Primero fueron los sindicalistas
y el sindicalismo. Se les denigró, calumnió y vilipendió. Después implantaron “su”
Reforma Laboral.
Luego vinieron los funcionarios
públicos. La misma estrategia. Su excesivo número, sus prerrogativas, su “empleo
seguro”. Se les recortó, despidió, y
congeló.
Luego los estudiantes. Afloraron los sesudos expertos de la reforma
del sistema educativo. Malos rendimientos, malos planes de estudios, la
vagancia. Después de las recetas, la estaca. Mas ratio de alumnos/clase, menos
ayudas, menos becas, mas tasas de matricula.
Llegó el turno de la sanidad.
Todo un “derroche”. Los enfermos habían vivido por encima de sus posibilidades.
Se cerraron urgencias y hospitales. Se clausuraron especialidades, camas y
servicios. Se implantó el repago y se suprimieron medicamentos. ¿Queda alguno?
Les subió la narcosis de las
tijeras y batiendo records en el nivel desempleo se desprestigió a las víctimas
de esta lacra social. Se le estimó casi como a vagos y maleantes- ¡Que se
jodan! Fue el corolario del infame recorte.
Luego, en plena escalada de la
demagogia, el sueldo de los políticos. Que son muchos, que ganan mucho, que hay
muchas instituciones… No importa que el ochenta por ciento de los cargos
públicos no cobren nada por el desempeño de sus cargos. Todos a la hoguera, que
doña Cospe enciende la pira.
Ahora, los catalanes y el catalanismo. Millones de espontáneos del golpismo anda por
ahí con un general de brigada de la Benemérita debajo del brazo y con un subidón
de nacional castellanismo en las neuronas.
Han denigrado de arquitectos, estudiantes de secundaria,
bomberos, liberados sindicalistas, médicos, parados, padres de alumnos,
pilotos, controladores de vuelos, funcionarios de carrera y laborales, alcaldes
de pueblo, mineros, les han llamado “perroflautas” y “soplapollas” a los del 15
M, ladrones de supermercado a algunos jornaleros, han acusado de vandalismo a
los manifestantes de aquí y de allá, los
han apaleado, vejado y detenido y han puesto a tiro de cañón golpista a 6
millones de catalanes.
¿Qué les queda? La CEOE, los
banqueros y los curas. Con estos están
de total acuerdo. Si es que no son la misma cosa o defecación.
¿Dónde está su mayoría social? En
el silencio, dice su apóstol plegable.
¿Cuál es el final de esta
historia? “El Estado soy yo” dicen a
coro Rajoy, Cospedal, la Gürtel, Jaume Matas, Camps, El Bigotes, Rosell y Rouco.
Sin acritud. ¿Porqué los
bomberos, los arquitectos, los médicos, los sindicalistas, los parados, los
catalanes, los padres de alumnos, los pensionistas… no ocupamos de manera indefinida las plazas,
parques y alamedas hasta que se vayan con su averiada mercancía neoliberal a
los genitales de su santísima madre?
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