Cuando el noventa por ciento del
país sufre las consecuencias de una política. Cuando se han recortado cerca de
90.000 millones e inyectado a la banca 52.000 millones, cuando se ha acabado
con la sanidad, la educación y la cultura públicas, el FMI publica un informe
titulado “Perspectivas Económicas Mundiales (WEO, en inglés), presentado la
semana pasada en Tokio a través de su economista jefe, Olivier Blanchard, en el
que dijo “… cuando el crecimiento es
peor de lo esperado, los países no deben adoptar ajustes adicionales, que
podrían hacer empeorar las cosas”.
El informe del FMI dice que “al
existir un ajuste fiscal sincronizado, el
efecto multiplicador de este sobre el crecimiento económico produce unas
consecuencias dañinas. Es decir, por cada 1.000 millones de recortes, el PIB
puede perder entre 900 y 1.700 millones”.
Según el español José Viñals,
Consejero Financiero del FMI, “la caída del PIB de nuestro país podría llegar a
ser del 3,2 % y la prima de riesgo llegar alcanzar los 750 puntos básicos.”
Es decir, que además de
retrógrados, falsos patriotas, falsos demócratas y autoritarios, nuestros
gobernantes son unos perfectos inútiles.
Todo el esfuerzo al que se ha
obligado al pueblo y a las capas populares no sirve ni va a servir
absolutamente para nada. El PIB va a decrecer lo suficiente para hacer
estériles todos los recortes, la caída y la recesión económica pueden ser
imparables, precisamente, por aplicar una estrategia y unas políticas
equivocadas, sin contrastar e irresponsablemente asumidas por la dirección
económica del país.
Nuestros fracasados ministros
económicos se siente muy complacidos de ser como son. Nos han hundido en la más
absoluta miseria en un tiempo record y aun andan buscándose paliativos
por la “herencia recibida”. Han sucumbido en toda la regla profesional y
se ha quedado cabalmente en lo que realmente son: unos perfectos inútiles, la
voz, en forma de decreto, de sus amos del mercado. Baúles vacíos a un solo paso
de su total disolución en la nada.
No sólo quebraron a los bancos
donde mal trabajaban sino que ahora nos dejan un crecimiento del desempleo que
no atisba reducción hasta el 2018, donde pueden alcanzarse los siete millones de parados, trece millones
de pobres, un 25 % de la población infantil por debajo de umbral de pobreza y
al “Niño de la Werta” sin el bozal puesto.
¿Quimeras? Son el caballo de
Atila o una infinita y hortera plaga de langosta.
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