejismos. Viví con entusiasmo y esperanza el 15-M, pero no ha tenido el arraigo y la fuerza necesaria para enfrentarse al establishment . Quizás en la maduración, ejerciendo como sabemos y podemos la oposición venga el éxito. He creído, en exceso, en el poder social y transformador de las redes sociales. Son mayoritariamente usadas y visitadas por personas progresistas y de izquierda  y nos impiden ver la realidad.

La realidad son esos ancianos, esas personas enfermas, conducidas con un sobre cerrado ante las urnas electorales.  Esos votantes temerosos de perder la miseria del PER o la no menos miserable pensión si los “rojos”, con coleta o sin ella, llegan al poder, según les dicen en media docena de periódicos o veinte televisiones basura. 

Anoche pensaba en clausurar mis cuentas en Facebook, Twitter, Link, Instagran… después de  una noche en blanco no lo voy a hacer.  Voy a reducir drásticamente mi participación, pero no lo voy a hacer. Sólo por un morbo de tipo sadomasoquista.

Quiero ver como “forman gobierno”. Cómo algunos se inclinan ante la derecha alegando “razones de Estado”, absteniéndose o formando “grandes coaliciones”. Como afrontan el 105 % de deuda frente al PIB, como recortan los 8.000 millones que les va a exigir Bruselas, más los 2.000 de multa. Ver qué pasa nuevamente con la sanidad, la enseñanza, los dependientes, las prestaciones a los parados, las pensiones, qué hacen cuando paguen la extra de Navidad acudiendo al Fondo de Reserva de la Seguridad Social y comprueben que sólo les queda para otra paga extraordinaria.  Quiero ver como nombran de nuevo a un nazi conspirador y autor de falsos expedientes como Ministro de Interior. Y a todos los demás. 

Desde el morbo, no dejan de ser todo un espectáculo. 

Vivo de una corta pensión y en un piso de alquiler, pero apenas consumo. No tengo vicios, no fumo, no bebo y empleo mis ocios, sin mayores necesidades, leyendo o jugando al ajedrez delante de un ordenador . Sólo me preocupan mis hijos.

Pero quiero ver a ese votante del PP de la mano del concejal “acarreaor” o de la monjita devota de derechas cuando le recorten la pensión. O a ese obrero de derechas que vota “la seguridad que da el PP, o el PSOE, que viene a ser igual” cuando le impongan los diez o quince euros del “acto médico”. O le aumente los copagos. Eso sí que debiera darles miedo. Por una razón, porque es posible. Lo de que vienen los “extremistas” no deja de ser una patraña. 

Me impongo un tiempo de silencio durante unos meses. No absoluto, pero por un profundo desgarro casi no voy a participar. Voy a dedicar mis páginas a la literatura, el cine y a observar, a ver como este sistema criminal se disuelve en su propia ilógica.

¡Un abrazo a todos!

lunes, 20 de junio de 2016

Romance de Susanita de los Eres





Una dalia cuidaba Sevilla,
una moza nacida en Triana,
que ataviada de peina y mantilla
parecía la reina Susana.

Desde Camas de su vaquería
llegó un vaquero fumando un puro
que a Susana besó en la mejilla
pues ambos son del PSOE duro.

Un idilio de cargos empezó a sonreir.
mientras cantan en tono menor
por la orillita del Guadalquivir.

“Susana la Fontanera
no te vayas de Sevilla.
Que en cardo trocar te puede
el color de tus mejillas.
Que quieras o que no quieras,
Pedrito ya la ha cagaó
y pasar de Despeñaperros
puede ser muy arriesgao.
Cacique de Andalucía,
fontanera de los ERES,
que puede ser que algún día,
trepar te cueste la vida:
Susana la de los ERES. “
.
Una tarde de la primavera
Susanita cambió de raso
y hasta el Guerra que estaba a su vera
fué y le dijo : ¡Vaya sorpasso!

Y lo mismo que una lamparita
se fué apagando la fontanera
y las Rosas que había en su partido
se le quedaron en la otra acera.

Y Susana quedó
atrapada por su decir
y ni en Ferraz ni en Triana
hacen caso:
es víctima del sorpasso.

"Susanita de los ERES
trepaora sevillana,
se te han ido toos los trenes
de la noche a la mañana.
De cargos son tus heridas
de urnas tu desengaño,
al verte pa vestir santos
al cumplir cuarenta años.
¡Que golpe te has dao en el suelo
sin Felipe que tú heredes.
España no tiene duelo
y el Inda ya sin consuelo:
Susanita de los ERES!"

miércoles, 15 de junio de 2016

Acartonados






De la ya muy lejana infancia guardo un recuerdo cinematográfico: los decorados de cartón piedra de las películas de Samuel Bronston. Aquellas masas informes que lo mismo servía para “ambientar” una película en el Egipto de las pirámides, que un circo romano con sus gladiadores y todo.

El “Superdebate a 4” del pasado lunes me retrotrajo a ese attrezzo.  Todo era grandilocuente, con una trascendencia aumentada y vendida televisivamente como un combate de lucha libre. Puro cartón piedra.

La realidad no es que el debate estuviera acartonado –que lo estaba y en considerable medida- sino que es el país –y sus habitantes- los que estamos acartonados. 

Hay un 30 % del país que es inmune a una corrupción generalizada y sistémica. Roben lo que roben, hagan lo que hagan, mientan lo que mientan: ellos votan al poder, al status quo, a la imagen que le venden las televisiones afines y sus “salvames” de la hora de la siesta en el sofá. 

La corrupción nos cuesta 80.000 millones al año que se detraen de nuestro bienestar común y de nuestros impuestos. ¡Les da igual! Ellos votan a un señor que miente más que habla, que baja impuestos con una mano y los sube con la otra. 

El debate nos mostró esa realidad acartonada. Tres moderadores del establishment haciendo un ridículo papel de cronometradores oficiales de la “Vuelta a España” y a cuatro vendedores de plumas y crecepelo. 

A Rajoy le tocó el papel de interpretar el papel “institucional”. Un señor que convive desde hace treinta años con las cajas en B, la financiación ilegal, las comisiones en negro y los sobres llenos de billetes para representar el papel de la “responsabilidad de Estado”. Entre trágico y cómico.  Cercado, no por los debatientes sino por la realidad, enmudeció durante cinco segundos cuando se había hablado de la corrupción, de “su” corrupción. Cuando reacciono sacó el consabido “y tú más”, y hala, a presumir de haber ganado el debate y de responsabilidad y buen gobierno. 

Pedro Sánchez es la viva imagen de la derrota y la impotencia. Repartiendo a derecha e izquierda sin saber dónde está él y, sobretodo, donde va a quedar. Con tantos enemigos internos como externos parece interpretar un aria triste: la de la  autoinmolación en el templo de la nada.

Albert Rivera es como un muñeco de guiñol. En cada momento se nota que “interés” está tirando de su cuerda: ora son los bancos, ora son los nacionalismos centralistas y en otras se nota demasiado que es un “invento” de los que mandan desde la sombra.  Cartón piedra, oportunista y con camisa blanca.
Pablo Iglesias está demasiado atrapado por su cliché. La imagen del “estadista” responsable le sobrepasó. No obstante, como se moderó, no insultó,  ni gritó, ganó con creces el debate. 

Lo malo es lo que hay al fondo. El país está en quiebra: económica y de valores.  Albert Camus lo entrevió hace casi setenta años, La Peste, que asolaba un imaginario Orán es la misma que nos asola a nosotros. 

“Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y sin embargo pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas. El doctor Rieux estaba desprevenido como lo estaban nuestros conciudadanos y por esto hay que comprender también que se callara, indeciso entre la inquietud y la confianza.”

Las ratas de la peste corrupta están tan extendidas –el 30 %- que circulan por nuestras calles con absoluta normalidad. O acabamos con ellas o perecemos todos.

viernes, 10 de junio de 2016

Editorial. Una gran impostura







El pasado 5 de junio, el periódico “El País” editorializaba su edición de aquel día con un ataque histérico a la formación “Unidos Podemos”. Un editorial, muy probablemente, inspirado y redactado por su “Consejo de Redacción,  donde personajes como J.L Cebrián y Felipe González tienen un peso decisivo.
Lo que sigue es un intento de reescribir derecho los torcidos renglones de aquel panfleto de la derecha económica del país, agazapada tras un medio informativo que sólo durante un breve periodo de tiempo, fue un referente válido –por ausencia de otros- para lo que quería llamarse “izquierda”.

EDITORIAL
Una gran impostura
El centro izquierda retrocede ante la evidencia de la corrupción y la ineficacia de sus dirigentes y el cansancio de su militancia. 

A medida que se acercan las elecciones del 26 de junio, la coalición Unidos Podemos, sostenida por los datos apabullantes de la encuesta del CIS, deja más clara su realizable capacidad de rebasar al PSOE, colocarse como única alternativa al PP y auparse al poder. Lo incuestionable es que ya convence a un elector de cada cuatro, con una clara tendencia al alza y un importante vuelco de la realidad electoral en nuestro país. Frente a las dudas y debilidades de los socialistas y el descaro del PP de presentarse como el valladar contra el extremismo, la encuesta muestra la movilización de un electorado, re-esperanzado en una política de izquierdas  por un pacto entre Podemos e IU tan oportuno como deseado. 

La crudeza de los datos del CIS no sólo deja al PSOE por detrás de la coalición de izquierdas, sino con un porcentaje de votos hasta cinco puntos menor y más de una decena de escaños menos en el futuro Parlamento.  La debacle socialista deja a la dirección del partido en la peor situación de su historia, con un dilema de difícil resolución: apoyar un gobierno de auténtica “izquierda, donde están los causantes de su atropello en las urnas,  o sumarse a esa “Gran Coalición”,  defendida por sus ex dirigentes más conservadores pero que resultaría de efectos devastadores en su electorado con el espejo del PASOK, dominando la escena. 

La candidatura liderada por Pedro Sánchez se encuentra en la abierta posibilidad de perder en número de escaños respecto a los resultados, ya magros, del 21 de diciembre pasado, en la obligación de dimitir si este hecho se concreta y de someter el partido al espíritu de las ambiciones personalistas que viene del Sur. 

El éxito y la eficacia de los gestores provenientes de la “nueva política” en las ciudades más importantes del país da crédito a las candidaturas de “Unidos Podemos” en la capacidad para resolver el complicado panorama económico, donde las políticas neoliberales y conservadoras se ha demostrado ineficaces y agravadoras de los efectos perversos de la crisis.

¿Y los demás partidos?  El PP, atrincherado en el conservadurismo y en la capacidad refractaria de su electorado a cada nuevo y casi diario caso de corrupción, no tiene nuevas oportunidad de gobernar sino es con el apoyo o la abstención de un PSOE derrotado y en la pendiente de caída libre. El suelo electoral del PP no puede ser inmune por mucho tiempo más a la corrupción sistémica de este “asociación para delinquir” que es el partido de Fraga desde su fundación. Una real vertebración del “capitalismo de amiguetes” y defraudador masivo de impuestos a paraísos fiscales.  En algún momento, la caída puede ser  estrepitosa. 

Ciudadanos es una incógnita que probablemente solo resolverá el 26-J, aunque se ve a Albert Rivera sin el brillo de otros momentos. Si aguanta sin desmoronarse hasta que llegue el crack electoral de la derecha estafadora, puede ser el heredero natural que la Banca y el empresariado español alentaron en su momento como alternativa.  Esta es la situación a dos semanas de la cita con las urnas.
Por primera vez en mucho tiempo, una oposición de izquierdas puede hacer sentir a los españoles robados, defraudados fiscalmente, recortados en derechos y en servicios sociales que las instituciones- y la Democracia- pueden llegar a ser útiles.