Todavía no ha ganado el PP y el fascismo ya se ha desatado. En las calles, en las ondas, en el éter, en la televisión, en las declaraciones…
Veamos algunas de ellas. Xavier Bosch, consejero de Inmigración de la Generalitat: “Voy a trabajar para que no vengan más inmigrantes”. María Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha: “Auguro protestas cuando el nuevo gobierno diga todo lo que hay que hacer”. Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, pide en una carta pastoral de manera implícita el voto para el PP.
Están como locos. Un aire, entre beatífico y astracanado, empieza a soplar por las Españas. Estampados en sus rancias ideas redentoras, quieren volver al pasado y arramblar con todo lo que huela a progreso, igualdad o justicia social. Guerra a los inmigrantes, a los negros, a los moros, a los gitanos, a los que abortan, a los que pecan, a los sindicalistas, a los que trabajan, a los que hacen huelgas, a los maestros, a los médicos, a los que leen y a los que escriben.
El domingo, a las 22 horas y un minuto, resucita Franco. La metamorfosis de la momia en presidente de gobierno. Éste es su cebo: todo el que no sea banquero u obispo es culpable. El diseño de un programa de gobierno no tiene otro objeto que fulminar a “la media España”. Revanchismo en estado puro, para quien se ha pasado toda la transición y toda la democracia beneficiándose de una indulgencia.
Fueron el mal envoltorio de una atragantada pose democrática y ahora amenazan con revocar todo y reducir a cenizas cualquier vestigio de conquista social. En unos meses nos pedirán que cantemos brazo en alto, saludando al dios de la banca incorrupta, con los cráneos vacíos de toda idea o crítica. Si una vez ganaron por las armas, ahora, dirán, crecidos, que han ganado por las urnas.
Comprendo que no es lo mismo un voto que un tanque, pero, en cualquier caso, la estupidez lleva al paroxismo. Me voy a tomar “un medio de moriles” que es un valor eterno. Inmarcesible.
