La Policía Local de Astorga
(León) encontró a última hora de la
tarde del viernes los cadáveres de dos mujeres que llevaban muertos varios días
en una vivienda de esta localidad. Las fallecidas eran madre e hija de 82 y 40
años respectivamente, que llevaban muertas varios días. La investigación ha
determinado que la madre, M.P.F. falleció por causas naturales y,
posteriormente, su hija, que padecía deficiencias físicas (era invidente) y
psíquicas importantes, murió al carecer de los cuidados necesarios.
Hasta aquí una noticia sacada de
la crónica de sucesos. Pero nos equivocaríamos gravemente si nuestras
conciencias y sensibilidades se limitaran a un ejercicio tan habitual como
simplista.
El torrente de utilitarismos
económicos, la medición estricta en términos de ahorro o recorte de las
imprescindibles prestaciones sociales,
que ha recaído sobre nuestra sociedad, hacen posibles sucesos como este.
Nuestra sociedad mata. Empuja a
los desahuciados a tirarse por una ventana y hace que una ciega, perezca sin cuidado, a lado del cadáver de su madre.
Es muy fácil llegar al gobierno,
o a un ministerio, engolarse de liberalismo y modernismo financiero, y cuadrar
unas cifras presupuestarias eliminando la asistencia a personas dependientes.
Con estas consecuencias.
El éxito de las movilizaciones
sociales contra los desahucios, quizá haya que desproveerlo de toda aureola
épica. 400.000 personas habían sido ya desahuciadas en nuestro país.
Estimaciones muy certeras estimaban que en los próximos años se podrían
alcanzar los dos millones y medios de lanzamientos.
¿Cómo resistiría la opinión
pública este rosario diario de atrocidades?
Los dos principales partidos de nuestro país, que hasta hace unos meses
se habían negado, votando en contra o en blanco a propuestas como la dación en
pago, a modificar una legislación medieval y denunciada en términos legales por
la UE, han tenido que plegar velas y
como descosidos se han puesto a encontrar soluciones de urgencia. Sin acuerdo y
con un parche, tipo “caridad cristiana” con mil condicionantes, como resultado
final
La sacrosanta idea de la
propiedad privada imperante en España se ha visto amenazada de raíz y el efecto
expansivo y de llamada era muy de tener en cuenta. Los principales partidos de
nuestro país se pueden quedar para hacer calceta. Y mientras tanto, siguen los
suicidios. O asesinatos.
¿Qué pasará con el abandono de
las políticas de dependencia? ¿Cuántas personas dependientes tendrán que morir
solas o de abandono?
Dos visionarios políticos
españoles, de distinto signo, vieron “brotes verdes” de nuestra realidad en los
peores momentos. ¿No podría yo, desde la
respuesta masiva que dio el pasado miércoles la ciudadanía española, pensar que esta
política de la insolidaridad, del nulo respeto a las necesidades de los más
débiles y del recorte impuesto tiene los días contados?
¡Si se han frenado (pírricamente)
los desahucios, porque no frenar, o
extirpar, a los desahuciadores!
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