Desde pequeño he sido aficionado
al futbol. Después alguien trató de educarme
clandestinamente en el marxismo y lo opuse a aquello de los “factores de
alienación”. A mi, testarudo, me siguió gustando el futbol.
El equipo de mi ciudad ascendió a
primera división. Un par de temporadas después tuve un nuevo ídolo cerca de mi realidad. Un chaval de
16 años, pinche de cocina en Hotel Palace, fue titular en ese equipo. Llego la gloria para él y un poco para toda
aquella grey de harapientos del franquismo de los años 60. El “pinche” de cocina fue traspasado al Barça.
Y más tarde jugó una final europea con el Atlético de Madrid.
Pasaron muchos años. Hay unas
elecciones municipales en mi ciudad y dando cobertura a una demagogia insólita,
reaparece el “pinche” y dice “el PP es el partido de los trabajadores y va a
acabar con el desempleo”.
Han pasado 16 meses, cuando ya
hay 6.000 parados más, hace una semana,
Miguel Reina (el pinche), ha firmado como presidente del Instituto Municipal de
Deportes de Córdoba, el despido de 28 trabajadores después de votar a favor de
la propuesta en su Consejo Rector, como otros cinco miembros del partido (de
los trabajadores).
¿Qué se hace cuando se ha llegado
a este punto? ¿En que pensará Miguel Reina en sus noches de insomnio? ¿En el
gol encajado que le hizo perder una final en Alemania o en el negro destino a que ha condenado a 28
familias?
El otrora ídolo de la afición
local se permitió el lujo, además de despedirlos, de denigrarlos. Dijo que “habían
entrado (hace diez años) por la puerta de atrás”. ¿Quién no ha entrado por la puerta de atrás en
este país de mangantes y mentirosos? El polo secreto de esta vacuidad criminal
es el horror.
Miguel Reina se ha caído de la
gloria por demolición. Ha cambiado, por el “plato de lentejas” de su presidencia
digital (de dedo) en el IMD la imposible tranquilidad de su conciencia,
presente y futura.
El pinche de cocina es ahora un
pinche mucho más gris. Es el pinche de esa negra losa neoliberal, voraz, insaciable
e inhumana que nos ha caído encima.
Un juguete roto.
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