Yo también creo que existe una “convenida
decadencia de la clase política”. Yo también hubiera rodeado
y acampado ante el Congreso hasta que este se disolviera y se convocaran
nuevas elecciones constituyentes.
Yo también haría dimitir a
Mariano Rajoy por “manifiesta incompetencia” y “mentiras reiteradas al pueblo,
a sus votantes y a sus representantes”.
Yo también derogaría
inmediatamente la mal llamada “Reforma Laboral” por injusta, ilegal y anticonstitucional y obligaría a la ministra
Fátima Bañes a asistir al juicio de readmisión de cada uno de los miles de
despedidos por su ley o engendro.
Yo también llevaría a José María
Aznar ante el Tribunal Penal Internacional y también le condenaría a la pena de
treinta años y un día en la limpieza de
minas en el territorio de Irak.
Yo también ilegalizaría a los
partidos políticos que no “condenasen expresamente la dictadura y la represión
asesina franquista de 300.000 españoles tras la Guerra Civil”.
Yo también obligaría a la Iglesia
al pago de los mismos impuestos que el resto de personas físicas o jurídicas
del estado español y suprimiría la subvención de 10.000 millones de euros al
año que recibe.
Yo también obligaría a la Iglesia Católica a la devolución
inmediata del patrimonio robado al erario público por el procedimiento de “inmatriculados”,
entre otros, la Mezquita de Córdoba.
Yo también convocaría un referéndum soberanista en Catalunya y votaría “si” a su
independencia.
Yo también condenaría a Carlos
Fabra a recoger todos los décimos de lotería no premiados de la provincia de
Castellón.
Yo también expulsaría a Andrea
Fabra de su acta de diputada y la obligaría a escribir un miilón de veces en
una pizarra pública la frase: “Voy a respetar la dignidad de los parados”.
Yo también tiraría un tupper a la
cabeza de Esperanza Aguirre y asistiría a un aquelarre junto a otras brujas
como Dolores de Cospedal, Soraya Saenz y Ana Botella donde les quitaría sus
escobas.
Yo también soy un pijo ácrata.
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