Hay una cosa que se llaman
“Presupuestos Generales del Estado” que sólo los ilusos dicen que sirven para
administrar más o menos correctamente los bienes públicos.
Hay un país, que bien podría ser
el de “nunca jamás”, que ha presentado recientemente un proyecto para que en próximas fechas se debatan y se
aprueben en el lugar donde reside la soberanía popular (¡ay que me da la risa!)
estas cuentas del Gran Capitán.
En “picos, palas y azadones, cien
mil millones”, quiero decir que los pobres serán en el año próximo más pobres, -que
ya es difícil-, que los ricos serán más ricos, y que los que vienen saqueando
la economía y la sociedad de ese país al que le falta poco para ser borrado del
mapa, seguirán haciéndolo.
La cuadratura del círculo, porque
estas cuentas al por mayor se aprobarán con, teóricamente, el respaldo de los
representantes del pueblo de ese desgraciado país o “Postigo de San Rafael”,
lugar en el que según decía el saber popular se cagaban y meaban todos los
borrachos del lugar.
1.740.000 ciudadanos de esa
entelequia de país que rima con caña no
tendrán ningún tipo de ingresos durante todo ese santo año. Amén. 2.267.000
niños estarán por debajo del umbral mínimo de pobreza. Amén. Los cinco millones de desempleados verán
reducidas o extinguidas sus asignaciones a pesar de crecer en número y en
cabreamiento. Amén.
A los jubilados y pensionistas se
les prevé un incremento de un uno por ciento, por los que si descontamos el
aumento del denominador común de este quebrado, y los incrementos del IRPF, el
repago de los medicamentos y otras zarandajas que se caerán de un guindo, se
puede concluir que, como tantos otros colectivos
culpables, seguirán pagando la crisis. Amén
¿Y las personas dependientes?
¡Qué se jodan! ¡O que se mueran! ¿Y las
becas, las asignaciones para libros escolares, todo lo que es educación y
cultura de un pueblo de analfabetos, más políticos que mentales? ¡Al canasto!
Que el agujero de la Bankia de nuestros huesos es muy profundo. Amén.
Entre tantos “améns”, santificadores,
he entrevisto unas fotos de dos damas de la rancia estirpe,
ataviadas de peineta y mantilla, para ganar la no menos santa
indulgencia ante un pontífice que en sus tiempos dicen fue muy amigo de los
niños. No creo que se vistieran de esta
guisa para arrepentirse de sus pecados, porque lo que se dice seguir, siguen en
los mismos y, a lo peor, los PGE del año próximo, de este país de escombrera
son, aún, peores.
Y las tijeras más grandes.
PD. ¡Y si un día las tijeras,
acostumbradas a tanto cortar, se equivocaran, y le cortaran los cataplines a
algún ministro, banquero o gallego con barbas!
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