viernes, 2 de diciembre de 2016

Collage






Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho.

No duerme nadie por el cielo. Nadie. Nadie. Soy feliz, soy un hombre feliz, y quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad.  Cantaban las mujeres en la arena sin norte. 

Si mi voz muriera en tierra, llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Los tomillos tienen flor y olor de niña desnuda.  Si no creyera en lo que creo: hacerse hermano de la vida.

A un rio le llamaban Carlos. Pero otro día toco su mano. Mano tibia. Tu delicada mano silente.

Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre se escucha que transita solamente la rabia, que en los tuétanos tiembla despabilado el odio y en las médulas arde continua la venganza, las palabras entonces no sirven: son palabras.

A veces ser humano es difícil. Yo fui columna ardiente, luna de primavera. Mar dorado, ojos grandes. El poeta cuya palabra lúcida es como diamante. Si me muero, que me muera con la cabeza muy alta. Muerto y veinte veces muerto, la boca contra la grama, tendré apretados los dientes y decidida la barba.

Este hombre no es de ayer ni es de mañana, sino de nunca; de la cepa hispana no es el fruto maduro ni podrido, es una fruta vana de aquella España que pasó y no ha sido, esa que hoy tiene la cabeza cana.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos y el coro de los grillos que cantan a la luna. A distinguir me paro las voces de los ecos, y escucho solamente, entre las voces, una. A las aladas almas de las rosas...de almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.

No vivimos del pasado, ni damos cuerda al recuerdo. Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos. Escribo en defensa del reino del hombre y su justicia. Pido la paz y la palabra.

Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

martes, 29 de noviembre de 2016

La "Cosa Nostra" habla español








He tenido un sueño. No sé si una pesadilla. Este país –o famigglia - se despertaba en su rosada mansión y comprobaba la existencia de una cabeza ensangrentada de caballo entre las sábanas de su actualidad. 

“Don” Vito había vuelto a ser Presidente de Gobierno. Los “capos” de la teórica oposición se habían abstenido en su nombramiento, haciéndolo posible, tras mandar a “hacerle compañía a los peces” al que había dicho “no, es no”. Una consegliere del Sur, aleccionada por un rollizo Don Ciccio, de piel pulida en el Caribe mientras fumaba puros importados del despacho de Fidel, le hizo el trabajo sucio y mandó a un Luca Brassi, asturiano, a presidir un fantasma llamado “gestora”. 

El país circulaba entre “negocios” de caporegimes”. Las “eléctricas” campaban por sus respetos, cortaban la luz a ancianas que morían incendiadas por sus velas, mientras la energía subía un 60 por ciento en cinco años. Las “cuatro familias de banqueros” se repartían el pastel. El capo-ministro de Hacienda hacía amnistías fiscales para blanquear los capitales evadidos, la “trattativa” del Gobierno del “Godfather”” con el “Forza los nuestros” de Panamá o Suiza.

Un día, la “Mamma” de aquesta “famigglia” apareció muerta en su hotel. Se había tomado un whisky y una tortilla antes de irse a la cama. Una “Omertá” consensuada antes de tener que comparecer ante el “Gran Tribunal”.

Doña “Cospedala Finiquito” llevaba a su ministerio a “tiburones” de la “Cosa Nostra” y el imperio se consolidaba con el respaldo de los “Big Brothers” del barrio europeo. Un “pezzonovante”, caído en desgracia por un quítame allá 42 millones en Suiza, señalaba a un “consegliere” o señorito del Sur, como pactante de un acuerdo “entre caballeros”.

Todo el país apestaba a Chicago. Sicarios de gran y medio pelo llenaban los ministerios y consejerías. 
Todos los estamentos estában apestados de mafiosos que cobraban comisiones, subvenciones y donaciones. Acribillaban desde el estribo de su “PPartido” en marcha a pensionistas, jóvenes en paro y mujeres sin contrato. Tenían el sombrero Borsalino puesto, los ojos abiertos a lo que pudiera caer.

Sobre el pueblo, ignominiado, bajo las balas de la Ley Seca de los Derechos Laborales, se extendían los cementerios. 

