viernes, 1 de marzo de 2013

Groucho Marx se reencarna en Dolores de Cospedal


Los griegos antiguos, en su afán de ponerle límites a todo,  se inventaron una deidad específica para castigar los excesos.
Cualquier “mal actuar” en la comida, la bebida, el sexo o el mal gusto era, en su peculiar religiosidad, castigado por las “furias erinias” o “Euménides”.
Groucho Marx, digo Dolores de Cospedal, se inventaron días pasados este discurso:
“La indemnización que se pactó fue en diferido y como fue una indemnización en diferido, en forma efectivamente de simulación…, de simulación o de lo que hubiera sido en partes de una… de lo que antes era una retribución, tenia que tener la retención a la Seguridad Social, es que si no hubiera sido…, ahora se habla mucho de pagos que no tienen retenciones a la Seguridad Social ¿verdad? Pues aquí se quiso hacer como hay que hacerlo, es decir con la retención a la Seguridad Social”.
Inmediatamente, las “furias erinias” bajaron del Olimpo y se llevaron a la tal Dolores al Hades y le dieron siete vueltas a las llaves de todos los candados.
Somos tan acreedores de inteligencia política que las furias nos castigan también a todos con personajes como Floriano, –y sus gestos de manos, ahora adentro y ahora afuera- González Pons y sus desastrosas previsiones en cualquier materia o la ministra Mato intentando pronunciar –sin conseguirlo- la palabra “terapéutica”.
Y ahora viene la secretaria general del PP a darnos esta lección magistral de endeblez mental, de cantinflismo y desgraciada hermenéutica.
No sólo es que los personajes que nos gobiernan sean un desastre político, social o económico, es que además son una nulidad conceptual y culturalmente.
El enfoque directo a la mentira que tiene el discursito de la Cospedal la desnuda de toda posible credibilidad y hace una inversión en vacío.
A partir de aquí se comprenden  que estén todo el día hablando de “regeneración”. Están y son tan degenerados que este voraz anticuerpo les domina. Groucho Marx, redivivo, no lo habría hecho mejor.  “No pertenezco a ningún club, porque ninguno me admitiría como socio”. ¿Por qué habrá partidos que admitan a esta señora, o su simulación, como socias  y secretarias generales?

miércoles, 27 de febrero de 2013

Camino de la Edad Media


Naufragando, como un mendigo, al píe de la pantalla del televisor, accedo a un canal donde se tertulia. El jefe de opinión de un periódico conservador opina sobre la dimisión del Papa.  Sus argumentos le llevan a un  punto de éxtasis.  Su ponderación admirativa acerca de la figura del ciudadano  Aloisius Ratzinger le llevan a la cercanía del orgasmo.
Los tertulianos se dejan caer por la pendiente.   Demostraciones de fe, adhesión inquebrantable, ditirambos y cascotes desprendidos de oveja llenan las ondas, la pantalla, y éter por las fauces abiertas del fanatismo.
Parece ser que la causa y origen de tales demostraciones es que el antiguo militante de las Juventudes Hitlerianas ha tenido el gesto –tan inusual- de dimitir.  Nadie se acuerda de los mil y un casos de pederastia no resuelta, silenciada u ocultada, soslayada y  tolerada.
Pongo otros canales y vamos de lo mismo.  Una pléyade de opinadores a sueldo, que no han movido una tecla para valorar, censurar o molestarse por los centenares de miles de ciudadanos desahuciados de esta desgraciada llamada “Estado”, están a punto de lágrima porque un anciano de 85 años ha decidido llevar el marcapasos de su corazón a un huerto de limoneros.
Estoy convencido de que regresamos a la Edad Media. Entre tanta oveja, sobre o cabrón, estamos a punto de convertimos en serpiente alada, hidra, dragón, gárgola o basilisco de alguna catedral gótica.
Con todas sus piedras podridas, con el fanatismo de una secta, con la idiosia de un siervo de la gleba, nuestra sociedad se desangra. El último estertor de los mercados, la última encíclica de los cardenales de la banca, el último monstruo emanado del FMI o del BCE, establecen su nuevo orden moral: todos gilipollas y llorando porque un Papa dimite.
La nueva Edad Media está ahí. Compre usted un periódico conservador y tendrá 80 de las 120 páginas de su edición  dedicadas al Papa o al papado. La naturaleza humana va del “alfa” al “omega”, de ser un simple “pelotas de redacción” a la gilipollez absoluta y extrema.
De momento, todavía no han organizado un “Auto de Fe”, pero las piras ya están preparadas y eso que, aseguran, que será el Espíritu Santo en forma de paloma el que alumbre la elección indirecta del nuevo pontífice.
Bueno, me voy que tengo preparar el sofrito para un arroz  y no sea que me equivoque de paloma.

martes, 19 de febrero de 2013

¡Expúlsenlos, coño!



Veo un video de un debate en el Parlamento Portugués. Interviene el primer ministro Passos Coelho. Un grupo de personas, desde la tribuna, comienzan a cantar el “Grándola Vila Morena” como forma de protesta. Passos no descompone ni el gesto ni la mirada. La presidenta del Parlamento anuncia una interrupción de dos minutos.
Las notas de “Grándola” enervan. Transmiten la realidad de otro momento,  el bastión popular como medicina y amparo de la libertad. A medida que van desgranando estrofas la emoción sube. Ordenan el desalojo de los que cantan.
No se ve un mal gesto. La policía, los vigilantes, acompañan con muy buenas maneras a los desalojados. Ni el más mínimo golpe, ni empujón.
Passos retoma la palabra. No lamenta la interrupción. Sin ninguna acritud comenta: “Si me tienen que interrumpir, siempre viene bien el buen gusto”.
A uno se le viene a la retina al presidente del Parlamento Español, Jesús Posada. ¡Expúlsenlos! ¡Expúlsenlos, coño! Los manifestantes eran miembros de la PAH, invitados en la tribuna.
Esta es la diferencia.  Un presidente iracundo, maleducado, pila bautismal de la violencia, que es secundado por una policía desalmada, agresiva, rayana en el fascismo gestual.
No hay necesidad de ver más. La derecha española es la más incívica, montaraz y corrupta derecha del mundo. Es una odiosa molécula de privilegiados, meapilas, aprovechados, violentos y ladrones.
Su sentido de la democracia califica a genocidas como “autoritarios”, aborda un monumental caso de corrupción con un “es mentira todo, salvo alguna cosa” y mienten hasta cuando sudan.
Uno siente el “ser español” como una desgracia. La condensación de dos mil años de pillaje, la convergencia del latrocinio y la mala educación. Ningún orgullo por esta raza de “la espada y el saco”.
Un aire, en fin, donde  hasta la historia, repugna. 

sábado, 16 de febrero de 2013

Córdoba se muere


En 1978, el poeta Pablo García Baena citaba al escritor del siglo XI, Ben Suhaid, y a su obra “Elegía a las ruinas de la Córdoba Omeya”,  para preguntarse: “¿A quién pediremos noticias de Córdoba?”

¿A quién podremos, en el momento actual, pedir “noticia” de Córdoba?  

La emblemática caída, quiebra y ruina de su principal entidad financiera, CajaSur, y el modelo de gestión personalista, enchufista, amiguista y mafioso de la Iglesia y el culto a la personalidad de su clérigo presidente, ha sido algo más que un signo.

La Caja, su patrimonio y los recursos de 50 generaciones de cordobeses, fueron rifados al mejor postor y pasaron a ser  controlados por el capitalismo vasco.  El falso imperio formado por las empresas de los amigos del “cura” han cerrado, quebrado o ambas cosas. Noriega, Urende, Prasa y las empresas de Rafael Gómez, son la viva expresión de la ruina.

El mínimo repunte industrial que tenía la ciudad desde principios del siglo pasado por la industria del cobre y sus transformados, había quedado reducido a la mínima expresión por infinitas reconversiones en Ibercobre y ABB. Había caído el conato de industria textil y las cooperativas agrarias desarboladas. El tradicional refugio de la sumergida industria artesana joyera, disminuido por la crisis de lo suntuario y el inabordable precio del oro.

