Hace treinta años, el descuido de una pareja de visitantes
argentinos, hizo que los árboles de Torremolinos se poblaran de cacatúas. Desde
entonces un “diálogo” permanente se escucha entre todos los árboles del Paseo
Marítimo de la turística ciudad malagueña.
Fiel creyente de la hermosa religión de los adoradores del
espeto de sardinas he tenido muchas ocasiones de escucharlas.
Hace unos días, no obstante, su parlamento permanente me
recordó algo. ¡Eureka! Vi un
extraordinario parecido con el sacrílego “informar” de la red mediática o caverna pagada por los bancos–por decir
algo- que nos martirizan en este país de mendrugos.
Los canales de televisión, radio y medios escritos recitan
el dictado que el poder, ya sea en forma de IBEX, o de Pedrito, el mentiroso de turno.
Veo estos días como se afanan en presentar una policía del
Estado “impecable”, “profesional” y “ponderada” cuando por medios alternativos
yo veo, compruebo y casi huelo, desmanes
de todo tipo.
Cómo, por ejemplo, cuatro “números” aporrean y estrellan contra
la pared a una menor cuyo único delito era estar sentada en la calzada.
La actuación de las Fuerzas y Seguridad del Estado en los
últimos días es una auténtica vergüenza. Han arramblado con todos los derechos
y garantías, oiga constitucionales, de las
personas. No han hecho cumplir la ley, la han violentado. Han usado pelotas de goma, prohibidas, y
sacado cuatro ojos a personas que ejercían con más o menos ardor, su libertad
de expresión y manifestación. Han
sacudido y aporreado en la cabeza a
mujeres, jóvenes y ancianos y las cacatúas, digo los medios informativos, sólo
resaltan, vitorean y agradecen, visitas hospitalarias incluidas, a solo una parte.
A una menor de 16 años, le han abierto la cabeza por la
frente. Ingresada de urgencia de extrema gravedad no ha merecido que Pedrito,
El Mentiroso, la visite en su plaza hospitalaria.
Es la división del mundo en malos y buenos. Una obra de teatro de antemano conocida
Este maniqueísmo es ofrecido como un producto acabado a la
masiva grey de comensales de telediarios adoctrinados, la desmesura infinita de
la mentira y no sabemos si navegan o se hacen la manicura con ella.
Es un consumo para cebar a las masas. ¡A por ellos!,
gritaron y gritan. Es un holocausto casero, mientras ferreras, marhuendas,
indas y calvinis, nos bailan la jota encima.
Su crueldad y falta de equidad es tan insensata como todas
las bestias que albergan.
Las cacatúas de Torremolinos tienen más vergüenza. Nadie
entiende lo que hablan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario