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jueves, 12 de enero de 2012

El PSOE de Andalucía se ha pasado de la “raya”


Si negro era el panorama electoral del PSOE cara a las próximas elecciones del 25 de marzo, todas las circunstancias que se van conociendo del caso de los expedientes de regulación de empleo (ERES), de la actitud del exdirector general de Trabajo de la Junta, Francisco Javier Guerrero y de su chófer, Juan Francisco Trujillo, lo ponen en una situación de absoluta quiebra.

Que Guerrero entendiera su dirección general como un “cortijo” que administraba a su antojo no es nada casual. Ese ha sido el talante de muchos, no solo directores generales sino consejeros. Que diera dos subvenciones de 450.000 euros de dinero público a su chófer y que está se gastará una buena parte de ellos en buscarle “hierbas y rayas” a su señorito, tampoco.

Desde que Juan Guerra definiera  su actuación como “ahora nos toca a nosotros hacernos nuestro montoncito” está muy claro que esa ha sido la norma de muchos de estos mal llamados “socialistas”. Entender a una Comunidad pobre, retrasada y con el desempleo como lacra como una finca en explotación, donde sólo se medra con el carnet en la boca y donde el acceso a la función pública es un monumental compadreo.

Toda la política de subvenciones de la Junta de Andalucía está bajo sospecha, todos los contratos de las empresas públicas (y Canal Sur), también. Y todos los nombramientos. Y todas las adjudicaciones. Y todos los sueldos.

Los casos de corrupción que afectan al Partido Popular en todo el territorio son escandalosos. Hay todo un entramado que, muy evidentemente, hace sospechar de un elaborado esquema de financiación irregular, pero es inadmisible la gestión andaluza del PSOE, con resonancias a república bananera y de absoluto clientelismo que ha llegado a irritar profundamente a unos y a otros. A tirios  y troyanos.

El PSOE (y no sólo el chófer de Guerrero)  ha cruzado una “raya” en Andalucía que nunca debió cruzar. Su erosión en la conciencia y confianza políticas de los andaluces está por ver, pero las perspectivas son de desastre. Es algo por encima de la fidelidad política, hasta los más adeptos sienten repugnancia de que el escaso dinero de una comunidad de parados y pobres acabe en el oscuro sumidero de unas rayas de coca.