La ciudad registra el tercer mayor índice de desempleo por capitales de provincia, un 43 %, y 8.000 desempleados más en el último año. El 72 % de su población menor de 25 años está en paro absoluto. Cierran los comercios, los pequeños negocios, bares, hoteles o restaurantes.

Tras el fracaso en la candidatura de capitalidad cultural europea, la actividad cultural  ha decaído a niveles de alarma. Apenas hay exposiciones, conferencias o conciertos. Hay una oferta exangüe, una actividad pueblerina y una calidad de mínimos. Todos los cines del casco urbano han cerrado.  Hay dos teatros y los mayores llenos los tienen en los concursos de chirigotas del carnaval. El teatro al aire libre cobra los conciertos en verano a 50 euros la entrada a un asiento de hormigón. Cosmopoética y el Festival de la Guitarra se han quedado en las raspas.

La Universidad, paticorta, y dominada por el oportunismo de ocupar cargos de sus juntas de gobierno, los colegios profesionales practicando un corporativismo primitivo y ruin, sin entidades financieras locales y padeciendo el colonialismo de las grandes corporaciones nacionales, sin industria, con un comercio hundido y en trance del cierre

La ciudad vuelve a estar sucia y descuidada. No se respetan ni se ponen en valor sus monumentos. El Ayuntamiento se ha convertido en una mala oficina de malos servicios. Se cierran o privatizan empresas y servicios municipales, se despide a sus trabajadores, se cierran guarderías y escuelas infantiles. La empresa municipal de autobuses perdió un millón de viajeros el pasado año. Han desaparecido los servicios sociales municipales y Cáritas y la Cruz Roja están desbordados. La cutrez y mediocridad política se enseñorea de todo.

Los debates en el consistorio se producen en términos de “va a pagar la multa mi hermana la pelá” o “esos terrenos son de mi menda lerenda que come turrón de almendra”. La absoluta estulticia pública se sienta en los escaños, trufados de arrabalismo y populismo tabernario.

Para el alcalde de la ciudad, un pijo y frio funcionario de partido, regir la ciudad es la tercera de sus prioridades, después de su escaño parlamentario y las labores de dirección y medro en su partido. Los políticos y gobernantes son clónicos, hablan, gesticulan y votan igual que sus modelos de Madrid o Sevilla y son iguales y superponibles entre sí.

El obispo es de condición ultramontana, histriónico, fundamentalista y obsesivo. La Iglesia Católica ha burlado la ley y la historia y se ha apropiado de la Mezquita con artimañas y alevosía.  No ha pagado un céntimo en reparaciones o mantenimiento durante siglos y ahora explota el monumento como un cortijo propio, ingresa ocho millones al año por el cobro de su visita y vuelve a no pagar un solo céntimo de impuestos.

La depresión moral e intelectiva se adueña de todos, atrapados entre el paro, la penuria económica y la ramplonería abyecta de sus representantes.

Da grima leer los periódicos locales, dominados por la beatería  y la gazmoñez. Los festejos populares se han convertido en sermones o procesiones y el integrismo reaccionario domina conciencias y tribunas.

La ciudad se muere a ojos vista y a sus ruinas históricas se unen las ruinas mentales y del momento. Hay cientos de solares abandonados o casas derruidas. Pasear por ella es como hacerlo por una ciudad bombardeada.

“¿A quién pediremos noticias de Córdoba?”

El admirado psiquiatra y pensador Carlos Castilla dijo a unos amigos suyos de fuera del país: “Dense prisa en ver Córdoba”.

Ya sobra la prisa. Ahora es un cadáver.

jueves, 14 de febrero de 2013

El desahucio de la vida


Querían que no nos diéramos cuenta. Querían que ignoráramos su cruenta bacanal. Querían poner sordina a sus crímenes diarios.
Habitan en el paroxismo. Habían robado y echado de sus casas, de sus hogares, de sus intimidades sagradas a 400.000 personas. En esta orgía de la usura, la sangre, la vida, el ser humano, caía cada minuto, sin abstractos. Pero ellos, y sus testaferros, y sus leyes medievales, los disfrazaban de “suicidios”.
Y eran crímenes. Crímenes hipotecarios, crímenes bancarios, crímenes de sobre, crímenes suizos,  crímenes de estado. De cada día, de cada hora, de cada minuto.
El viernes cayó Rafa.  “No tengo donde echar mano”, decía con una mano en el cuello premonitorio.  El sábado la muerte  asesina se asomó en Basauri.   El martes, esta bacanal de horrores,  nos  vistió de doble luto en Calvíá.  Y el miércoles en Alicante.
¿Hasta cuándo? ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuantos?
Nuestro proyecto de nación, de estado, de civilidad, se ha demostrado inútil.  Un gobierno, un legislativo, una justicia, una organización civil que abocan a un colectivo de ciudadanos a la desesperación, a la angustia mortal y al homicidio por inducción, y  que están a punto de ignorar  una sangría humana de este calibre, no merece otra cosa que su desaparición en lo que realmente son: la nada.
Si de este pozo de indecencia moral, si esta sima de la inutilidad del contrato social,   no salieran las voces y la humanidad necesaria para impedirlo, dos millones de seres se quedarían sin vivienda en los próximos años, para engordar la mercancía grasienta de unos bancos quebrados por incapacidad mental, inutilidad e ineficacia, a los que todos, con el respaldo de unos sicarios, colaboradores necesarios de una burla a la ley y a la vida , pagamos sus burbujas fallidas, las  pensiones multimillonarias de sus delincuentes de moqueta y despacho  y las reuniones vergonzantes de sus consejos de administración en islas paradisiacas.
La vida humana sin valor ante la rapiña, la corrupción abyecta y el crimen organizado desde los consejos de administración.
Nos sobran sus leyes, sus parlamentos, sus vergonzantes sueldos y declaraciones de renta, su estilo de vida y de hacer política, sus infinitas corrupciones, sus cuentas en Suiza y  su palabrería huera del sacrificio y el esfuerzo común,  sus gominas y sus corbatas verdes.
No hay duda.  Esto se resuelve en la calle. Además de nuestros muertos, de nuestra sangre derramada, por la vía de la dignidad asesinada y pisoteada, podemos demostrar a todos los que quieren confundirnos que, aun sabiendo que los bancos y los banqueros también son combustibles, nuestro fuego, nuestro mensaje, se apoya tanto en la vida como en la justicia.
 ¡A galopar, a galopar, hasta enterrarlos en el mar!
 

lunes, 11 de febrero de 2013

Las ILP o alguien voló sobre el nido del cuco


 

El mal llamado Parlamento debate hoy dos “Iniciativas Legislativas Populares”, que representan, en una nueva y atroz dimensión a las “dos Españas”.

Por un lado, el propio Gobierno ha promulgado, amparado y protegido a una de ellas. La que pretende declarar a la fiesta de los toros como “Bien de Interés Cultural”, que ha obtenido menos de 600.000 firmas y que pretende, como fin más inmediato, revocar la decisión del Parlament de Cataluña de prohibir esos actos en aquella comunidad.

De otro, una iniciativa  presentada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) para introducir la dación en pago retroactiva, y que ha obtenido un apoyo de 1.400.000 firmas.

El Gobierno del Partido Popular, que hunde sus ancestros en la España negra, piensa tramitar una y desoír la otra, dando una clara muestra de cómo entiende  la democracia, la voluntad de la ciudadanía y el respecto a estas iniciativas cuyo contenido está en la Constitución.

La iniciativa pro taurina pretende deslegitimar, por otra parte, la decisión soberana de un parlamento autonómico y convertir en papel mojado su declarada capacidad de autogobierno.  Ignorando la otra, ignora también la penosa y dolorosa realidad de un tipo de políticas, capaz de echar de sus casas a 400.000 ciudadanos en un año, para contentar la falsa legalidad de unos bancos, que arruinados y asolados por su propio afán especulativo, han recurrido al dinero de todos para sacar a flote sus protervas finanzas.

