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miércoles, 18 de abril de 2012

Como plaga de langosta


Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.”

 Abraham Lincoln.



Nadie, en su sano juicio, podría creerse hace un año la realidad que tenemos en el momento actual en nuestro país.

Nadie podría creerse que se hiciera una reforma laboral  despiadada, que arrasa con los derechos de millones de trabajadores en favor absoluto de los empresarios por el sólo hecho de serlos.

Nadie podría creerse que prácticamente se acabara con la sanidad y la educación pública, recortándole 7.000 millones de euros a una y 3.000 a la otra.

Nadie podría creerse que se introdujera el “repago” de los medicamentos incluyendo en ello a millones de pensionistas que tienen unos ingresos de 641 euros mensuales.

Nadie podría creerse que se hiciera una amnistía fiscal en favor de defraudadores reconocidos y profesionales de la evasión, invitándoles a pagar la tercera parte de lo que a cualquier contribuyente.

Nadie podría creer que se esté instando a la desaparición del derecho de huelga o la severa criminalización de las protestas, incluyendo la resistencia pasiva, después de hacer desaparecer la negociación colectiva.

Parece un mal sueño, pero todas estas cosas y más (retroceso en derechos civiles, regresión de leyes aprobadas, marginación de la cultura, aumento de impuestos, incrementos abusivos de las tarifas eléctricas, del gas, la gasolina y butano, de cualquier producto o servicio…) han ocurrido. Y todas han tenido el mismo proceso previo.  Negación, verificación y mentira.

Las hemerotecas, las videotecas, las redes sociales, están llenas de declaraciones jurando en arameo de que esto o aquello no se iba a hacer. Y se ha hecho.

Estamos ante la mayor concentración de defraudadores, mentirosos y reaccionarios que se hayan podido reunir nunca. No es que hayan mentido una vez, es que todo lo que dicen es mentira.  Acto, materia, sustancia: solo saben mentir.

Parece que el mundo se acaba y todos somos asquerosamente culpables. O nos ponemos de pie o terminan de machacarnos. Menos mal que detrás de su mentiras solo están las ratas.  O las langostas.