Todavía no he despertado del sueño. Creo que no se puede despertar.

martes, 22 de noviembre de 2016

Los vándalos del Norte

Cristina Cifuentes ha sido la gota que ha colmado el vaso. Con las venas del cuello a punto de saltársele dijo que “los madrileños se gastan 3.000 millones para que los andaluces tengan Sanidad”.
Antes, Durán i Lleida, Ana Mato, Artur Mas, Montserrat Nebreda, Esperanza Aguirre, Albert Rivera, Manuel Pizarro, Alejo Vidal-Quadras y el hasta el mismo Mariano Rajoy, han insultado, vejado y menospreciado a los andaluces tildándonos de analfabetos, vagos, incultos, mal hablados, cretinos o pita, pita,  de las gallinas.





Yo, como andaluz que para variar me siento orgulloso de mi tierra, de sus hombres y mujeres, de su forma de hablar y de expresarse, de sentir, de escribir, de su historia, de su naturaleza, de su arte, podría emplear una expresión que refleja un tanto escatológicamente el lugar hasta el que estoy de estos vándalos del Norte, pero daría un carácter demasiado vulgar a este escrito a pesar de ser apropiadamente contundente.

Y es que, además, su discurso es radicalmente falso. Los andaluces contribuimos fiscalmente exactamente igual que un ciudadano de Madrid, Barcelona o Bilbao. Qué en el obsoleto Fondo de Solidaridad Interterritorial, Andalucía contribuya con 6.700 millones frente a los 9.000 de Madrid, es sólo un efecto perverso más de la estructura de la propiedad en nuestro país, que  hace que la mayor parte de los ricos propietarios agrícolas de Andalucía tengan su domicilio fiscal en Madrid o en los bancos de Bilbao o Santander, que las sociedades de inversión donde eluden sus impuestos las grandes fortunas andaluzas se radiquen en Madrid o en los paraísos fiscales y que la mayor parte de las empresas que operan en nuestro territorio paguen sus impuestos de sociedades –si es que lo hacen- en los mismos destinos y bancos.

Los “andaluces” fuimos y nos sentimos andaluces, mucho antes que los “españoles”, españoles. Tenemos un pasado y un destino común desde hace 1.300 años. Nuestra lengua ha construido la mejor literatura hecha en la Península y ha sido el puente para que en América se hable el loado “castellano”.

Aunque nos han reprimido, forzado y espoliado hasta la desesperación y la muerte en masa, nuestra aportación a la llamada “cultura hispana” es la más decisiva en todos los órdenes: historia, bellas artes, poesía o lucha.

Somos andaluces. Y cualquier niño de esos a los que despectivamente llaman “analfabetos” los ilustrados de hace “un cuarto de hora”, tiene más cultura en sus genes y en su historia colectiva que sus tres generaciones burguesas de comerciantes o de repipis de derecha de la Castellana.
Al rey Faisal de Arabia lo intentaron ridiculizar en su propia jaima los asesores militares ingleses por su primitiva forma de llevar la guerra contra los turcos. Devolviéndoles la flema dijo: “En el siglo X, cuando Londres o Paris eran villorios, la ciudad árabe de Córdoba tenía sus calles asfaltadas, con alumbrado y con alcantarillado”.

Pues eso. Cuando en toda la Meseta, en Castilla o en el País Vasco solo sabían esquilar ovejas y lavarse una vez al año, aquí hacíamos la Mezquita o la Alhambra,  se escribía “El collar de la paloma” o todas nuestras ciudades y pueblos estaban llenos de baños públicos.

¡A quitarse las cascarrias antes de hablar, vándalos!

martes, 15 de noviembre de 2016

Socialistas del PSOE









 (Inspirada en “Andaluces de Jaén” de Miguel Hernández)


 “Socialistas del PSOE
que en la Junta sois altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién os mantiene cautivos?

¿Será cosa de Susana,
o de un ERE pagador?
¿O que aparezca mañana
que son peperos de honor?

Unidos la tal Susana
y al Mariano ya unidos,
hacen lo que viene en gana
con los cuernos retorcidos.

¡Levantaos socialistas!
dijeron con sentimiento
por una izquierda realista
poderosa y con cimientos.

Socialistas del PSOE
que en la Tierra sois altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién os ha hecho cautivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la de “esa” teniente
que os sepultó en abstención
que os pisoteó la frente,
que os llevo a la rendición.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo “ella” comía.

¡Cuántos años en la izquierda
y de militantes presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Socialistas del PSOE
que en la calle  sois altivos,
pregunta mí alma : ¿quién,
quién os mantiene cautivos?

¡Ferráz,  levántate brava
sobre tus puños y rosas
no vayas a ser esclava
con Susana y con sus cosas!”