A esto se llama crisis, pero podría llamársele fraude, estafa o, simplemente, fascismo.  Entroncar, vía populismo folklórico con una subcultura menguante, decadente y que sin esfuerzo ni ayuda ninguna puede acabar por desaparecer de nuestros bárbaros rituales de sangre y moscas, e ignorar, con arrogancia y altanería la realidad social, la  necesidad de las gentes y adecuar, en clave europeísta, una legislación medieval, bisutería y vicisitud de un capitalismo pavoroso y antiguo.

Una interpretación objetiva de los hechos, nos remite a la esperanza.  Un gobierno que navega a orilla de la ley con estas dos varas de medir está, irremediable, condenado al suicidio, que aparte del político, a algunos nos gustaría que también fuera biológico. Alguien ha volado sobre este nido y ha visto, aterrados y corruptos a estos polluelos.

Es decir, que no se puede estar por mucho tiempo gobernando desde la arbitrariedad y que si les estalla una bomba entre las manos, o los escaños, no será por casualidad.

jueves, 7 de febrero de 2013

Si se puede


¡Esta cárcel, estos hierros

 en que España está metida!

 Sólo esperar la salida

 me causa dolor tan fiero,

 que muero porque no muero¡

Teresa de Jesús.

 

El país está sumergido-casi ahogado- en la más completa miseria. Económica, política, gubernamental, judicial, sanitaria, educativa y moral. Nunca tan pocos hicieron tanto daño a tantos. Han expoliado y saqueado al país y a sus habitantes, y, reunidos en oligarquía delictiva, han arrimado para su buche.

Cuando millones de ciudadanos sufren un paro irresoluble, cuando todos están fritos a impuestos y recortes de servicios y derechos, una camarilla reducida lleva años “llevándoselo calentito”. Una connivencia atroz de políticos de aluvión, constructores, delincuentes empresariales y empresarios delincuentes.

Los cuatro últimos tesoreros del partido que gobierna son multimillonarios y tres de ellos están imputados en delitos de corrupción. A uno se le descubre, hoy, una cuenta con 22 millones en Suiza, y pasado mañana, otras de no se sabe cuánto en Colombia y Argentina, al ministro de Hacienda se le cuela ayer el chorizo por el portillo entreabierto de la amnistía, que diseñó a la medida de una grey de defraudadores, y hoy, hasta 19 imputados más en una trama de delito y soborno- casualmente, todos del mismo partido-  que acuden, solícitos a blanquear el invento.

Es el mayor escándalo moral de la inmoral Historia de España. Han destrozado el país y se lo han repartido en sobres. Y detrás de ellos están la mayor cohorte de ladrones, en forma de obras y contratas, que se conoce.

Es de vergüenza ajena ver comparecer al llamado presidente del país detrás de una pantalla de plasma para mal defender a su camada, o como la “tolerancia cero” contra la corrupción se convierte en una mayoría parlamentaria que impide un debate en el lugar oportuno o la creación de una comisión investigadora.

Son cosas hasta triviales, ¿cómo puede una ministra que ha viajado por medio mundo a gastos y regalos pagados por una trama de delincuentes, imponer una reforma sanitaria, que aparte de copago o repago de medicamentos, desmantela y privatiza en beneficio de empresas amigas la atención hospitalaria de un país?

Hay un mensaje paralelo y subliminal, añadido al expolio. Crear la convicción de que no se puede hacer nada. Que hay que tragar con la corrupción y con el delito porque es inevitable.

Y hay que rebelarse contra esto. Se puede. Se puede erradicar y desinfectar a este país de esta epidemia de mangantes. No todos los políticos son iguales. Son ladrones los que lo son y los vamos conociendo.

Pero no nos sirve este sistema, estas leyes electorales, esta justicia y hasta esta democracia. 

Pero en la voluntad de los ciudadanos, en su rechazo moral y cívico, está el embrión para cambiar las cosas. Se puede.

Han hecho el propósito de expoliarnos hasta duplicar su propia realidad, pero una respuesta contundente del colectivo, incluso utilizando su propia lógica  electorera los puede mandar a ese lugar infecto desde el que ahora nos aromatizan a todos. Se puede.