Ayer retiré mis dos últimos post
publicados. El último, titulado el “El juez langosta”, no merece mayor
comentario. Un amigo, experto en fotografía digital, me aseguró que la foto que
ilustraba el artículo no era real sino un montaje, algo que debí suponer y no
pecar de absoluta inexperiencia. Con todo lo que da de sí el personaje
retratado en el artículo no era cuestión de construir un comentario sobre una
falsedad. Ya tenemos bastantes.
El otro artículo retirado, “El
fascismo que pagamos todos”, si que merece una amplia valoración. Desde un primer momento empecé a recibir
correos y comentarios improcedentes, ofensivos, insultantes o amenazantes.
Hasta seis comunicantes se declaraba “autores” de la foto –lo que excluye en
cada uno, la verdad en los otros cinco- y me pedían que les pidiera perdón,
proclamara que la foto de la policía deteniendo a una anciana o que retirara el
artículo, amenazándome con todas las penas de la legislación vigente, además de las del infierno.
Yo, de nuevo en mi ingenuidad,
tomé la foto, la primera que incluía en uno de mis artículos, de una
publicación en Facebook que hablaba sobre la violencia policial en las últimas
manifestaciones. En las redes sociales,
se republican o twitean al día millones de fotos, comentarios, artículos,
porque esta en la esencia de su sistema. Una inmensa mayoría no reclama autorías
ni derechos de autor, ni propiedad intelectual sobre los mismos.
Pero la foto que tomé yo,
cuidando mucho e incluyendo esa idea en el texto que elaboré, de decir que la
foto fuese mía. Hablo del “azar del fotógrafo oportuno…”. Pero nada, una jauría
de “autores” y sus alentados amigos se lanza sobre mí, mi correo, mis cuentas
de Facebook y Twitter y los inundan a insultos, descalificaciones, amenazas. Mi
cuenta de Twitter queda bloqueada.
Como ante la evidente
incongruencia de sus “autorías” contrapuestas y sus comentarios insultantes, y
como administrador de mi propia página no publico sus comentarios, suben un
grado, al “ladrón” (habitual y de inicio) y añaden el de “fascista” y “antidemócrata”.
¿Ladrón yo? Vivo con una mísera
pensión, en una vivienda de alquiler, conllevando con la mayor dignidad que
puedo mis muchas intervenciones quirúrgicas, divorciado, solo. En mi vida he
robado nada a nadie. Cuando fui concejal, por un extraño atavismo, y en una
época que aún no había teléfonos móviles, salía a la cabina de la esquina a
hacer mis llamadas de carácter particular.
¿Fascistas yo? Desde los 13 años
milito en organizaciones clandestinas que combaten y han combatido el fascismo.
He sido sindicalista durante treinta años, me he dejado la voz, las tripas, el
duodeno y el hígado ante megáfonos,
asambleas o mesas de negociación colectiva.
Si no publicar comentarios
ofensivos, insultantes, amenazantes, contradictorios entre si, en una página
que he construido yo, golpe a golpe y verso a verso, durante 19 meses y 220
post es ser antidemócrata, lo soy. Si no presto la difusión que yo me ha
ganado, mis amigos a través de ella, a
una histeria reaccionaria y enfermiza, es ser antidemócrata, lo soy.
En el día de ayer, se produjo una
escalada. Periodistas varios, casi todos del mismo signo, claman contra mí en
algunos medios, alentados por el “autor” que más énfasis ponía en reclamar para
si la foto publicada.
Consulto, gratuitamente, con un amigo
abogado. Me dice que el tema es pura filfa, pero que quizás por prudencia y
para mi tranquilidad, valore el retirar el artículo.
Lo pienso. No tengo ni edad, ni
economía, ni salud, ni psicología para emprender un camino de querellas,
contraquerellas, juicios y estar al albur de que un juez de esos que tanto “nos
quieren” a gente como a mi, me complique mi plácida pero pobre vida.
Retiro mis dos artículos, que no
se si por el hecho de llevar foto incluida, eran los dos más leídos de los últimos tiempos.
Es curioso que esta virulenta
escalada de llamarme a mi ladrón, fascista y antidemócrata se produzca el mismo
día que se produce el mayor saqueo y latrocinio que conocen los cielos patrios.
100.000 millones de euros, perpetrados, por unos demócratas de pata negra, cuyo
presidente no siquiera se digna en comparecer, y que el acusado y el objeto de
las iras de unos señores que se llaman a sí mismo, “profesionales” sea yo, que
he “robado” una foto de una red donde hay 370 millones de ellas.
Siempre he sido una persona
demasiado espontánea y, al mismo tiempo, reflexiva. ¿No será toda esta reacción un problema de
conciencia, o un simple problema de envidia? Han tenido una foto reveladora de
una situación tan cerca, entregados, como están de pies y manos, a un
capitalismo avasallador, que los silencia y corrompe, que cuando han visto un
comentario, sentido pero mal pergeñado, se rebelan, pero no contra sus amos. Se
rebelan, contra el que hace el comentario. El signo de su impotencia. El
estigma de su incompetencia.
El brazo del fascismo es muy
alargado. Amén.
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