"Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: «Los eventos
consuetudinarios que acontecen en la rúa»". Una vez escrito, Juan de
Mairena le pide: "Vaya usted poniendo eso en lenguaje poético". Y
Pérez, después de meditar, redacta: «Lo que pasa en la calle».
A.Machado.
Pues si, en esta calle o país
pasan, a diario, muchas cosas. Sangrantes, injustas, enervantes, flagrantes,
irritantes. Y la mayoría de los llamados
a contarlas y denunciarlas no lo hacen.
El país, el estado o peña
caminan, a pasos agigantados, hacían el
objetivo establecido por el “Club de Bilderberg” de que el 1 % de su población controle el 99
% de su riqueza. Todo lo que se legisla,
gobierna o parlamenta conduce a ese
deleznable grosor.
Los medios de comunicación son
propiedad de ese 1 %, en forma de banqueros corruptos, corruptos políticos, o
ambas cosas, y aunque hay una especie de juramento hipocrático de los
periodistas o profesionales de “decir y escribir la verdad”, el poder financiero-mediático
tiene comprada su voluntad y sus capacidades. Los periodistas, como institución, están al
servicio de los poderosos.
Las informaciones, los programas,
los contenidos, se dirigen al ocultamiento, a la distracción, a la huera banalidad,
al aborregamiento masivo.
Hay cinco millones de parados,
trece millones de pobres, un 25 % de la
población infantil por debajo del umbral de pobreza, han arrasado los derechos
laborales, aumentado los impuestos en un 37 % global, desahuciado a centenares
de miles de hogares, casi extinguido la enseñanza y la sanidad pública, se han
efectuado recortes por valor de 97.000 millones de euros, se ha tapado un
agujero de 52.500 millones en la banca a la que se ha avalado, además, con
otros 72.000 millones, a los ricos (el 1
% ese) se les indulta, amnistía, mima y protege y una mayoría de medios
informativos viven en la cortina de humo de si los catalanes quieren ser
independientes o si Belén Esteban se ha operado las tetas.
No son anécdota, son categoría.
Nos quieren incultos y entontecidos.
Mis respetos para los Escolar,
Téllez, Millás, García Montero, Rosa, Rico, Artal, Maraña, Cruz, Grandes,… más
escritores que periodistas… pero en la globalidad, la profesión periodística se
ha vendido, como mercenarios de su pluma y de su compromiso social. Se ha
transformado en un detritus de la plutocracia, en rehenes de su infame plato de
lentejas.
“Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba:” Las dinámicas de la
coyuntura económica y los mercados nos han obligado a revisar nuestras coordenadas
económicas y adecuar nuestro legislación y estructuras al momento colectivo” y
escríbalo en lenguaje poético. Y Pérez, después de meditar, redacta: « Nos
están robando”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario