lunes, 27 de junio de 2016

Informacion a mis amigos de las redes sociales y a los lectores de mi blog







Tengo  68 años. Mis padres eran republicanos vencidos y en mi infancia comí cáscaras de patata, cardos guisados y vinagreras. Con pantalón corto me afilie a las Juventudes de un partido obrero. 

Repartí octavillas, hice pintadas, me llené las manos y los brazos de tinta de la vietnamina, asistí a miles de reuniones. Todo ello en la clandestinidad y jugándome treinta años de estancia en el “Hotel Sol”.  Me hice sindicalista. Recorrí los polígonos industriales con un megáfono al hombro convocando asambleas y huelgas. Negocié convenios colectivos. Salimos a la legalidad. Fui concejal de mi ciudad. Me tuve que enfrentar –antes que nadie- a los “herminios y rosas” de mi propio partido. 

Me estigmatizaron, me bloquearon, personal y profesionalmente. Aunque tenía trabajo, hice oposiciones a una empresa municipal. Las gané. Revisaron mi expediente con lupa y, ¡qué casualidad!, un médico contratado encontró que tenía un problema en la región lumbosacra de mi columna vertebral que podría, sólo podría, ser invalidante para el trabajo que iba a hacer. Que no lo fue en la empresa en la que ya trabajaba por treinta años más. Luego el tiempo habló por cada uno. 

Escribo todo esto porque quiero informaros que me corto la coleta. Estoy casi calvo, pero me la corto.

He vivido decenas de noches electorales amargas. Casi todas. Sólo las de las elecciones municipales de 1979 y 1983 las pude vivir con alegría. La de anoche fue el remate. 

Ser víctima, una vez más, del miedo irracional, de la descalificación sistémica, del insulto en mítines y medios informativos condujo a lo que condujo, a que estemos “parlamentariamente” igual pero con… un millón de votos menos. 

Si hubiéramos tenido sólo ese millón de votos en nuestro recuento, tendríamos veinte diputados más y el sorpasso sería un hecho. 

En los últimos tiempos hemos sido víctimas de dos espejismos. Viví con entusiasmo y esperanza el 15-M, pero no ha tenido el arraigo y la fuerza necesaria para enfrentarse al establishment . Quizás en la maduración, ejerciendo como sabemos y podemos la oposición venga el éxito. He creído, en exceso, en el poder social y transformador de las redes sociales. Son mayoritariamente usadas y visitadas por personas progresistas y de izquierda  y nos impiden ver la realidad.

La realidad son esos ancianos, esas personas enfermas, conducidas con un sobre cerrado ante las urnas electorales.  Esos votantes temerosos de perder la miseria del PER o la no menos miserable pensión si los “rojos”, con coleta o sin ella, llegan al poder, según les dicen en media docena de periódicos o veinte televisiones basura. 

Anoche pensaba en clausurar mis cuentas en Facebook, Twitter, Link, Instagran… después de  una noche en blanco no lo voy a hacer.  Voy a reducir drásticamente mi participación, pero no lo voy a hacer. Sólo por un morbo de tipo sadomasoquista.

Quiero ver como “forman gobierno”. Cómo algunos se inclinan ante la derecha alegando “razones de Estado”, absteniéndose o formando “grandes coaliciones”. Como afrontan el 105 % de deuda frente al PIB, como recortan los 8.000 millones que les va a exigir Bruselas, más los 2.000 de multa. Ver qué pasa nuevamente con la sanidad, la enseñanza, los dependientes, las prestaciones a los parados, las pensiones, qué hacen cuando paguen la extra de Navidad acudiendo al Fondo de Reserva de la Seguridad Social y comprueben que sólo les queda para otra paga extraordinaria.  Quiero ver como nombran de nuevo a un nazi conspirador y autor de falsos expedientes como Ministro de Interior. Y a todos los demás. 

Desde el morbo, no dejan de ser todo un espectáculo. 

Vivo de una corta pensión y en un piso de alquiler, pero apenas consumo. No tengo vicios, no fumo, no bebo y empleo mis ocios, sin mayores necesidades, leyendo o jugando al ajedrez delante de un ordenador . Sólo me preocupan mis hijos.

Pero quiero ver a ese votante del PP de la mano del concejal “acarreaor” o de la monjita devota de derechas cuando le recorten la pensión. O a ese obrero de derechas que vota “la seguridad que da el PP, o el PSOE, que viene a ser igual” cuando le impongan los diez o quince euros del “acto médico”. O le aumente los copagos. Eso sí que debiera darles miedo. Por una razón, porque es posible. Lo de que vienen los “extremistas” no deja de ser una patraña. 

Me impongo un tiempo de silencio durante unos meses. No absoluto, pero por un profundo desgarro casi no voy a participar. Voy a dedicar mis páginas a la literatura, el cine y a observar, a ver como este sistema criminal se disuelve en su propia ilógica.

¡Un abrazo a todos!

2 comentarios:

  1. Muchos nos sentimos como tu Lucas, pero no debemos darnos por vencidos. Ahora más que nunca hay que seguir luchando, tanto por los que quedaron atrás -como tus padres y mi abuelo republicano- como por los que vienen detrás.
    Mi abuelo, que luchó en las elecciones del 16 de febrero de 1936 por la victoria del Frente Popular, no me perdonaría que bajara los brazos. Tus padres, seguro que tampoco.
    "Hemos caído tan bajo que la reformulación de lo obvio es la primera obligación de un hombre inteligente".
    Adelante Lucas y Salud!

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  2. Pienso, que tos los de nuestra generacion que luchamos ca uno en la medida que lo hizo, tendra el mismo desconsuelo yo al menos lo tengo pero hace ya tiempo. Un abrazo amigo Lucas

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