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lunes, 9 de abril de 2012

Danzad, danzad, malditos




La cosa está quedando meridianamente clara.  Las políticas neo liberales que están aplicando los gobiernos de derechas de todo el mundo corresponden a directrices acordadas en el Club de Bildeberg.

 Y las ineficaces medidas económicas que están llevando al desempleo y a la pobreza a millones de personas de todo el planeta no son otra cosa que una conjura para imponer la dominación capitalista, la destrucción sistemática del “Estado de Bienestar”, la planificación económica y las conquistas sociales de cualquier legislación o constitución vigentes.

Así es que nuestra Reina Sofía, Donald Rumsfeld, Goldman Sachs, Ana Botín y Étienne Davignon, entre otros, son los responsables de la ola de atracos planificados y enriquecimientos abusivos que asola al planeta.  De la desesperación de millones y millones de funcionarios, pensionistas, jóvenes, mujeres y desempleados que en la mayor impunidad son azotados y condenados a una vida indigna.

Los dos rescates de Grecia, los de Portugal e Irlanda, el ataque a los derechos laborales, educativos y sanitarios de España han sido y son perfectamente inútiles. Un grupo reducido de maleantes de alto copete nos han puesto en su punto de mira, en su chatarra mental y han convertido el corazón de Europa en un ejército de mendigos. Son, sin que nadie los combata, la peor calaña de terroristas que haya podido caer sobre nuestra especie.

¡Danzad, danzad, malditos!,  dicen sus ministros apostados en parlamentos y mayorías truculentas. Recortan todo lo recortable y trafican impúdicamente con nuestra hambre, nuestra salud o la educación de nuestros hijos. Privatizan, estrangulan y decapitan a bordo de sus índices de deuda o déficit público. Zarandean nuestras nóminas y se ciscan  en nuestras vidas o sus proyectos.

¡Danzad, danzad, malditos!, su filosofía es la mentira. Merkel, Sarkozy, Cameron o Rajoy son la misma cara de la misma moneda, el excremento que expele el becerro de oro, el capitalismo en estado puro. El FMI, el Banco Mundial, la Europa de los mercados y los mercaderes son la sotabarba del latrocinio elevado a la máxima potencia.

Ahora, arriada yo todo indicio de justicia, de humanidad, de razón de cualquier gobernante, solo nos quedan los dientes.  Y utilizarlos en una gran metáfora revolucionaria.