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viernes, 24 de febrero de 2012

La calle es nuestra. No habrá paz para los malvados


Un análisis de los acontecimientos desarrollados entre el fin de semana pasado y los días transcurridos de esta da motivos para el optimismo social.

Los días 17, 18 y 20 de febrero la policía cargó brutalmente contra niños y adolescentes,  manifestantes en  Valencia. El planteamiento respondía a la arrogancia bravucona del Partido Popular  y de dirigentes como el opus deísta ministro de Interior, Jorge Fernández, y algunos eximios miembros de esta caterva azul, como la subdelegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes.

En su innata chulería llegaron a afirmar que bajo su mandato el 15 M no se habría producido, con ese argumentario sobre la calle y su propiedad, heredado de Fraga y otras hierbas, que recitan con tanta fidelidad como el catecismo de Ripalda.

Pero la respuesta social les superó y, de pronto, se vieron con miles de manifestantes, enardecidos e indignados  en las calles de todo el país y quedaron atrapados entre su chulería y su miedo. El martes 21, si no llegan a envainársela, y dejan sin presencia policial y sin apenas control a cientos de manifestaciones en todo el territorio, -mucho más “graves” y con menos preaviso que las iniciales de Valencia-  se les arma una auténtica revolución social.

Y todo lo sucedido nos da pistas. En primer lugar hay capacidad para articular una respuesta social contundente ante los desmanes del peperismo, crecido por el aparente respaldo de un electorado, ocupado en castigar los también desmanes del otro elemento del bipartido. Y en segundo lugar constatar el miedo acerbo que el PP le tiene a la calle y a las manifestaciones. Una demostración de cobardía inherente a su condición cuando se rebasan las  barreras de sus lacayos con porra y gases lacrimógenos. Recurren a prácticas fascistas, pero con bajeza moral, y cantan la gallina en cuanto una multitud, armada con libros e ideas, les demuestras que son muchos más que cuando los obispos  ultramontanos los convocaban a ellos –con bocadillo y autobús pagado- en su cruzadas contra el aborto, la asignatura de educación para la ciudadanía y el matrimonio gay.

En el ojo de la lumbre de este febrero, le hemos ganado una primera batalla al terrorismo gubernamental.  Ahora, en su loca huida hacia el caos, anuncian 30.000 millones de recortes para cuadrar los objetivos que le impone la troika del capitalismo europeo andante. Y otra vez habrá que salir a la calle y esta vez para demostrarles la diferencia entre un libro y una porra, entre la razón y la ignominia y entre la democracia real y el fascismo de esta autoridad del bolso regalado, refugiada en el BOE.

No hay más que ver la diferencia de trato de cuando legislan para los banqueros o para los trabajadores. Para unos todo son “recomendaciones”, amables sugerencias, para otros, decretazo y tente tieso.

La calle es nuestra. No habrá paz para los malvados.